Conocimos tres experiencias didácticas y entretenidas para divulgar la ciencia en las diferentes comunas de la región, en donde cada una de estas pretende entregar un conocimiento de forma atractiva y al alcance de todos y todas.
Si hacemos un repaso a la realidad de la ciencia en la región de Coquimbo, podemos determinar que tiene tres áreas de producción de conocimiento bien definidas. Hablamos de la astronomía, las ciencias del mar y las zonas áridas, convirtiéndose en disciplinas que permiten la investigación y el desarrollo de diversas labores, entre las que destacan la divulgación científica.
Comunicar la ciencia puede ser algo complejo para algunos. El sólo hecho de traducir un conocimiento que muchas veces es duro y denso, es una tarea que no todos pueden realizar y que no muchos logran hacer efectiva.
Pero existen diversos proyectos e iniciativas locales que han decidido potenciar la comunicación masiva de la ciencia, generando insumos o instancias para acercar este tipo de información a la comunidad y en especial, al público escolar de la zona, logrando una gran aceptación por parte de la gente que las visita.
Conocimos tres experiencias didácticas y entretenidas para divulgar la ciencia en la región de Coquimbo, en donde cada una de estas pretende entregar un conocimiento de forma atractiva, recorriendo las diversas comunas de la zona con sus modernos insumos, paneles, charlas y toda la información que pueden brindar.
El universo a ojos de grandes y pequeños
El Observatorio Interamericano Cerro Tololo realiza una tarea de divulgación de su quehacer, mediante talleres, encuentros o charlas que realizan sus profesionales. No obstante, uno de los principales atractivos que tiene este centro científico es el Planetario Móvil, que desde hace años llega a todos los rincones de la región.
Conversamos con Daniel Munizaga, Operador del Planetario Movil, del Programa de Astronomía y Educación del Observatorio Interamericano Cerro Tololo, quien desde hace 14 años está trabajando en el área, llegando a diversas localidades de la región de Coquimbo con este instrumento, que busca promover el desarrollo de la educación, la ciencia y la tecnología, por medio de la astronomía.
Llama la atención la presencia del Planetario en diversas actividades de divulgación científica. Con sus 3,5 metros de alto, por 5 metros de ancho y 7 metros de largo, permite que entre 30 a 35 personas puedan recibir una charla y maravillarse con lo espectacular del universo, “al interior hay un proyector que muestra alrededor de 2500 estrellas, en donde se puede ver la vía láctea, colores de estrellas, se pueden poner en las posiciones de la fase de la luna y planetas. Todo es visible y muestra cómo se ve el cielo nocturno. También hay un data que muestra otro tipo de informaciones, un software de astronomía que da a conocer las constelaciones, entre otras”, comenta Daniel.
El profesional del Observatorio Cerro Tololo cree que es fundamental que las personas puedan saber un poco más del cielo y el universo, para que de alguna forma podamos cuidar y resguardarlo en el futuro, “el objetivo principal de esta herramienta es que la comunidad estudiantil y general aprenda a observar su cielo, el cielo de la región. Con esta iniciativa se da a conocer parte de la cultura, ya que desde tiempos ancestrales que se observaba el cielo, y hasta ahora, que buscamos enseñar lo que se ha perdido un poco, por ciertas cosas de la modernidad. La idea es que ellos mismos puedan descubrir el cielo real y que fue proyectado en el planetario, para así distinguir el entorno natural, cuidar y preservar el cielo”.
Destaca que hay ciertos niños y niñas que son “preguntones” y que les gusta la astronomía, por lo que esta herramienta les favorece para aprender ciencia y nuevas pasiones.
Para él, una de las situaciones que le da más satisfacción, es que esto es algo que le llega a los más pequeños y pequeñas, “me gusta, me fascina trabajar en esta área. Desde muy chico aprendí la astronomía, no tuve las experiencias que pueden tener los niños de hoy en día, pero siempre hubo cosas en el tiempo que me enseñaron y me hicieron sentir que yo tenía que seguir esta línea y campo”, destaca Daniel Munizaga.
Conociendo el vínculo de los seres humanos con el mar
En mayo del 2018, el PAR Explora de CONICYT Coquimbo le dio el vamos a su Exposición Océanos y Sociedad, una muestra que busca dar a conocer, de forma didáctica e interactiva, el vínculo de la comunidad con el mar, por medio de diversos módulos que motivan a que el público pueda aprender mientras interactúa con la muestra.
La Exposición cuenta con seis módulos con contenido divulgativo de tres caras cada uno, módulos complementarios que muestra como el mar es parte de la cultura el deporte o el arte, además de un panel evaluativo, en donde la interactividad es la pieza fundamental para lograr un acercamiento de las ciencias a todo público y que termina cautivando a los asistentes a esta iniciativa.
“Lo que me gusta es la interactividad, cómo se traspasa el contenido científico que uno conoce como bióloga, de una forma muy sencilla. Podemos hablar de términos como zonación de playas, que es un concepto muy técnico, pero en la exposición está explicado de forma muy clara para que la gente pueda entender el significado de ese concepto ecológico”, explica Geraldine Holtmann, bióloga marina y Encargada de Divulgación del proyecto de ciencias.
Dando a conocer las características de esta “Expo Océanos”, la profesional cuenta sobre uno de los detalles que más llama la atención a los visitantes, “creo que como exposición es una buena herramienta para entregar ciencia entretenida, ya que es “tocable” y los niños pueden palpar lo que están viendo. A ellos les gusta mucho ese tipo de acciones. Además, el diseño gráfico es muy potente y llamativo, entonces para los estudiantes todo lo que permita “tocarse”, todo lo que sea “girar” o “descubrir”, es mucho más entretenido, que, por ejemplo, entregar una charla catedrática de algún tema. La exposición explica esos temas, pero de forma más lúdica”.
