Aprendizaje en alumnos con necesidades educativas especiales: Cuando el confinamiento no es una limitación

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  • 28 Julio, 2020

En 2015, el Estudio Nacional de la Discapacidad (ENDISC) reveló que 1 de cada 5 chilenos vive en situación de discapacidad. De ese total, unas 500 mil personas reciben algún tipo de educación en los siete mil establecimientos para estudiantes con necesidades educativas especiales (NEE), de acuerdo a cifras del Ministerio de Educación.

 

A diferencia de la educación regular, el acompañamiento pedagógico que se da en un colegio especial suele ser mucho más personalizado, ya que su objetivo es entregar herramientas para la vida diaria, que permiten que los y las estudiantes puedan desenvolverse de forma óptima con su entorno.

 

Pero, ¿cómo una labor que requiere tanta dedicación se puede realizar en un contexto de pandemia, que ha trasladado casi toda la vida al terreno virtual? Para Roberto Durán, profesor diferencial de la Escuela Juan XXIII de la comuna de Cerrillos, esta modalidad ha implicado varios desafíos.

 

Roberto Durán

“El trabajo a distancia ha sido bastante complicado, porque no se trata de algo teórico, sino más bien práctico. Hemos tenido que aprender a usar las tecnologías. Por ejemplo, a mí una profesora me enseñó a enviar archivos del celular al computador, porque yo no sabía”, cuenta.

 

El docente imparte el curso de coctelería, uno de los diversos oficios que ofrecen los talleres laborales. Sus alumnos bordean los 16 a 26 años, y muchos tienen síndrome de down, trastorno del Espectro Autista (TEA) y esquizofrenia. Gran parte de ellos utiliza la tecnología, y algunos incluso las redes sociales. “Sin embargo, como no saben escribir, hablan por medio de audios”, precisa.

 

Esto ha permitido que sea factible hacer sus clases través de videollamada. “Nos comunicamos principalmente por whatsapp, ya que muchos no cuentan con computador y conexión a internet. Enviamos a los apoderados guías de trabajo de vocabulario técnico, comprensión lectora, números, orientación espacial y uso del dinero, que reforzamos con tutoriales de youtube y muchos elementos gráficos”, relata. Para las clases de coctelería, el profesor se las ingenia grabándose a sí mismo mientras monta una mesa completa o dobla una servilleta.

 

El caso de Maritza Aliante, profesora del mismo establecimiento, es similar. Si bien sus alumnos, cuyas edades fluctúan entre los 3 y 5 años, no tienen ninguna discapacidad, sí requieren de un acompañamiento focalizado, debido a que presentan Trastorno Específico del Lenguaje (TEL).

 

“Fue un reto para nosotros, porque si bien utilizamos ciertas tecnologías, no es nuestro fuerte. La primera semana enviamos cosas sencillas a los apoderados, pensando en que esto se extendería dos semanas. Cuando nos dimos cuenta de que avanzaba, tuvimos que hacer un catastro para saber quienes contaban con acceso a whatsapp y luego armamos un plan de trabajo”, manifiesta.

 

Maritza, quien además integra la Red de Educadoras PIPE Explora Sur Poniente, explica que han buscado contenidos de aprendizaje que sean cortos, concretos y fáciles de transmitir por internet, pero que al mismo tiempo no pierdan la calidad de enseñanza. Éstos han sido tutoriales, videos con preguntas y cuentacuentos, que retroalimentan una vez por semana.

 

Otras de las tareas que han debido reforzar tienen que ver con las propias de la edad, como manejar el control de esfínter, levantar una cuchara o lavarse las manos. Para esto han sido vitales las videollamadas, que permiten a las profesoras dar instrucciones y enseñar por medio de la imitación.

 

Dentro de las complejidades, la profesora menciona la comunicación. “Como trabajamos con niños y niñas con alto índice de vulnerabilidad, muchos apoderados no saben leer o no manejan las herramientas, y han tenido que acudir donde un vecino”. Sin embargo, reconoce que uno de los aspectos positivos ha sido la oportunidad para usar la creatividad, investigar y estudiar.

 

La necesidad de un material adaptado

 

Durante la pandemia el Ministerio de Educación dispuso el sitio Aprendo en Línea, con diferentes recursos para complementar el aprendizaje virtual, sin embargo, éste se centra en la enseñanza desde Educación Parvularia a 4to medio.

 

Esto ha llevado a los docentes de escuelas especiales a ajustar algunas actividades. “Si bien el Estado entrega varias herramientas, están basadas en niños de educación básica regular, por lo que hemos tenido que adaptar ese material. Por ejemplo, los niños con deficiencia que están en octavo, tienen una capacidad intelectual de un alumno de primero básico o kínder, y es complicado hacer esa transferencia de aprendizaje”.

 

Para Irma Iglesias, Presidenta y fundadora de Down 21 Chile, diplomada en Educación Inclusiva, asesora presidencial y consejera del Servicio Nacional de la Discapacidad y la Cámara de Diputados, es importante que las bases curriculares, incluso en contexto de crisis sanitaria, respondan a las cualidades de cada estudiante, y no a la mayoría. “El currículum sigue siendo discapacitante, porque se piensa en un promedio que no existe. Lo que existe es una diversidad, una universalidad”.

 

Irma Iglesias

“Cuando se piensa que todos deben hacer lo mismo y de la misma manera entramos en problemas, porque lamentablemente quedan excluidas las personas con discapacidad, que son los que más necesitan de una educación más pertinente y continua para tener una mejor calidad de vida”, agrega.

 

Para la experta, lo central es no interrumpir su formación, ya que la importancia de la educación continua en niños, jóvenes y adultos con discapacidad es permanente, porque permite mejorar sus condiciones neuronales. “Si este proceso se estanca se produce un retroceso, y los retrocesos son muy difíciles de retomar”, acota.

 

Similar opinión tiene Roberto Durán. El profesor explica que la forma en que este grupo adquiere el conocimiento es por la repetición. “Sus conductas son mecánicas y su concentración dura en promedio 15 minutos. Por eso se trabaja en no cambiarles la rutina, porque se descolocan, pues saben que hay una forma de hacerlo”, explica.

 

 ¿Cómo innovar?

 

Algunas de las claves que sugiere Irma Iglesias, son que las escuelas puedan asegurar que todos los niños y niñas tengan acceso a internet y un computador que, en lo posible, sea touch. También disponer de una radio, para emular los estímulos de una sala de clases.

 

También es importante que los y las estudiantes aprendan a conectarse a plataformas como Zoom. “Hay que considerar que aprendemos lo que nos emociona, y cuando vean que al otro lado de la pantalla va a aparecer no solo su maestra, sino que también sus compañeros, van a experimentar un sentido de pertenencia”.

 

Para los padres aconseja disponer de un espacio propio para realizar actividades, las cuales deben vincularse con la vida cotidiana, como preparar pan para aprender química, o simular que lo venden, para reforzar matemáticas. “También hacer cubos de hielo, probar las ondas expansivas del agua, ver las capas de la tierra cortando un queque o aprender de la naturaleza y los seres vivos”.

 

“Necesitamos que aprendan cosas que los preparen para la vida en colectivo. En esta pandemia se vio lo importante que es prepararnos para una vida en comunidad, porque estos eventos van a seguir ocurriendo. Lo más importante en este paréntesis es salvar la vida y no angustiarse”, finaliza.

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