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Entrevista: Los mundos complementarios de Francisco Rothhammer

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  • 21 Julio, 2017

 •    Francisco Rothhammer, Premio Nacional de Ciencias Naturales 2016, de profesión odontólogo y doctor en ciencias, se ha dedicado a investigar la genética humana y movilidad de las poblaciones. Este académico de la Universidad de Tarapacá, que no usa redes sociales, y se opuso a que le hicieran la más mínima propaganda para obtener el premio, es un científico enamorado de la vida y su profesión.

 
•    Su investigación inspiró el Campamento Científico para estudiantes “Tras las huellas de la humanidad”, responsabilidad del Proyecto Explora de CONICYT, de Arica y Parinacota de la Universidad de Tarapacá.

Sus pupilas azules inundan todo. Me cita a las 10 de la mañana en su oficina de un segundo piso, donde se encuentran los laboratorios del Instituto de Alta Investigación de la Universidad de Tarapacá en Arica. Su voz suave traduce los recuerdos de su vida en Santiago, donde nació, y la historia desde su inicio se convierte en un argumento digno de novelar.

-Dime Francisco no más, sugiere el Premio Nacional de Ciencias Naturales 2016, una eminencia en el estudio del genoma humano. Confieso que es imposible tutear a un científico de estas características, por muchas razones, una de ellas es que son escasos los investigadores de su envergadura, que abren un espacio para relacionarse sin verticalismos.

Francisco Rothhammer nació en Santiago y su niñez y juventud estuvo inmersa en el mundo de sus padres, pues tenía colegio, estadio y teatro alemán. Vivía en una isla, alejado de la realidad nacional, ya que su familia estaba más interesada en lo que acontecía en Europa que en Chile, y él siendo niño lo percibía.

-Mi primer contacto efectivo con la realidad nacional fue cuando ingresé a la universidad, porque mis compañeros de curso habían tenido una experiencia radicalmente distinta a la mía. Se produjo una especie de contraste, al que atribuyo mi interés especial por las etnias originarias y la geografía chilena.

Aunque su mamá quería que se casara con la hija del agregado cultural de la Embajada de Alemania, no resultó. Coincidentemente, sus dos ex señoras son descendientes de españoles, con las que tuvo cuatro hijos, dos y dos.

Trabaja de lunes a viernes en el laboratorio, y el fin de semana camina por la playa, por la costanera o disfruta su parcela en el kilómetro uno y medio del valle de Azapa en Arica. Todos los días desayuna un jugo de naranja con zanahoria; pan negro holandés y frutas, normalmente papayas. Le encanta la cocina y sale poco a cenar con amistades, porque se confiesa un poco demofóbico.

Es académico de la Universidad de Tarapacá y profesor honorario de la Universidad de Chile. En su apretada agenda anual, rechaza normalmente dos a tres viajes por el mundo.

-He viajado tanto en mi vida, que ya no sé adónde ir, sólo me falta China e India. Hoy tengo ganas de hacer otro viaje, pero estoy dudando entre volver a Alemania por un tiempo, pues tengo amigos y también vínculos con la Universidad de Heidelberg; o al norte de Perú, donde hay lugares muy interesantes que están vinculados con mi trabajo científico.

PRIVILEGIOS DEL HIJO ÚNICO

¿Cuáles son las raíces de un estudioso del genoma humano como usted? ¿De dónde vienen sus apellidos Rothhammer Engel?
-Mi abuelo materno era representante para América del Sur de la empresa alemana Mannesmann. Él envió a mi abuela a Alemania para que nacieran allá sus hijas, pues quería que se nacionalizaran. La familia de mi mamá viene de Bremen, del norte; sin embargo, los Rothhammer son del sur. Es una familia muy antigua con raíces en el Siglo XIV, uno de mis antepasados tiene un título nobiliario von Rothhammer.

Su papá tuvo que pelear en la Primera Guerra Mundial, en el frente ruso, a los 17 años. Eso lo marcó para toda la vida. Sobrevivió a la guerra, se fue a Alemania y luego a Chile. En la casa del abuelo de Francisco, ubicada en un barrio elegante de esa época, había fiestas todos los sábado con orquesta, ahí se presentaban socialmente los jóvenes, en una de esas fiestas su padre conoció a su madre.

Cuando piensa en su casa y su familia, ¿qué recuerda de esos días de niño?
-Yo fui hijo único, mi mamá, Tona Engel, era una bailarina de ballet bastante famosa en su tiempo y tenía una escuela de danza clásica con la que se presentaba en el Teatro Municipal. Recuerdo que tenía muchos juguetes, que cuidaba bastante y no me gustaba que llegaran amigos porque me los echaban a perder. Cuando uno es hijo único como que se educa un poco egoísta, es verdad eso, siento que tuve muchos privilegios.

