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Llevar el trabajo a la casa puede ser una tarea complicada, más aún cuando el contexto es una emergencia mundial y en el hogar cohabitan una serie de factores que, históricamente, han dificultado la vida profesional de las mujeres. Explora Sur Poniente conversó con tres profesoras de su territorio que, además de desafíos, han encontrado en este contexto aprendizajes, oportunidades nuevas y proyecciones para el futuro.
Natalia Segovia es profesora de Biología del Liceo Nacional de Maipú, tiene 34 años y una hija de 12, que va en 6to básico. La pandemia la encontró junto a familiares en su casa donde según sus propias palabras instalaron un “home school” para su hija. “Yo no veo esto como algo malo porque también nos permite como padres tomar la responsabilidad de la educación de nuestros hijos, que no es lo mismo que la escolarización y como profe y mamá puedo darme cuenta de eso”.
Junto a su familia se han propuesto entregarle a su hija una educación integral, que contemple clases de música facilitadas por su tío, clases de cocina entregadas por su abuela y clases de tejido entregadas por Natalia.
Para la docente la situación que vivimos actualmente generará un cambio irreversible en la forma de enseñar de las y los profesores. Ella lo llama una evolución hacia otros métodos educativos, “nosotros (profesores) siempre buscábamos tener a nuestros estudiantes presentes, las acciones las veíamos en el lápiz y el papel, esto nos está obligando a evolucionar, a transformarnos, a adaptarnos a los nuevos sistemas educativos que se vienen. Es muy probable que los colegios empiecen a adoptar nuevos sistemas para los próximos años, en los que una parte sean casos presenciales y otra parte sea en online”.
Sin embargo, la pandemia también ha visibilizado que la educación en línea no es para todos, y que muchos estudiantes no tienen acceso a dispositivo ni a conexión a internet, son los profesores y profesoras quienes han tenido que usar su creatividad para transmitir contenidos a sus estudiantes y así evitar la deserción escolar.
Yanet Tello es profesora de Educación Diferencial del Colegio Emelina Urrutia de El Monte, trabaja con estudiantes de párvulo hasta 4º básico, pero en esta situación su trabajo se ha extendido más allá de este grupo.
“Lo más desafiante de todo que me ha tocado vivir en soledad, con frustración, hasta con lágrimas a veces, ha sido el uso de tecnologías, pero a la vez creo que ha sido un aprendizaje tan significativo que me ha mostrado un mundo nuevo de cosas que se pueden hacer. Cada día es un logro porque estás en un aprendizaje constante”.
Para Yanet la situación en su casa es bastante especial, es madre de un joven de 22 años que tiene necesidades educativas especiales, “yo no estudié educación diferencial porque tuviera un hijo con multidéficit, jamás imaginé que lo tendría mientras estaba estudiando, y de verdad que es totalmente distinto al trabajo que llevo con mis estudiantes. La pandemia me ha hecho ver cosas de mi hijo que antes no sabía, había varias etapas que me perdí de sus procesos y ahora las estoy viviendo día a día”
Enfatiza que no ha sido fácil, su marido no está en confinamiento y debe trabajar todos los días, por lo que la casa, el trabajo en el colegio y el cuidado de su hijo queda todo en sus manos, recibe mensajes de las apoderadas del colegio fuera del horario de clases pero jamás ha negado la atención a ninguna, porque según reitera, “nosotros estamos ahí para eso” .
Daniela Palma es profesora de Ciencias del Liceo Gregorio Morales Miranda de Paine, tiene un hijo de 3 años quien, según explica, “entiende que hay un virus, que no podemos salir, pero no entiende que hay horas en las que yo debo trabajar y no puedo darle atención. Para mi es difícil decirle que no puedo estar con él porque es un niño pequeño que me necesita. Mi pareja a veces me ayuda, pero él no tiene teletrabajo, entonces la mayor parte del tiempo estoy sola”
El teletrabajo es sólo uno de los aspectos de la pandemia, pero el miedo al contagio de algún ser querido es un temor que gran parte de la población ha experimentado. Daniela supo que su padre tenía coronavirus un poco después de su recuperación, lo que la llevó a plantearse muchas cosas sobre cómo llevar el asilamiento y sobre la comunicación que llevaba con sus padres, cómo mejorarla, fortalecerla y hacerla efectiva en momentos difíciles.
En este sentido señala, “lo que he aprendido es que ahora la familia te importa mucho más, ahora sabes que tienes una tarea de contención y acompañamiento, que tienes que estar ahí porque te necesitan. Antes cada uno hacía su vida, a nadie le importaba mucho lo que pensaba o sentía el otro, ahora nos cuidamos y espero que eso pueda ser permanente”.
En cuanto a la vuelta a clases, las tres docentes comparten la idea de que debiese ser gradual e incorporando estos nuevos aprendizajes tecnológicos, que puedan facilitar la fluidez de los contenidos. En este sentido, poder equilibrar el acceso a la tecnología y la conectividad debiese ser una de las tareas más urgentes para adaptar la Educación a la Pandemia.
Texto: Catalina Moya Catalán
Fotos: Profesoras entrevistadas
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