• La académica de la Universidad de O’Higgins comenta los alcances de sus actuales investigaciones, apoyadas por CONICYT, en relación a las implicancias de las conexiones neuronales y la alimentación. Comparte también el interés en que sus hallazgos sean recogidos como una política pública nacional y, además, invita a las niñas a que sigan sus pasos. 

Vania Figueroa Ipinza (39) es doctora en Ciencias mención en Neurociencia y está investigando cómo la nutrición materna puede influir en el desarrollo posterior de la descendencia, tanto en su niñez como en la etapa adulta; específicamente, gracias a las grasas buenas (Omega 3 y 6), las cuales son los bloques esenciales que actúan como los ladrillos con los que se construyen las neuronas. “Eso significa que nuestro cerebro va a funcionar de manera óptima, por lo tanto, comer estos lípidos sería una forma de prevenir enfermedades como el Alzheimer y el Parkinson”, dice la doctora Figueroa.

Esta investigación es financiada por CONICYT, mediante el Programa de Atracción e Inserción de Capital Humano Avanzado (PAI), y continua la línea de estudio que surgió en un Fondecyt previo, acerca de cómo las grasas buenas promueven el nacimiento de nuevas neuronas. Un gran hallazgo, ya que hasta hace una década se pensaba que se perdían sin posibilidad de regeneración. 

“Ahora sabemos que tanto en el hipocampo como en el hipotálamo, ocurre neurogénesis, el proceso de creación de una nueva neurona. Esto lo supe al descubrir que los canales presentes en las membranas neuronales, tienen la capacidad de abrirse y cerrarse, como ventanas, permitiendo la comunicación celular”. 

La investigadora cuenta que su objetivo es seguir perfeccionando este estudio para transformarlo en una política pública y, con ello, incluir estos lípidos en la dieta de todos los chilenos y prevenir enfermedades. Hoy, las podemos consumir en alimentos de origen animal y vegetal, como el salmón, jurel, algas y huevos; y también, en semillas, como la chía y linaza. La idea es buscarlas en su fuente natural, no en suplementos alimenticios.

El rol de las regiones en el progreso de la ciencia

La experta en lípidostiene una fuerte conexión con el quehacer regional:es profesora asistente de la Facultad de Salud de la Universidad de O’Higgins y antes, estudió el pregrado en Valparaíso, donde luego fundó el Centro Regional para la Investigación, desarrollo e Innovación Científica, CRIDIC. “Mi sentir es que en este país, el desarrollo futuro vendrá desde las regiones y veo con ojos auspiciosos lo que está pasando en torno a esto”, comenta.

“Esta iniciativa nació porque mientras estudiaba en la universidad, observé que no se fomentaba la difusión científica ni promocionaba adecuadamente, esta disciplina. Soy optimista, creo que estas iniciativas sí generan un cambio a pequeña escala y en ese sentido, Explora es más importante aún”, explica.

Actualmente, está trabajando en esta línea junto al PAR Explora O’Higgins en la organización del 1° Congreso de Mujer y Ciencia Interdisciplinar actividad donde invitaron a Wanda Díaz, astrónoma ciegaquien en octubre, el marco de esta conferencia, expondrá a niños con discapacidad visual.  

El desarrollo en manos de las niñas

Vania, desde muy pequeña, fue muy curiosa, le gustaba la naturaleza, explorar y los libros y enciclopedias eran su mundo. Recuerda que en clases de biología tuvo que diseccionar el ojo de una vaca, la impresionó mucho y la tuvo durante meses pensando en lo grandiosa que es la arquitectura de los seres vivos. Luego, sus padres le regalaron un microscopio, lo que selló el trato. “Cuando observé las células presentes en una capa de cebolla, quedé maravillada y ahí supe que mi camino sería la ciencia, nunca quise estudiar ninguna otra carrera”.

El estímulo de los adultos en su entorno fue significativo a la hora de decidir ingresar a una carrera científica, por eso, participó como rostro de la campaña Regala Igualdad del Ministerio de la Mujer y Equidad de Género, el año pasado, contando esta historia. “La influencia de los padres, permitirá que los niños persigan sus sueños y tienen una responsabilidad mayor en estimular a las niñas a que perciban vocaciones científicas. Y los regalos pueden ser un buen incentivo y más, si son con perspectiva de género”, dice. 

Ha centrado gran parte de su carrera en trabajar por el empoderamiento femenino en el ámbito científico político como: Hay Mujeres y la Comisión de Igualdad de Género AUR–CRUCH. Cuenta con más de diez publicaciones y capítulos en libros, donde destaca el título “El Estado y las Mujeres” (2018) de Javiera Arce, donde escribió el capítulo “Mujeres en ciencias, desafiando el campo minado”, motivada por las dificultades que ha encontrado a lo largo de su carrera. 

Un recuerdo puntual que tiene respecto a esto, es del inicio de su carrera y que la marcó desde muy joven, cuando en su primer trabajo supo que a su compañero le pagaban el doble del sueldo, siendo que él tenía menos experiencia. “Fue muy triste enterarme de la fuerte brecha salarial que viví durante esos dos años, porque no tenía noción de que fuera así y un día, por casualidad, comparamos los sueldos con mi colega y fue tanto, que renuncié”.

¿Qué mensaje les transmitirías a las niñas que quieren ingresar al mundo de la ciencia?

El mensaje siempre es que las niñas pueden hacer lo que quieran, pero les diría que el país y el mundo, las necesita y que ellas pueden aportar a generar una sociedad equilibrada. Este anhelo de desarrollo sustentable, al que aspira nuestro país, no va a ser posible si ellas no se incorporan a la ciencia, la tecnología y a todas las ramas del conocimiento.