¿Fue un niño feliz?
-Tener muchos beneficios no implica ser feliz. No era tan feliz. Mi papá tenía un edificio en la calle Mac Iver con su consulta en el primer piso y mi mamá su sala de baile, y vivíamos en el segundo piso, yo vivía solo ahí… tenía algunos amigos del barrio con los que nos juntábamos a jugar en la plaza Santa Lucía, pero ninguno de mis compañeros del Colegio Alemán vivía en el centro, todos eran de Providencia o Las Condes.

La soledad de Francisco se fue acompañando de visitas al Museo de Historia, actual Archivo Nacional, especialmente en la sección de antropología y arqueología que quedaba en el subterráneo. Con las estufas en el invierno este lugar era tan acogedor que él pasaba mucho tiempo ahí, encantado con las lecturas sobre las poblaciones originarias chilenas, sobre todo las del sur.

TRAYECTORIA DE UN ALEMÁN NACIDO EN CHILE

Respecto a Chile y Alemania, siente el corazón dividido?
-No puedo negarlo…cuando viví en Alemania me sentía muy bien, yo hablo súper bien alemán, incluso lo aprendí antes que el castellano.
En un principio este tema me confundía porque cuando estaba en Chile quería irme a Alemania y cuando estaba en Alemania quería volver, entonces me preguntaba ¿qué es lo que soy?, ¿soy chileno o alemán?, después llegué a la conclusión que soy las dos cosas no más, soy chileno alemán y punto, en Alemania existe un término: un alemán nacido en el extranjero.

¿Cómo se vincula con la odontología?
-Estudié odontología en la Universidad de Chile porque mi padre era odontólogo, fue la única razón. Desde el primer año estaba más interesado en la investigación básica, que en el ejercicio de la profesión; al segundo año de la carrera me nombraron como alumno ayudante de la cátedra de biología general. En esa época no existía ninguna Facultad de Ciencias para ser científico. Me fui un año a Alemania a trabajar como dentista a una clínica en Bremen, especializándome en cirugía maxilofacial, que era una cuestión bastante cruenta y no me gustó. Sentía que me interesaba más hacer investigación científica.

Volvió de Alemania y trabajó en la consulta de su papá, después en la Facultad de Medicina como ayudante, luego durante la reforma universitaria pasó a ser profesor.

¿Cómo continuó su trayectoria profesional?
-Trabajé en la Facultad de Medicina, me formé en genética con dos profesores muy importantes, los dos premios nacionales, uno se dedicaba a la inmunología y el otro a la genética de poblaciones. Fue una época en que descubrí que lo que realmente me interesaba era conocer al ser humano del punto de vista antropológico. Opté a una beca del Ministerio de Salud en E
stados Unidos y me fui a la Universidad de Michigan, al Departamento de Genética Humana, y ahí estuve casi tres años, luego en la Universidad de Texas. Conocí todo Estados Unidos y volví a Chile cuando estaba abierta la Facultad de Ciencias y comenzaban a ofrecerse los primeros doctorados con mención en genética y me doctoré por la Universidad de Chile.

Ahí definitivamente me encaminé por el lado de la investigación científica de la genética de poblaciones humanas. Volví a Texas como profesor visitante y después trabajé en la Facultad de Medicina, fui director del Departamento de Genética durante varios periodos y obtuve varias becas en fundaciones. También fui profesor visitante en la Universidad de Hamburgo en Alemania y de muchas universidades latinoamericanas.

EL CIENTÍFICO ENAMORADO

Dentro de esa vorágine de estudios y trabajo ¿quedó tiempo para el amor?
-Yo tenía mucho éxito con el sexo opuesto. Cuando llegó el momento de irme a Estados Unidos estaba pololeando con una niña con la que nos entendíamos muy bien y decidimos casarnos. Con María Olga, de padre español y madre italiana-francesa, tuvimos dos hijos. Realmente el matrimonio no es algo que me calzara muy bien, nunca lo entendí de otra forma que no fuera una especie de lazo que me ataba a un compromiso. El nexo emocional, con los papeles, a veces, dicen que se pierde un poco.

En la Facultad de Medicina, después que volví de Estados Unidos, formé un grupo de trabajo en genética humana, pues quería estructurarlo mejor que lo que ya existía. Contraté a una niña que era tecnóloga médica…

A medida que recuerda este episodio, Francisco Rothhammer cambia la voz, de suave a más grave y asume que se complica hablar del tema, pero le señalo que es interesante saber cómo un científico compatibiliza el amor con su laboratorio, y nuevamente y con energía sorprende con su respuesta.

