Cada día, según los datos de la Organización Mundial de la Salud, mueren alrededor de 830 mujeres embarazadas en el mundo, por factores que se podrían haber prevenido. Una cifra trágica y silenciosa, que tiene entre sus cuatro causas más recurrentes —que significan un 75% del total de los casos— la preeclampsia, una complicación severa del embarazo que desata una presión arterial muy alta, dañando órganos como el hígado y los riñones.
La investigadora Alejandra Chaparro, odontóloga y periodoncista —especialista en encías y otros tejidos que soportan los dientes—, lleva una década intentando dilucidar qué causas influyen en el desarrollo de un cuadro en el que una detección temprana es vital, ya que de no tratarse rápida y eficazmente, puede significar la muerte de la madre o del hijo. La idea, que hoy desarrolla junto al ginecólogo Sebastián Illanes a través de la empresa Pregnóstica —un spin-off de la Universidad de Los Andes asociado a un fondo de de inversión—, es crear un test para embarazos saludables, que con una muestra de saliva o de fluido gingival permita diagnosticar si las pacientes pueden desarrollar preeclampsia u otros males como la diabetes gestacional.
—Ambas enfermedades se diagnostican tardíamente en el embarazo, y en el caso de la preeclampsia cuando ya no hay vuelta atrás —dice la investigadora, de 46 años—. A pesar de todos los avances científicos, todavía no somos capaces de disminuir su incidencia en las embarazadas. Por eso, estamos creando un test de diagnóstico predictivo que puede aplicarse al comienzo del embarazo, cuando todavía es posible detectar estos problemas en sus etapas iniciales.
Para eso, en 2012 realizó una primera prueba con 150 mujeres diagnosticadas con preeclampsia, en su tercer trimestre de embarazo, que estaban siendo atendidas en los hospitales San Bernardo y Sótero del Río, y en la Clínica Dávila. Mientras realizaban ese estudio, que más tarde publicarían en la revista Prenatal Diagnosis, comprobaron algo fundamental: la presencia de una glicoproteína propia de la placenta —la fosfatasa alcalina placentaria— que estaba llegando a través de la sangre hacia los fluidos orales de las embarazadas.
Además, el 80% de las pacientes declararon haber sufrido algún grado de enfermedad en sus encías, entre ellas la periodontitis, o inflamación severa de las encías, desde el inicio del embarazo. Estos resultados, explica Chaparro, la hicieron pensar en un método de detección accesible, un dispositivo que reconociera la presencia de esta fosfatasa placentaria para advertir a las pacientes, en cualquier consultorio, hospital o clínica del país, que podrían estar en riesgo de desarrollar preeclampsia. Pero antes de eso, decidieron validar sus resultados con un segundo estudio, que realizaron entre 2014 y 2016, sobre 350 mujeres embarazas saludables, en su primer trimestre de gestación.
Los resultados de esa nueva investigación, que fueron publicados en la revista Journal of Periodontology, revalidaron la idea de crear un test: en muchas de las pacientes volvieron a encontrar rastros de la fosfatasa alcalina placentaria, y también de una segunda proteína, llamada factor de crecimiento placentario, que está relacionada con otra complicación del embarazo, la diabetes gestacional. Con esa evidencia, cuenta la periodoncista, se decidieron a armar el spin-off e intentar crear el dispositivo.
–A partir de las muestras de saliva y fluidos de las encías —dice la investigadora—, descubrimos que estas moléculas inflamatorias aumentaban tempranamente en las embarazadas que luego desarrollaban preeclampsia o diabetes gestacional. De esa forma, un proyecto que se inició como ciencia básica se transformó en uno de ciencia aplicada, en que intentamos conocer qué biomarcadores pueden predecir tempranamente estas enfermedades en el embarazo.
Actualmente, el equipo de la Universidad de Los Andes está realizando un nuevo estudio con otras 550 mujeres, en su primer trimestre de embarazo, con lo cual llegarían a un número estadístico suficiente para validar que estas moléculas pueden ser apropiadas para la predicción de ambas patologías. Además, quieren determinar en qué concentración deben estar presentes para ser consideradas de riesgo. Una vez que hayan terminado esas pruebas, estarán en condiciones de validar el prototipo del test ante la Agencia de Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos.
—Son un montón de exigencias de reclutamiento de personas, reacción a la toma de muestras, condiciones de temperatura e incluso vibración de los mesones, que debemos cumplir. De esa forma, cada una de las etapas del desarrollo serán chequeadas para comprobar que un test así podría funcionar —dice la periodoncista.
De lograrlo, el plan es crear un dispositivo de bajo costo, que esté disponible en todos los centros de salud de Chile, y sea capaz de detectar en pocos minutos la posibilidad de tener enfermedades relacionadas con el embarazo. Un test para salvar vidas.
Texto: Marcelo Salazar