Cada junio la tierra nos recuerda sus procesos y sus ciclos naturales, en un periodo de renovación que responde a sus propias dinámicas y que nada tienen que ver con un calendario impuesto desde otras latitudes. Aquí, las y los habitantes originarios, han celebrado desde hace milenios este momento, pidiéndole a la naturaleza un nuevo año de abundancia y armonía.
El Doctor en Geografía de la Université de Rouen, Francia y postdoctorante en el Centro Interdisciplinario de Estudios Interculturales e Indígenas (ICIIS), Bastien Sepúlveda, ha centrado su trabajo en el campo de las geografías indígenas, interesándose en las dinámicas y recomposiciones territoriales en el medio urbano, centrándose más específicamente en el caso mapuche.
Conversamos con Bastien sobre la importancia del We Tripantu en el contexto actual, de las manifestaciones culturales de un pueblo vivo y de la vigencia del saber ancestral.
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EL WE TRIPANTU Y EL CICLO NATURAL
¿Cuál es el papel que juega el We Tripantu dentro de la cosmovisión mapuche?
We Tripantu significa en español “la nueva salida del sol” (we= nuevo, tripai= levantarse, surgir, brotar y antu= sol). En la cosmovisión mapuche el We Tripantu significa el renuevo de muchos procesos, el término de un ciclo y el comienzo de otro, donde vuelven a brotar todos los elementos de la naturaleza, entonces es un momento importante que permite renovar las energías y muchas cosas positivas para el año que comienza, a partir del solsticio de invierno.
¿Y cuál es el rol de esta conmemoración en la estructura social mapuche?
El We Tripantu vuelve a aparecer como tal a mediados de los 90, no es que había desaparecido o que no existiera, pero estaba un poco confundido con la celebración de San Juan. A partir de esta década comienza a surgir con mucha fuerza en distintas comunidades y sectores, también en el medio urbano, donde permite a la comunidad indígena que vive en la ciudad, por diversos motivos, mostrarse públicamente a la sociedad chilena en general, entonces esa es la nueva función que cumple el We Tripantu en el contexto actual, en términos culturales pero también en términos sociopolíticos.
¿Por qué esta celebración estuvo de cierta forma escondida hasta los años 90?
Hay varios factores en juego, lo primero es el tema del sincretismo que se produce con la religión católica, donde se confunde el We Tripantu con la celebración de San Juan, eso es un primer tema. Otro punto surge a partir de un contexto más general, ya que desde los 70 muchos pueblos indígenas de América Latina empezaron a manifestarse públicamente con muchas reivindicaciones sociales, políticas y culturales y el pueblo mapuche entra en esa dinámica, aunque en el caso de Chile esto llega quizás un poquito más atrasado, por el hecho de que la dictadura no permitía que otros discursos, otro tipo de manifestaciones en términos políticos y culturales, surgieran.
¿Cómo se vincula este saber ancestral con procesos de la naturaleza propios de ésta parte del planeta?
La celebración de San Juan es una celebración europea que se celebra en pleno verano. Cuando los españoles llegan a América plasman sus celebraciones y se decreta que el año nuevo va a ser el 1 de enero, en un periodo de verano acá en el hemisferio sur, cuando los pueblos indígenas y el mapuche en particular siempre celebraban el año nuevo, el rebrote de la energía, en el solsticio de invierno.
Entonces al resignificar el We Tripantu a mediados de los 90, se da un proceso en el que se vuelve a dar un sentido al calendario más vinculado a los ciclos de la naturaleza, el cual se había perdido con este calendario introducido de manera artificial en América del Sur.
¿Cómo definirías entonces la celebración del We Tripantu en el contexto actual de nuestra sociedad?
Celebrar el We Tripantu es en sí un gesto descolonizador, porque le permite a la sociedad chilena en general, reconectarse con un ciclo natural que nunca se respetó desde la llegada de los europeos, con la instalación de un calendario que no tenía coincidencia con los ritmos naturales del hemisferio sur.
El We Tripantu es también un momento en el que el pueblo mapuche se manifiesta públicamente, invitando también a la comunidad chilena a participar de su celebración, permitiendo un encuentro intercultural que favorece el aprendizaje del respeto y la valorización de la diferencia cultural.
IDENTIDAD MAPUCHE EN ESPACIOS URBANOS
¿Cómo se construye el ser mapuche en espacios urbanos?
Si los mapuche, en términos generales, son los hijos de la tierra, entonces podríamos decir que aquellos mapuche que nacieron en la ciudad o que viven más recientemente en ella, son los hijos de la tierra usurpada. Muchos han llegado a través de procesos migratorios que pueden remontar hasta tres o cuatro generaciones en algunos casos.