Pese a llevar pocos días de funcionamiento, la exposición ha tenido una positiva recepción por parte del público, “la encuentran muy bonita. Incluso los mismos profesionales ligados al área se sorprenden de esta muestra, ya que es tan simple”, detalle Geraldine.
Porque la divulgación científica no debe ser complicada. Al contrario, tiene que ser sencilla para que la mayor cantidad de personas puedan aprender y disfrutar ese conocimiento, “explicar ciencia puede ser más sencillo de lo que nosotros pensamos. Los chicos y chicas que trabajan como monitores son biólogos, y uno les hace preguntas tan pequeñas y nos enredamos un mundo en poder responder, y a veces es más sencillo de lo que parece. La exhibición busca dejar el bichito para que pueden mirar con otros ojos la playa, el océano y el vínculo que tenemos con ellas”.
Para mayor información y consultas, puede visitar el sitio www.explora.cl/coquimbo o enviar un correo a explora.coquimbo@gmail.com
“La ciencia sobre ruedas” que recorre la región de Coquimbo
Cerca de dos años de trabajo ininterrumpido es el que ha desarrollado el CEAZA Movil como vehículo de la ciencia, llegando a todos los rincones de la región de Coquimbo y acercando el quehacer científico, por medio de diferentes muestras y temáticas vinculadas al área.
Conversamos con el coordinador de este laboratorio móvil, el biólogo marino Jose Cortez, quien desde el año 2014 ha estado trabajando en el Centro de Estudios Avanzados en Zonas Áridas y en donde una de sus más grandes pasiones es la divulgación, “el tema comenzó a interesarme en un ramo de la Universidad. A través del Profesor Sergio González comencé a descubrir y ampliar el horizonte. Desde ahí nace esta curiosidad de empezar a decir ‘vale, se están haciendo un montón de investigaciones, quedan en papers’ y frente a la necesidad de que eso llegue a la gente, de forma precisa, es que nace esta pasión y lo que dedico en mi trabajo y otros planos de vida”.
Cortez cuenta que el proyecto nace para fomentar la ciencia ciudadana. Es por esto que se obtuvo un vehículo para poder acercar más el conocimiento científico para la región, pero que, en un comienzo, no es como lo conocemos en la actualidad, “en el papel, al principio era un furgón para trasladar gente y llevarlas a otro sector para hacerles capacitaciones. Luego se transforma en lo que es hoy día, un Peugeot bóxer, como el que utilizan las ambulancias, y está adaptado con sus paneles solares, sistemas eléctricos y mesones que simulan laboratorios. Entonces, con los insumos que tenemos como microscopios, lupas, pipeta, bisturí, etc., hacemos actividades de divulgación científica, en donde el usuario sea el gestor de su conocimiento”.
En este 2018, el objetivo es desarrollar el concepto de Laboratorio Libre, que es explicado por el biólogo marino, “este concepto dice, ‘tenemos todos estos insumos, lupas, microscopios, frasquitos, ahora investiguemos con las muestras que tenemos’. Se va a generando un dialogo de aprender a usar un instrumento en vivo y además con la explicación de la muestra. Vamos haciendo un vínculo directo desde las sensaciones. Eso marca una diferencia entre simplemente hablar-hablar-hablar y que los niños se planteen preguntas, puedan interactuar. A partir de esas sensaciones, es que la emoción permanece en el tiempo, la emoción conectadas a un recuerdo, el de la experiencia de haber sido parte de un laboratorio”.
Con esta modalidad, se da un positivo diálogo entre expositor y los visitantes. Tanto niños, niñas y adultos, son parte de esta interacción que es valorada por el Coordinador del Proyecto, “al momento que se sueltan los niños, fluyen. Eso se da harto en zonas rurales, siento que el paisaje y el entorno, evita que se pierda esa conexión con la curiosidad, con el recorrer y conocer el entorno, que están lleno de sensaciones directas con la naturaleza y que acá se ve coartado entremedio de edificios, calles, autos. El adulto comienza a entregarte el relato vivencial del paisaje del cual estamos tratando”.
Un gran número de personas ha sido parte de esta iniciativa y a pesar de los cambios, la experiencia queda y se ve reflejada en la labor realizada, “este año estamos con un equipo más reducido, pero queda el legado de la gente que trabajó, como Bárbara, Marjorie, la labor de Janis, Patricio, Camila, Alexadra Stoll, Antonio Maldonado, Shelly Mcdonel, José Rutllant, y otros nombres. Del equipo Paulina, Alejandra, Sabrina, Claudia… también quedan el trabajo con los módulos, experiencias y capital humano. Uno va a aprendiendo muchísimo”.
El Ceaza Movil necesita un espacio mínimo de 5 m de ancho, 8 m de largo y 3 m de alto para instalar el vehículo, pero cumpliendo esos requisitos, los integrantes de este proyecto están llanos de visitar cualquier localidad de la región. “Para hacer más eficiente la petición del Ceaza Móvil, hay un formulario google docs de 10 pasos (Ver acá http://ceaza.cl/vehiculodelaciencia/), que solamente busca conocer de dónde viene la solicitud y si tiene el espacio para instalarlo, para que sea seguro para nosotros y los niños. El espacio siempre ha sido la limitante, pero volviendo al origen del proyecto, estamos priorizando las zonas más remotas, en el orden Choapa, Limarí y Elqui y con un tinte más rural”, finaliza.
Puede leer más reportajes acá, en la Edición N7 de la Revista El Explorador.
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