2003 EH1. Así se llama el asteroide que en 2003 fue descubierto por un grupo de astrónomos del Observatorio Lowell —en Arizona—, y que sería el gran responsable de la primera lluvia de meteoros de este año, un espectáculo astronómico que, como todos los años, ocurre durante la primera semana de enero.
Luis Chavarría, director del Programa de Astronomía de CONICYT, explica que este fenómeno se produce porque la Tierra atraviesa por el lugar donde pasó 2003 EH1, dejando una gran cantidad de residuos que ingresan a la atmósfera terrestre. “Este cometa pasó por este lugar, y su cola, que era muy extensa y compuesta de roca y hielo, fue dejando material esparcido producto de la sublimación en su superficie, en que el hielo que contiene el objeto pasa inmediatamente a estado gaseoso”, dice Chavarría.
Cuando los restos del cometa entran en contacto con la atmósfera del planeta, se calientan hasta quemarse, provocando la luz incandescente que caracteriza al espectáculo astronómico. Es lo que llamamos “lluvia de meteoros”. Pero es muy difícil que lleguen a impactar como meteoritos, por ser demasiado pequeñas para llegar en estado sólido a la superficie.
El director de Programa de Astronomía agrega que este acontecimiento estará compuesto por fragmentos que van del tamaño de un pelo al de una pelota de fútbol. Podrá observarse en abundancia desde el Hemisferio Norte, donde se esperan más de cien avistamientos por hora, aunque también será visible desde Chile, a partir de las cuatro de la mañana de este viernes 4 de enero. “Es una de las lluvias de meteoros más grandes del año”, dice Chavarría. “Quienes quieran observarla deben mirar al Este. Recomiendo verlas en cualquier lugar alejado de la ciudad, donde haya menos contaminación lumínica”.
Esta primera lluvia del año es conocida como “Cuadrántidas”. Su nombre proviene de la desaparecida constelación Quadrans Muralis —ya no reconocida como tal—, cercana a la ubicación en el cielo donde es visible el fenómeno. Además de las Cuadrántidas, cada año se producen las lluvias Líridas, que caen en abril; las Eta Acuáridas, en mayo; las Delta Acuáridas, en julio; las Perseidas, en agosto; y las Gemínidas, en diciembre.
Para quienes deseen fotografiar la lluvia de meteoros, Chavarría entrega un consejo fundamental: “Si dejas la cámara apuntando hacia el lugar desde donde provienen los meteoros, con el obturador abierto y el diafragma bien cerrado, en una exposición superior a los diez minutos, puedes capturar varias de ellas entrando a la Tierra, que van dejando una estela”. Otra opción, para quienes no puedan llegar a un lugar adecuado para el avistamiento, es conectarse al streaming del Observatorio del Teide, en Tenerife, en colaboración con el proyecto STARS4ALL, a partir del 4 de enero en la madrugada.
La lluvia de estrellas Cuadrántidas marca el inicio a un año de eventos astronómicos que será muy especial para Chile, y que tendrá su mayor atracción el próximo 2 de julio, cuando en las regiones de Atacama y Coquimbo sea posible ver un eclipse total de Sol, el más importante observable desde Sudamérica en lo que llevamos de siglo. Además, el calendario de eventos astronómicos incluye un eclipse de Luna este 21 de enero; Saturno en su punto más cercano a la Tierra durante junio; y el paso de Mercurio frente al Sol el 11 de noviembre.