Paola Acuña: “Los Científicos salimos de los laboratorios, y la gente entró en ellos”

Paola Acuña
  • 5 marzo, 2019

La bióloga marina, directora del centro regional CEQUA de Punta Arenas, tiene un objetivo claro: poner la ciencia a disposición de los problemas de las personas.

Son dos palabras, casi idénticas, y ambas son esenciales: pertinencia y pertenencia. Paola Acuña las dice seguido, cada vez que necesita explicar cómo funciona y a qué aspira el Centro de Estudios del Cuaternario, Fuego-Patagonia y Antártica (CEQUA), ubicado en Punta Arenas. La bióloga marina, de 51 años, lleva los últimos ocho siendo su directora y en ese tiempo han investigado, entre otras cosas, las rutas migratorias de las ballenas jorobadas —logrando identificar a unas 70 en la zona— o la genética de las centollas locales, su historia evolutiva y el efecto en ellas del cambio climático. Pero su trabajo, al menos los últimos diez años, no se ha tratado sólo de laboratorios. Fuera de ellos, de hecho, es donde hoy está su mayor dedicación.

Cuando asumió su cargo, CEQUA ya llevaba seis años en Magallanes, tras ser una de las instituciones seleccionadas en la primera convocatoria para la creación de centros regionales realizada por el Programa Regional de CONICYT en 2001, que buscaba descentralizar la ciencia en Chile. El objetivo de Acuña, su nueva directora, fue claro: la región debía conocerlos. Para eso, asegura, tuvo que entender dónde estaban los problemas y necesidades locales, e idear formas de trabajo en torno a ellos. Usar sus recursos para potenciar a la región y llegar a sus habitantes.

Su trabajo no se ha tratado sólo de laboratorios. Fuera de ellos, de hecho, es donde hoy está su mayor dedicación.

Luego, dice, vino algo clave: difundir lo que sabían. Se aliaron con dos de los diarios más influyentes de la zona —El Pingüino y La Prensa Austral—, y crearon el suplemento Cequarito, una suerte de Icarito regional enfocado en la divulgación científica. Desde entonces, los investigadores de CEQUA se establecieron como columnistas regulares, comenzaron a ir a las radios y a aparecer en muchos reportajes hablando de sus búsquedas, y del enorme potencial que tiene la zona para distintas disciplinas científicas.

Hoy también realizan talleres para niños y forman parte activa de las actividades de la ciudad, como el Carnaval de Invierno, en donde han recibido el cariño de una comunidad que ya los siente propios.
—Muchas veces pienso que podría haberme dedicado sólo a mis proyectos, a ser una muy buena investigadora. Pero en un momento lo supe: era aquí donde tenía que estar —dice la bióloga marina, doctora en Ciencias de la Universidad Autónoma de México—. Hoy tenemos un centro arraigado a la comunidad y hacemos consultas ciudadanas para nuestras investigaciones. Los científicos salimos del laboratorio y la gente entró en ellos.

—¿Cómo se llega a eso?

—Tuvimos que partir por acercarnos a las problemáticas, y entenderlas como oportunidades científicas. Detectamos los ejes estratégicos y productivos de la región; encontramos nichos de acción y los abordamos con nuestra mirada. Hay necesidades que son políticas, sociales y administrativas para el desarrollo regional y que se pueden abordar científicamente, como proponer un plan de manejo estratégico de reservas naturales en las Torres del Paine.

Paola Acuña - CEQUA

Paola Acuña es bióloga marina, doctora en Ciencias de la Universidad Autónoma de México. Cuando asumió su cargo como directora en 2010, CEQUA ya llevaba seis años en Magallanes.

—¿Antes no había investigación arraigada en Magallanes?

—Sólo de forma global. Proyectos que respondían a una pregunta científica, pero siempre ligada a una problemática amplia, mundial. Y eso está bien. Pero, ¿cómo bajas esa información? ¿cómo haces que ese resultado se aplique a una necesidad social local? Se suele pensar en cómo mejorar el futuro, pero también es importante lo que estamos viviendo. ¿Por qué no podríamos mejorar nuestras vidas hoy? Ahí comenzó todo: en la pregunta de cómo hacer ciencia con rol social, con conciencia y, sobre todo, vinculada con la comunidad donde estamos.

—En la práctica, ¿cómo se genera ese vínculo?

—El sector educativo es un pilar fundamental. Los niños son el vector de cambio en conciencia y conducta social. Son el capital social de la región, y en Magallanes fluctúan alrededor de 30 mil personas en edad escolar. Tuvimos que vincularnos con las comunidades educativas. Cada proyecto de investigación se desarrolla con participación de las escuelas, con resultados que puedan ser aplicables. Eso es vinculación científica: hacer partícipe a las escuelas y al sector productivo en tus proyectos, desde los pequeños emprendimientos a las grandes empresas. Pero para eso tienes que detectar una oportunidad, escuchar a la gente y saber dónde están los problemas.

—¿Han recibido críticas por esa mirada del trabajo científico?

—No ha sido fácil. Muchas veces nos criticaron diciendo que no nos formamos como doctores para entretener niños, que estamos perdiendo el tiempo. Pero todo lo que hacemos con los talleres de verano, los de invierno, derivan de los proyectos de investigación. No cuidamos niños, trabajamos con ellos. Estoy convencida de que la actividad científica tiene que estar anclada a la sociedad, sobre todo hoy que reclamamos por lo poco del PIB que se destina a ciencia. Se requiere más inversión, pero tenemos que aportar, generar conocimiento en la comunidad y después ella misma pedirá dinero para la ciencia.

—¿Qué impacto crees que han tenido en la gente?

—Hay un conocimiento y un reconocimiento de la actividad científica, independiente de la edad o grupo social. Por ejemplo, en el mercado, los comerciantes venden sus productos marinos y al lado cuelgan los infogramas que nosotros sacamos en el Cequarito. Lo ponen en sus puestos, se lo explican a sus clientes. También se nos acercan los pescadores y nos cuentan si vieron un cambio de color en el mar, y nos traen muestras de agua. Nos dicen sus preocupaciones e investigamos. Son oportunidades científicas increíbles. Hoy el 100% de las investigaciones que estamos haciendo tienen un vínculo social, y en la mayoría de ellas se desarrollan encuestas sociales con rigor científico. Para la gente hoy somos normales, no “supercientíficos” inalcanzables.

Texto: Carolina Sánchez

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