El PAR EXPLORA Coquimbo apelando a su espíritu marino, que responde a los cientos de kilómetros de costa que tiene la región y un entorno de trabajo inigualable, durante el mes de junio se realizó un Ciclo de Actividades de Aprendizaje Marino.
Los estudiantes de Biología Marina de la Facultad de Ciencias del Mar de la Universidad Católica del Norte, fueron entrenados para realizar actividades de aprendizaje marina, basado en un modelo pedagógico, para así incrementar los conocimientos sobre el ecosistema marino de la zona. Todo esto bajo el apoyo del PAR EXPLORA Coquimbo.
Esta vez, la alumna de Biología Marina, Millaray Lillo, nos da a conocer una interesante investigación.
Tiburones: estructuradores de comunidades marinas
Desde que en el año 1975 se estrenó la película “Tiburón” del famoso director de cine Steven Spielberg, el temor de ser atacado por uno de estos animales está presente en muchas personas. Aunque aparentemente sin intensión, películas como esta, han estigmatizo a los tiburones como “asesinos” provocando un repudio colectivo hacia ellos. No obstante, las cifras no respaldan estas creencias. Las muertes o ataques a humanos causadas por tiburones son tan ridículamente bajas que tomarlas en consideración es sólo populismo. De hecho, es más fácil que cualquiera de nosotros muera a causa de la caída de un rayo que por el ataque de un tiburón. En el mundo, millones de personas mueren de hambre y otros tantos, en accidentes automovilísticos… mientras que unas 100 mueren por ataque de tiburón cada año. Como alguien dijo alguna vez: “No son Satán, ni tampoco Bambi”.
Los tiburones son organismos clave en la estructura de las comunidades oceánicas. Pertenecen al eslabón más alto en la cadena trófica marina, alimentándose de las especies más abundantes, con lo que contribuyen al equilibrio de las poblaciones marinas. En otras palabras, un océano sano y equilibrado requiere de una población suficiente de tiburones.
Lamentablemente, desde hace algunos años el tiburón ha sido objeto de una caza indiscriminada. La captura de tiburones se ha incrementado rápidamente en los últimos 50 años, pues en países asiáticos hay mucha gente dispuesta a pagar un alto precio por una sopa de aleta, que además de ser considerado como una comida exclusiva, también se cree es afrodisiaco. Con este objetivo, los pescadores capturan tiburones vivos, para cortarles su aleta y luego, arrojarlos al mar, donde este muere inevitablemente. La disminución de las poblaciones de los grandes tiburones en el Atlántico Norte ha permitido el aumento indiscriminado de otros organismos, como rayas y otros pequeños tiburones, que crecen sin sus depredadores naturales que regulan su abundancia. Como resultado, las rayas han acabado con los bancos de ostiones y almejas… y con eso, con la industria recolectora de estos productos.
Diversas organizaciones científicas trabajan para cambiar la mala imagen que injustamente se han ganado los tiburones y fomentar una mirada más equilibrada de este fascinante organismo estructurador de comunidades marinas.
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