¿Cómo se manifiesta en la actualidad, y en un contexto urbano, el conocimiento ancestral del pueblo mapuche?
El We Tripantu ha sido y sigue siendo la manifestación mapuche más importante en el contexto urbano, de hecho podemos apreciar como en distintas comunas se celebran distintos We Tripantu, incluso entidades no indígenas invitan a esta celebración, como algunos colegios, museos, incluso desde el gobierno.
Es la actividad cultural que los mapuche urbanos han retomado con más fuerza, les ha permitido reunirse de manera regular año a año, para reconstruir o practicar su cultura y manifestarla en la ciudad.
¿Puede tener un efecto negativo la folclorización del We Tripantu?
He podido asistir a celebraciones del We Tripantu muy distintas, desde aquellas a las que se invita a la prensa, donde la persona que anima está con un micrófono y es casi como un espectáculo que se da al público general, hasta el otro extremo en que es una celebración muy cerrada donde sólo participan los miembros de la organización y no se aceptan a personas que no estén invitadas formalmente.
Entre estos dos extremos tenemos una gama de posibilidades, en que a veces se solicita el apoyo de la municipalidad, a veces son varias organizaciones que se juntan, entonces hay distintos casos. Y yo dirí
a que en definitiva el We Tripantu es todo eso, es a la vez una manifestación muy pública que permite a los mapuche darse a conocer, mostrar su cultura a los demás, pero también practicarla de manera más íntima, con un sentido cultural más profundo, que puede ser un momento de reencuentro, de conversación, de compartir y de proyectar el nuevo año.
MULTICULTURALIDAD Y ESTADO PLURINACIONAL
Pensando en el We Tripantu como en el inicio de un nuevo ciclo y viendo eso como una oportunidad, ¿Qué aspectos crees tú que debería considerar fundamental, la sociedad chilena en su conjunto, para mejorar o proyectar su relación con la nación mapuche?
Yo creo que el We Tripantu puede ser efectivamente un momento de reflexión, qué futuro queremos como sociedad chilena, hacia dónde queremos ir, qué tipo de país queremos. En lo personal apuntaría a un país con mayor respeto a la diversidad cultural y entender que esa diversidad cultural implica derechos que se expresan en términos políticos y que estos derechos se deben reconocer en base a un diálogo abierto, sano, que se debe dar cuando en un país conviven varios pueblos en su interior. El Estado puede ser el garante de la existencia de varias culturas, incluso de varias naciones en su interior. El problema surge al considerar que a un Estado le corresponde una sola nación, pero por qué no pensar en un Estado plurinacional.
El We Tripantu puede ser un momento para reflexionar sobre la posibilidad de considerarse como una sociedad pluricultural y vivir en un Estado que reconozca y valore la existencia de distintas naciones en su interior y el cómo estas distintas naciones pueden dialogar y llegar a un acuerdo que se debe renovar y actualizar en forma permanente.
¿Cuál es el rol de la educación en este proceso valoración de la multiculturalidad?
La educación cumple un rol fundamental, ya que ahí se están formando los futuros ciudadanos, están aprendiendo a vivir y a convivir. Se habla mucho de educación intercultural e incluso de educación intercultural bilingüe, pero el Estado la ha enfocado como una política pública en espacios rurales donde hay una fuerte densidad de población indígena. Yo creo que mejor sería enfocarla a aquellos sectores donde no hay tantos indígenas, porque finalmente la interculturalidad no es solamente para los niños indígenas, la interculturalidad debe ser también para los niños que no son de ascendencia indígena porque ellos también tienen que aprender a convivir con el otro, también ellos tienen que aprender a respetar al otro y a respetar la diversidad cultural.
Una educación intercultural, ampliada a todo el país, permitiría que las niñas y niños puedan aprender que Chile tiene una diversidad cultural que es una riqueza y no un riesgo de fractura interna y que si los chilenos aprenden a valorar y a respetar esa diversidad cultural, podrían construir una sociedad mucho más fuerte.
¿Qué prácticas les recomendarías a las y los profesores que estén interesados en introducir a sus estudiantes en el respeto a la diversidad cultural?
Vincularse con organizaciones de base del mundo indígena, con sus dirigentes, para hacerlos partícipes de la construcción del saber. Creo que es muy importante que más allá de los libros o de los materiales didácticos que puedan existir, los niños puedan también considerar y concientizarse de que cuando hablamos de pueblos indígenas, hablamos de una realidad actual, bien concreta, y no de un sujeto del pasado, sino que de un sujeto del presente que puede ser su propio vecino.