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Marcelo González es Licenciado en Biología de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y Doctor en Ciencias de la Universidad de Montpellier.
Actualmente, es Jefe del Departamento Científico del Instituto Antártico Chileno y sus trabajos se enmarcan en el estudio de los mecanismos de respuesta inmune de organismos marinos y la evaluación de esta respuesta en condiciones de estrés ambiental. También trabaja en el Laboratorio de Biorrecursos Antárticos.
Marcelo creció en Santiago, muy cerca de la Quinta Normal y del Museo Nacional de Historia Natural. Estudió la educación básica en la Escuela Salvador San Fuentes, donde había un laboratorio muy bien implementado.
Cuando era niño, disfrutaba viendo “El Mundo Submarino” de Jacques Cousteau y la “Tierra en que Vivimos”, programas de televisión que lograron captar su atención y orientar el camino hacia la Ciencia.
La Educación Media la realizó en un colegio técnico profesional en Renca, donde su profesora de Ciencias lo instó a realizar una investigación y participar de la Feria Científica del Museo Nacional de Historia Natural.
¿Qué experiencias te marcaron en tu adolescencia y te llevaron por el camino de la Biología?
Con un compañero de curso participamos y presentamos un proyecto que consistía en la reforestación del Cerro Renca, se llamaba algo así como ‘Un pulmón verde para Renca’. Hicimos el estudio de línea base del ecosistema, lo presentamos y obtuvimos una mención honrosa por el cuarto lugar y era una feria nacional. Eso fue como un hito importante para nosotros; yo me dediqué a la Ciencia y mi compañero se dedicó a grabar documentales de vida natural y hoy es un documentalista bien famoso.
También por la formación técnica del colegio, ya que nos preparaban para trabajar en la industria, me tocó hacer cursos de Química, Orgánica, Inorgánica e Industrial de primero a cuarto medio y cuando tuve que hacer la práctica profesional me enviaron a SOPROLE.
En SOPROLE habían dos laboratorios de control de calidad, uno de fisicoquímica, donde se controlaba la consistencia del yogurt, de los quesos y el PH, todo esto yo lo sabía, pero después me pasaron al laboratorio de microbiología y me llamó mucho la atención, porque yo nunca había tenido una experiencia con microorganismos. Eso marcó mi adolescencia e influyó en que me interesara por el lado más biológico y que postulara a la Universidad y estudiar Ciencias Biológicas en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, luego hice un master en la Universidad Católica del Norte y después me gané una beca para ir a estudiar el doctorado a Francia.
A mi regreso hice un posdoctorado en la PUCV, en el Laboratorio de Genética y el 2007 se abrió un concurso y postulé a INACH.
¿Por qué quiso investigar la Antártica?
Al comenzar a trabajar en el Instituto Antártico Chileno uno tiene que estudiar algo relacionado con la Antártica. Yo comencé con estudios asociados al comportamiento de organismos extremófilos y en ese sentido, en INACH no habían muchas investigaciones de Microbiología. Lo clásico era estudiar aves, mamíferos marinos, geología, sin embargo el área de la microbiología o las Ciencias Biológicas asociadas incluso aplicaciones biotecnológicas que uno podría tener de estos organismos antárticos no estaba muy explotado, entonces esa fue una de las tareas que me tocó realizar aquí.
Entonces comencé a realizar investigaciones, ganamos algunos proyectos, comenzamos a construir un edificio de laboratorio muy equipado, donde se puede realizar investigación y apoyar a otros programas antárticos que pasan por Punta Arenas.
¿Qué investigaciones está realizando actualmente?
Más centrado en los estudios que realicé en Francia sobre organismos marinos, presenté proyectos a FONDECYT de CONICYT y me gané dos proyectos asociados a organismos marinos como el erizo antártico para poder observar su respuesta o no frente a condiciones de Cambio Climático, específicamente a aumento de temperatura.
Y en el último proyecto que terminó en marzo, la idea fue utilizar metodología de punta en análisis genómicos y transcriptónicos. Eso es lo que estoy viendo ahora, metiéndonos fuerte en análisis de datos y utilizando herramientas de bioinformática.
¿En qué consiste la utilización de tecnología?
Hoy es mucho más fácil realizar análisis de genoma, ya que la tecnología permite que sean en poco tiempo y en bajo costo, pero el problema es que esto genera una gran cantidad de datos y se necesita gente capacitada para procesar esos datos, generar aplicaciones, generar software que permitan analizar toda la información que se está generando.
No basta con obtener gran cantidad de datos si no se puede analizar, procesar y valorizar estos genes o comparar con otras especies.
Hace algunos días escuché sobre un estudio realizado sobre Nanoplástico. ¿Podría contarme más detalles de esa investigación?
Este es un tema muy poco conocido y los proyectos que se han realizado buscan evaluar el impacto que tienen los plásticos en nuestra vida. Ahora, por el desarrollo de la nanotecnología, uno puede observar dos contaminantes.
En primer lugar la nanotecnología ha generado nanopartículas como titanio, selenio, entre otros elementos que son tóxicos. Por ejemplo, algunos equipos electrónicos tienen esa tecnología con esos nanometales que al ser liberados al ambiente pueden resultar tóxicos al ser humano. Lo mismo ocurre con el plástico, ya que si no somos capaces de procesar y reciclarlo o como se está haciendo en Magallanes con la prohibición del uso de bolsas plásticas, pasa que ese plástico se va al mar y se empieza a degradar y termina convirtiéndose en microplástico o nanoplástico y eso al final afecta al ecosistema.
Entonces, lo que se quiere estudiar es qué efectos va a producir
en el organismo, ya que ese tipo de nanopartículas son mucho más fáciles de capturar en organismos marinos. Como es el caso del efecto que tiene la respuesta inmune del erizo antártico.
Los nanoplásticos son fáciles de digerir por las células de ciertos organismos, se pueden bioacumular y generar un efecto indeseado sobre las células inmunes de los erizos que estamos estudiando y afectarlos al nivel de disminuir su capacidad inmunitaria y les afectaría más fácilmente cualquier patógeno asociado a enfermedades.
¿Y de qué forma podemos contrarrestar esto?
Para evitar esto, es necesario incorporar nuevas tecnologías a las plantas de tratamiento de aguas, evitar de utilizar este tipo de compuesto, reciclar es importante y por otro lado, no utilizar los productos de belleza como exfoliantes que poseen nanoplástico, la alternativa sería reemplazar este tipo de productos con otros componentes más naturales.
¿Le recomendaría a los jóvenes de la región estudiar Biología y dedicarse a la investigación?
Si, es preocupante que las carreras científicas tengan un bajo número de matrícula. De acuerdo a mi experiencia, yo considero que las carreras científicas son fundamentales para el futuro del país, ya que si creemos en el desarrollo debemos potenciar la investigación. Sin carreras científicas, será muy difícil mantener un nivel de crecimiento y calidad de vida superior.
Es preocupante que exista un analfabetismo tecnológico y en ese sentido, es fundamental el trabajo de Explora. Los científicos muchas veces caemos en falta, porque no sabemos comunicar lo que estamos estudiando. Divulgar la Ciencia es fundamental y en este sentido, yo encuentro muy potente el programa 1000 Científicos 1000 Aulas.
No es fácil para los científicos ir a un colegio, porque uno piensa que lo van a escuchar, que los niños van a poner atención y a veces no es así. Pero por eso es un desafío tratar con adolescentes y pensar como llamarles la atención, como lograr enseñarles en una presentación corta, con videos o animaciones. Ese es nuestro desafío como investigadores.
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