Ver el sol del amanecer filtrarse entre los 15 moais del Ahu Tongariki, en Isla de Pascua, es una experiencia fugaz, pero que suele permanecer en la retina de quienes han podido contemplarlo. La luz atraviesa las columnas de piedra, pintando de a poco, con tonos suaves, la extraordinaria naturaleza a su alrededor.
Hoy, ese paisaje está en peligro. Frente a los ojos pétreos de los 15 moais, el humedal del volcán Rano Raraku —la cantera en donde los rapa nui esculpieron estas figuras—, se está secando. Tanto es así, que el tradicional triatlón que atravesaba sus aguas para celebrar la fiesta Tapati, la más importante de la isla, tuvo que ser trasladado al mar. La disminución del nivel de agua también afecta la flora alrededor del humedal, que podría desaparecer en el corto plazo.
En 2016, la UNESCO dio una noticia trágica para la isla: que que el Parque Nacional Rapa Nui era uno de los siete sitios considerados Patrimonio de la Humanidad más vulnerables al cambio climático. Sus efectos ya son evidentes. La Matu’a pua’a (Polypodium scolopendria), un helecho de alto uso medicinal, que crece en las laderas del volcán Rano Kau y es usado para calmar dolores musculares, hoy está en alto riesgo de extinción. Hacia el centro de la isla, en la localidad de Hanga Roa, la Pua (Curcuma longa), utilizada para aliviar quemaduras, esguinces y contusiones, también se encuentra amenazada en su estado silvestre.
Ante la gravedad de la situación, hace cinco años un grupo de investigadoras de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso realizó un curso de propagación y conservación de material vegetal, junto a funcionarios de CONAF de la isla y varios taotes (médicos) del box intercultural del Hospital Hanga Roa. A partir de esa experiencia, el equipo de investigadores, encabezado por la ingeniera agrónoma Mónica Castro, postuló al Fondo de Fomento al Desarrollo Científico y Tecnológico, de CONICYT, con el objetivo de generar un gran plan científico de recuperación de estas especies, que son patrimonio natural y cultural de la isla.
—La flora nativa está constituida actualmente por 48 especies, que se encuentran en distintos estados de conservación. La flora original incluía más especies, que hoy están desaparecidas. El número de especies extintas de Rapa Nui se estima ya en veintiuno —dice la investigadora y directora del Programa de Propagación Masiva de Especies Medicinales en Isla de Pascua.
La medicina ancestral, de gran relevancia para el pueblo rapa nui, se ha visto afectada tanto por el cambio climático como por la sobreexplotación de las especies. Por eso, durante la primera etapa del proyecto, que partió en 2015, decidieron generar bancos de germoplasma —reservorios de semillas y otros recursos genéticos vegetales— de Matu’a pua’a y Pua, tanto en la isla como en el Laboratorio de Propagación que tiene la PUCV en Quillota. La elaboración de estos espacios, explica Castro, era el paso necesario para contar con una óptima cantidad de ejemplares saludables y plantear su restitución.
—Eso fue fundamental para dar inicio a la propagación masiva de las especies —dice Castro—. Considerando la alta vulnerabilidad del material en la isla, que se vio reflejada durante los incendios de septiembre de 2017, contar con un reservorio in vitro era pertinente para asegurar su conservación.
En esa etapa del proyecto, lograron cultivar cinco mil ejemplares de Pua in vitro —que se encuentran mayoritariamente en el Escuela de Agronomía de PUCV—, pero con la especie Matu’a pua’a tuvieron mayores dificultades en los procesos de desinfección y establecimiento. Por eso, en esta segunda etapa, que comenzó en junio, buscan definir con mayor precisión las condiciones necesarias para hacer crecer esta segunda planta, y están preparando un viaje a Rapa Nui para comenzar a repoblar de Pua, evaluando su desempeño en su hábitat natural.
—El objetivo final es desarrollar tecnologías que permitan la conservación —dice Castro—, y extraer plantas para los preparados medicinales, manteniendo poblaciones nuevas para su cultivo de forma constante en el tiempo.
Si bien la supervivencia de estas plantas fundamentales para los rapa nui, explica la investigadora, seguirá expuesta a factores incontrolables, como la sequía y los daños que produce el turismo, en el futuro trabajarán para capacitar a los isleños en una extracción menos invasiva, que permita disminuir la vulnerabilidad de la isla ante el cambio climático.
Texto: Estela López