En esta entrevista, conversamos con Joyce Maturana, académica y Magíster en Didáctica de las Ciencias Experimentales de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. La Licenciada en Educación es relatora de la capacitación del Programa de Indagación para Primeras Edades (PIPE) del PAR Explora Aysén 2025-2026, del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación y la Universidad Austral de Chile, Campus Patagonia.
¿Por qué es importante incluir la indagación científica en la educación desde la primera infancia?
“Es muy importante incorporar la indagación científica desde el primer momento porque desarrolla en las personas estas ganas de conocer, de aprender del mundo. De que otro no me tenga que venir a explicar sobre algunos fenómenos, sino que yo también puedo ser un investigador o investigadora, también puedo ser parte de esto. Y debe ser desde la primera infancia porque todas las habilidades están ahí naciendo, están recién partiendo, entonces tenemos que potenciar el uso de los sentidos. Tenemos que potenciar que los niños colaboren con otros y todas esas posibilidades las entrega la indagación. Es como un escenario perfecto para que todos los anhelos de la educación se expresen desde un primer momento”.
En ese sentido, ¿cómo podemos incentivar a los niños y niñas a que exploren no sólo en la escuela sino también fuera de ella, en su entorno?
“Ahí es clave el mediador, siempre va a ser importante que otra persona pueda mostrarles a los niños este camino, y que los ayude a recorrer, entonces, ¿Cómo motivamos a las y los niños pequeños? Generando estos escenarios en donde puedan existir problemas, y se les invite a ser protagonistas y que sean ellos los que los resuelvan. Y esto desde la sala cuna, desde exploraciones sensoriales, de cómo funciona algo, qué sienten, hasta cómo huelen las cosas. Todo eso va desarrollando su pensamiento, entonces creo que el rol del mediador aquí es importante y que la familia también se involucre, no basta con que solo la escuela haga cosas interesantes sino que también la familia lo debe propiciar. Por ejemplo, si un niño te hace una pregunta de por qué sucede algo, no responderle inmediatamente porque cortamos todo el proceso y matamos la curiosidad desde el primer momento. Ahí la familia es clave, y ahí también es clave el o la educadora, pues debe guiar a la familia, es un círculo virtuoso”.
Bajo esa premisa, ¿Cuáles siente usted que son los principales desafíos dentro de los establecimientos educacionales para abordar esta temática con la importancia que merece?¿Cómo se pueden superar?
“Hace unos años atrás era muy difícil incorporar la indagación científica ya que los objetivos de aprendizajes estaban concentrados más en los contenidos. Hoy, las bases curriculares propician mucho más la indagación y hay un escenario curricular que favorece. Aún así, los profesores y educadores que están en el sistema siguen muy arraigados en algunas prácticas y concentrados en los contenidos, que también son importantes y necesarios, pero ahí tenemos que seguir trabajando en preparar a los profesores, para que ellos sigan formando comunidades de aprendizaje. Y compartir el hecho de que esta nueva experiencia funciona desde un colega a otro, unir a quienes están más cercanos a la indagación con otros que están más distantes y que tienen más aprehensiones.
Estos cuestionamientos también son súper naturales y válidos, quizás se preguntan ¿qué pasa si no funciona? ¿Los niños van a aprender? Entonces, creo que ahí falta que se creen comunidades de aprendizaje en las escuelas, eso podría ser un muy buen escenario para que esto pudiera tomar más fuerza dentro del aula.
También existen otras instancias como las evaluaciones externas o mediciones nacionales que a lo mejor todavía siguen un poco más concentradas a lo mejor en los contenidos, y ahí tenemos que propiciar que esto vaya hacia la indagación, desarrollo de habilidades, diversas aptitudes, más hacia una alfabetización científica crítica pensando ya en los procesos a largo plazo en el sistema educativo.
Efectivamente hoy existe más voluntad, más preparación, pero siempre queda ahí un pedacito más por hacer”.
¿Cuáles cree que son los beneficios que este cambio puede traer a las educadora/es y técnica/os en párvulo, y profesores en general?
“He visto el programa PIPE desde el comienzo. Antiguamente fui parte del TCC -Tus Competencias en Ciencia- y veo que ha pasado por varias etapas desde una visión más instruccional, de decirle a la profesora qué tenía que hacer, a esta visión mucho más de una educadora, investigadora de su práctica. Si bien hay lineamientos de PIPE, también brinda la posibilidad de que ellas puedan indagar libremente con los párvulos. Y creo que eso es un gran avance dentro del programa. Como decía anteriormente, siempre puede ser mejor, perfectible, pero ya hay una base para trabajar. También he visto que les entregan unas cajas de materiales que ayuda mucho a la educadora para visualizar cómo llevo lo que aprendí al aula. De pronto eso es lo más difícil para ellas, se preguntan y ahora qué hago, cómo lo materializo. entonces, eso es súper positivo para ellas, formar a las educadoras para que cuando no estén las cajas ni los materiales iniciales, puedan seguir con los procesos indagatorios. Eso es lo más importante, que la práctica esté consolidada en el y la docente, y no en los recursos materiales que se les puedan entregar. Eso permanece en el tiempo, finalmente, lo que el profesor aprende lo va a poder seguir replicando y aplicando”.
¿Qué significa para usted realizar este tipo de capacitaciones en Aysén?
“Me siento honrada de venir a Aysén y traer ideas a las educadoras. Es una tremenda responsabilidad porque estamos llegando a profesionales que, por ejemplo, están a cargo de una escuela y a ese establecimiento asisten todos los niños de un sector y eso es impactante. Me llama la atención la baja densidad poblacional, lo distantes que están unas localidades con otras, todo lo que deben viajar las educadoras para llegar a estas capacitaciones. Tienen una tremenda responsabilidad y tenemos que formarlas de la mejor manera porque después cuando estén solas, puedan ser capaces de mantener la indagación científica en el tiempo y aplicarla con otros niños y niñas. Tenemos que aprovechar cada momento con ellas porque aquí hay inversión de tiempo, energía y familia para llegar a una jornada en Coyhaique. Tenemos que hacerlo muy bien, PIPE es una instancia acotada en la vida de las personas porque después siguen otros y otras y educadoras. Ojalá vengan más”.
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