Los océanos cubren el 71% de la superficie de la Tierra y contienen el 97% del agua del planeta. Son fundamentales para el equilibrio climático y la supervivencia de la vida en todas sus formas, porque entregan recursos naturales vitales y, además, liberan más oxígeno que todos los bosques de los continentes combinados. Esto último, gracias al fitoplancton, un diminuto tipo de vegetación marina.
Pero, como el resto del planeta, los océanos están siendo fuertemente afectados por el calentamiento global. Entre los efectos más preocupantes reportados por científicos de todo el mundo, está el sostenido aumento de su temperatura y de su acidez, como también la pérdida de moléculas de oxígeno, lo que tiene graves repercusiones tanto para el ecosistema marino como en la vida terrestre.
Por eso, Naciones Unidas decidió reunir al Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) —un panel mundial de científicos especializados en el tema, establecido en 1988, que analiza el estado del calentamiento global y los posibles escenarios al año 2100— para que realizaran el Informe especial sobre Océanos y la Criósfera en un clima en cambio, un largo reporte que analiza los principales hallazgos de más de siete mil artículos científicos sobre el tema.
El doctor Cristian Vargas, biólogo marino de la Universidad de Concepción y director del Núcleo Milenio MUSELS, fue el único chileno convocado entre los expertos.
Entre las principales conclusiones del documento del IPCC, entregado en septiembre, está la necesidad de estabilizar el calentamiento global, para que no aumente más de 1,5º Celsius en los próximos veinte años. Lograr esto implicaría llegar a acuerdos internaciones para reducir drásticamente las emisiones globales de CO2, con el objetivo de evitar un desastre climatológico en todo el planeta.
—Este informe está pensado como insumo para los gobiernos, para la toma de decisiones. La idea es contar con una actualización de todos los cambios que se están observando en el océano —explica Vargas—. Es una forma de mostrarle a los gobiernos la urgencia de las decisiones que tomemos hoy.
El informe describe una serie de fenómenos preocupantes que están sucediendo en el océano: el derretimiento de los hielos; el aumento en la frecuencia y duración de las olas de calor marinas; la pérdida de oxígeno de las aguas debido a la estratificación —un proceso en donde el mar se separa en distintas capas, generando que el oxígeno de la superficie no pueda llegar hasta las zonas más profundas—; el aumento en el nivel del mar; y los cambios conductuales en muchas especies marinas, como también disminución en sus poblaciones.
—El panorama es grave. Si se llega a los acuerdos necesarios, en las próximas décadas estaremos frente a un aumento de 30 a 60 centímetros en el nivel del mar. Si no, la crecida podría superar el metro —dice el biólogo marino—. Los efectos de las decisiones que tomamos hoy no son inmediatos, se demoran años.
Este aumento en el nivel de las aguas, explica Vargas, podría afectar a las comunidades costeras, como Talcahuano e Iquique en Chile y los Países Bajos en Europa, con zonas que podrían inundarse por completo en algunas épocas del año.
Otra situación que debe estar en constante monitoreo durante los próximos años, según la ONU, es la marea roja, que corresponde a la proliferación de uno o varios tipos de microalgas que tienen efecto nocivo en otros organismos. Una situación que ya se produjo en Chiloé en 2016, causando una grave crisis medioambiental y social en la zona. Las investigaciones sugieren que este tipo de fenómenos podrían aumentar en los próximos años, entre otras cosas, por el calentamiento global.
—Sin duda es un factor importante —dice Vargas—. De hecho, uno podría decir que se está viendo una correlación directa entre el cambio climático y lo frecuente que se ha tornado este evento de las mareas rojas en distintos lugares.
Por eso, dice, es momento de actuar, tanto para la ciencia, como para la ciudadanía y los gobiernos. De lo contrario, no será sólo la vida en los océanos la que esté en riesgo, si no el correcto funcionamiento de los ecosistemas en todo el planeta.
Texto: Natalia Correa