La experta en educación Melina Furman sostiene que las ciencias son “una moneda con dos caras”. La primera corresponde al producto científico, un conjunto de conocimientos, y la otra al proceso, entendido como una forma de explorar la realidad. Para la investigadora argentina, esta etapa es “la forma más apasionante de acercarse al conocimiento”, pero al mismo tiempo la más ausente en las aulas.
Con esta cita María Jesús Viviani comienza el taller “Vivenciando la Indagación”, dictado en abril frente a 50 educadoras de la Red PIPE (Programa de Indagación Primeras Edades) Explora Sur Poniente. La educadora de párvulos y Doctora en Educación de la Universidad de Bristol, ha centrado su carrera justamente en la cara del proceso que explica Furman, a través del estudio del método indagatorio.
Para Viviani la metodología indagatoria “no solo se basa en el aprendizaje de contenidos científicos, sino que también enseña a conocer el mundo”, ya que invita a formularse preguntas innatas que surgen de la observación del entorno. Este método, cuyos precursores son el francés Pierre Léna y la inglesa Wynne Harlen, propicia ambientes de aprendizaje para que los niños y niñas puedan hacer ciencias en su contexto.
Como cualquier proceso de investigación, la indagación cuenta con un método científico que se divide en tres partes: La focalización, que es donde se observa y se elige el tema que se quiere profundizar; la experimentación, etapa en la que se diseñan las maneras para responder a esas preguntas y la aplicación, donde se integra todo el conocimiento aprendido y se introducen nuevos contenidos científicos.
Indica la docente y creadora del sitio de educación infantil “Soy educadora”, que la mejor forma de aprender el proceso de indagación científica es involucrándose. Eso implica observar, recoger muestras, comparar y experimentar con ellos y ellas. Asimismo, es muy valioso para este proceso que las preguntas también las hagan las educadoras a partir de lo que no conocen y quieren conocer.
“No es necesario que seas una experta para enseñar esto. Una aprende con ellos, y la idea es que tampoco tengamos la respuesta a sus preguntas, ya que esto enriquece esta experiencia. Lo importante es que una tenga claro qué habilidades quiere potenciar con este ejercicio científico”, señala.
Para Pauline Oliger, Licenciada en Ciencias Biológicas y especialista en didáctica de las ciencias, una de las fortalezas del sistema indagatorio es la invitación a razonar a través de la experiencia y la curiosidad. “Antes nos daban todo hecho, no teníamos que pensar nada. Las clases eran transferencia de información y no aprendíamos por medio de preguntas”, contó en el taller “¿Cómo se alimentan las plantas?”, realizado en mayo con la iniciativa PIPE Explora Sur Poniente.
En cambio, aplicando el método científico a través de la indagación, los y las pequeñas aprenden a “desarrollar la curiosidad, habilidades y actitudes necesarias para desenvolverse en la vida, conocer y comprender su entorno natural y a ser ciudadanos críticos, informados y responsables con lo que los rodea”.
Además, desarrollan competencias y ponen en práctica actividades de pensamiento científico como la observación, planteamiento de hipótesis, diseño de experimentos, predicciones, utilización de herramientas, interpretación de resultados, entre otras. Pero, ¿cómo saber que los niños y niñas están adquiriendo estas competencias? Pauline aconseja que las educadoras los observen bien, analicen sus respuestas y confirmen que siguieron todas las etapas del experimento.
¡Atrévete a experimentar!
Para ambos talleres prácticos, las expositoras se basaron en los contenidos del Módulo Plantas de la Guía del Programa de Indagación de Primeras Edades, PIPE. Como el método indagatorio se trata de “aprender haciendo”, te invitamos a experimentar por ti mismo (a).
ACTIVIDAD 1: ¿Qué es una semilla?
Este ejercicio es muy simple. Para esto debes dejar remojando la noche anterior porotos, lentejas o cualquier otra legumbre. Te recomendamos probar con poroto pallar, ya que su gran tamaño es más atractivo para los niños y niñas. Toma uno de los granos y hazle un corte vertical por la mitad. Podrás conocer las partes del embrión del poroto y las estructuras a partir de las cuales se desarrollará el tallo, las hojas y la raíz
Con este experimento sencillo los estudiantes podrán identificar la estructura de las semillas y entender cómo crecen.
ACTIVIDAD 2: ¿Necesitan las plantas luz para vivir?
Este experimento toma más tiempo, pero es muy fácil de hacer. Necesitas primero plantar dos semillas idénticas en maceteros distintos, con la misma cantidad de agua y tierra. Uno deberás dejarlo al sol, y el otro taparlo y dejarlo a la sombra. En una libreta deberás anotar los cambios que registra cada planta durante una semana, y eso te permitirá llegar a una conclusión. ¡Lo importante es tener paciencia y disfrutar el proceso!
ACTIVIDAD 3: ¿Por qué las hojas son verdes?
Este experimento nos permitirá extraer los pigmentos de las hojas, y para esto deberás seguir algunos pasos. Necesitarás un mortero, alcohol, agua, colador, vasos de vidrio, toalla de papel o filtro de cafetera, tijeras, plumón y cinta adhesiva.
Primero junta un puñado de hojas verdes limpias. Luego pícalas con una tijera y muélelas en un mortero o con una minipimer. Agrega un poco de alcohol y luego cuela en un vaso. Añade 25 ml de alcohol y vuelve a filtrar, pero esta vez utilizando la toalla nova. Por último, pon un trozo de papel filtro dentro del vaso que contiene el macerado (ver video). Deja reposar media hora, observa los resultados y después registra los datos, poniendo atención al color que toma el papel. Puedes repetir el experimento con hojas de otros colores.
Los colores comenzarán a separarse por distintas tonalidades, que corresponden a la clorofila y otros pigmentos.
En este video podrás ver el paso a paso:
¿Qué te parecieron los experimentos? ¿Te atreves a poner en práctica la indagación científica? Si quieres conocer más acerca de esta iniciativa, te invitamos a ver este video