-Los científicos somos muy apasionados, tremendamente…

¿Usted se separó?
-Finalmente sí. Contraté a esta tecnóloga médica y me enamoré e inicié una relación que duró más de 20 años, tuvimos dos hijos, pero tuvimos problemas porque ella trabajaba conmigo en la Facultad de Medicina.

Dicen que uno no debe trabajar con la familia…
-Sí, definitivamente no es bueno, yo era marido de ella, el jefe directo y además el tutor en el magíster. Se sintió, creo que invadida, además en esa época yo era bastante autoritativo, como era hijo único, había sido regaloneado toda la vida… junta todo eso y es como obvio lo que pasó. Ahí nos separamos.

En este momento, ¿está en pareja?
-Tengo una pareja con la que me vine a Arica hace 10 años, cuando me contrató la Universidad de Tarapacá.

O sea, como se dice en el Facebook, usted está en una relación?
-Sí, estoy en una relación. La verdad de las cosas es que toma en cuenta todo lo que te he hablado, tengo ciertas dificultades para asumir una relación amorosa con una mujer para toda la vida, como por ejemplo, mi papá fue así, se casó con mi mamá y vivieron juntos toda una vida.

¿Después de haber sido hijo único, qué significa tener una familia numerosa?
-Fue muy emocionante para mí cuando la Presidenta de la República me entregó el Diploma del Premio Nacional y estaba todo el familión. Yo dije en un pequeño discurso después de haber recibido el premio: aquí hay tres generaciones de Rothhammer presentes en el patio de Los Naranjos de la Moneda, todos mis hijos y nietos y una de mis ex señoras.

Esta reunión del premio fue como la postal familiar más bonita que he tenido el último tiempo. El haber logrado unificar a mi familia y juntarnos todos y vernos, es lo mejor que puedo vivir.

TEMAS DE ESTUDIO

Su interés por los pueblos originarios, tiene que ver con vivir en su mundo alemán, sin acceso al mundo de la mayoría?
-Creo que es importante ese mundo de la sección de antropología y arqueología del museo, donde me sentía muy cómodo, no sé por qué, quizás porque contrastaba radicalmente con lo que vivía en mi casa. Mi mamá y su ambiente especial con las bailarinas; mi papá con sus pacientes. Después tuve un profesor en el Colegio Alemán, que nos enseñaba arte precolombino y filmaba películas en el Cuzco y en lugares importantes para el desarrollo cultural americano y andino, y luego las mostraba en el colegio, y a todos nos encantaban. Fueron justamente las cosas que yo conecté después.

Hay varias vertientes estudiadas y relacionadas por usted, el tema científico, arqueológico, antropológico…
– Y sicológico también. Cuando volví a Estados Unidos la segunda vez me dio una crisis de soledad y depresión, dejé ese trabajo de profesor visitante y poco menos me arranqué de Texas. Me sentí mal incluso físicamente, entré a terapia de grupo de orientación sicoanalítica y trabajé con un sicoanalista top de Chile por alrededor de 36 años.

¿Qué trabajo realizó?
-Exploración de uno mismo. Era una terapia de orientación sicoanalítica que hacíamos con un grupo. Trabajar en sicoanálisis ha sido tremendamente útil para entender muchas cosas en la vida, para juntar a toda mi familia, que inicialmente estaba dispersa; también para mi trabajo científico, porque es ir a lo profundo, entender qué es el inconsciente.

PREMIO INESPERADO

Por ahí leí que nunca se postuló al premio que le dieron, ¿sabía que estaba nominado?
-Sí, porque uno tiene que presentar su currículum por la universidad en que trabaja, a todos se los pidieron con una carta oficial de la institución, la Universidad de Tarapacá decidió presentar mi currículum para el premio nacional.

¿No hizo campaña?
-¡Ninguna! Yo me opuse radicalmente a eso, porque va en contra de mi forma de ser… les dije que no, incluso me enojé… estoy en contra de la farándula… soy enemigo de ese tipo de cosas, tuve que pelear con algunas personas que querían promoverme, ¡Por Dios qué tontera!

Si no le hubieran dado el premio ¿qué le habría pasado?
-Nada, estaría sentado en la misma silla, diciéndote las mismas cosas que estoy diciendo ahora.

Y ¿qué pasó cuando le avisaron?
-Fue una sorpresa y me alegré. Resulta que la Ministra de Educación es una persona muy simpática y cordial. Nos encontramos varias veces en la ceremonia en La Moneda, incluso conversamos mucho y también aproveché de conversar con la Presidenta de la República, porque nos tocó sentarnos al lado. Primera vez que hablaba con ellas. Con la Presidenta intercambiamos algunas ideas sobre el Colegio Alemán y la formación que tuvo ella en Alemania y en la Facultad de Medicina, me pareció desde el punto de vista humano una persona muy sencilla y cálida. Fueron cosas muy emotivas.

No creas que el premio ha cambiado mi vida, para nada, yo diría que muy poco, salvo la ceremonia en Arica donde me nombraran Hijo Ilustre. También el rector de la Universidad de Tarapacá me hizo un homenaje y en Santiago en la Universidad de Chile también, había como 15 compañeros de curso presentes. En la Facultad de Medicina me nombraron profesor honorario y lo último que me impresionó más fue que el rector de la Universidad de Chile, a quien conozco hace muchos años, me invitó a almorzar a la rectoría y me entregó la medalla rectoral.

¿Cuáles son sus sueños a corto o largo plazo?
-Poder seguir trabajando
aquí un tiempo más… por el momento mi horizonte está ubicado a tres o cuatro años y ahí voy a decidir qué hago, hay varias alternativas, puedo dedicarme a pintar o a hacer fotografías.

MOVILIDAD Y ABURRIMIENTO

La movilidad de las poblaciones tiene que ver con el aburrimiento?
-El aburrimiento es uno de los problemas grandes de la humanidad, la gente se latea de la monotonía, estamos hechos para cambiar de actividad. Los jubilados piensan en la vida que tendrán sin ir a trabajar y resulta que después se encuentran en la casa sin tener nada que hacer, y se aburren… necesitas hacer cosas distintas como para no sentir esta sensación de aburrimiento.

ESTUDIOS GENÉTICOS

Ser genetista y hacer la microevaluación de las poblaciones americanas, qué utilidad tiene?
-Hay dos cosas, una es la utilidad personal y otra es la utilidad pública. Esto es fundamental para entender cuáles son los patrones de morbilidad. Hay muchas enfermedades crónicas, infartos, diabetes, obesidad; lo que se llama el síndrome metabólico y que son todas enfermedades que están relacionadas y tienen que ver con algunos genes que están presentes en las poblaciones, por eso comparar, por ejemplo, los pueblos mapuches con los aymaras, nos puede enseñar mucho.

¿Cuánto tiempo toma el estudio genético?
-El hacer ciencia es un proceso continuo, más bien cuantitativo, uno se hace preguntas sobre el entorno y de ahí surgen ciertas respuestas, que generan nuevas preguntas y así sucesivamente. Incluso en este proceso de iniciar el estudio de un tema, a veces se encuentran respuestas para temas absolutamente diferentes.

¿Qué le parece que su investigación sea el tema central de un campamento científico para estudiantes, desarrollado por Explora Conicyt de la Universidad de Tarapacá?
-La verdad yo encantado de colaborar, pero dudo un poco si lo que yo pueda aportar va a ser de utilidad para los niños, he tenido algunas experiencias en los colegios de Arica con un muy buen resultado. Existe la posibilidad que mi presencia ahí sirva para algo, aun cuando no sé cuan útil pueda ser.

GATOS VIRTUALES

¿Qué redes sociales tiene?
-Cero, no me interesa, el celular lo tengo casi siempre apagado, yo me conecto por correo, por internet, es mi forma de comunicarme y contesto el teléfono de la oficina.

¿Cómo nos ha afectado la vida tener redes sociales?
-Por qué exponerse a todo esto, para qué, si te quieres candidatear para ser presidente de la república, diputado, senador o concejal úsalo o si crees que te vas a sacar el premio nacional de ciencias usando el Facebook y el Twitter ya; pero como yo no tengo ningún interés de ser ninguna de esas cosas, para lo que me interesa que es tener contacto científico sólido, importante, a nivel internacional, uso el correo. La gente que quiere trabajar conmigo me viene a ver aquí… los invito a un restaurante en Arica y lo pasamos genial.

¿Será parte de la soledad del ser humano estar exhibiéndose tanto?
-También el aburrimiento. Si es lo mismo que tener un gato, hay un estudio que indica que la gente vive más años porque se siente acompañada y ahí hay compañía virtual. Sienten que tienen no sé cuántos amigos en el Facebook, lo cual es una estupidez, pues no los tienen.

Una ex polola mía, que vive en Alemania, supo toda la historia del Premio Nacional, tiene las fotos mías y me escribió y me pareció sorprendente. Yo no necesito Facebook para existir.

¿Alguien lo ha entrevistado sobre estos temas?
-No y me parece interesante hablar sobre la vida, son temas que comparto con mis amigos y con mis colaboradores.

Ahora está dispuesto a compartirlo con más gente?
Y dónde me van a comentar del tema? No creo que vengan a la oficina, ojalá que no.

 

Vídeo del Científico -> VER

 

Por: Ada Angélica Rivas
Fotografías: Pablo Siau

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