Muchos ritmos conviven en una persona. Unos varían en segundos o, incluso, milésimas de segundo; otros, en horas; y algunos, en días. Pestañeas y respiras con un ritmo; los latidos de tu corazón tienen su propio paso; y, por ejemplo, en el caso de las mujeres, la fecundidad tiene ciclos más o menos regulares de 28 días.
Quizás, han escuchado la expresión latina carpe diem, que significa aprovecha el día. Y para aprovechar el día, hay que estar despierto. ¿Te has preguntado cómo nuestro cuerpo sabe que debe dormir por la noche y estar en vigilia durante el día?. Bueno, es gracias al ritmo circadiano, cuyo nombre viene de las palabras latinas circa (alrededor) y diem(día).
El ritmo circadiano regula procesos en nuestro organismo con un período cercano a las 24 horas y se cree que surgió de la adaptación de los mamíferos a su ambiente, precisamente, a la rotación de la Tierra y el circuito día-noche. Las funciones biológicas del ritmo circadiano incluyen el ciclo sueño–vigilia y la regulación de la temperatura corporal, entre otras.
¿Y qué centro está encargado de este control?¿Cuál es nuestro reloj? El núcleo supraquiasmático (NSQ) del hipotálamo mantiene sincronizado al organismo con su entorno, gracias a los impulsos que recibe de las células fotosensibles de la retina. Luego, el NSQ envía esta información a la glándula pineal, donde se produce la melatonina, hormona que nos induce el sueño.
Hasta ahora, no hemos hablado del trastorno afectivo estacional. Aquí vamos. “Los ritos circadianos son vulnerables a la luminosidad y eso, puede afectar de manera más fuerte algunas personas”, nos explica Alex Behn, doctor en Psicología Clínica de Columbia University, profesor de la Universidad Católica e investigador del Instituto Milenio para la Investigación en Depresión y Personalidad (MIDAP).
La disminución de la cantidad de luz incide en el aumento de la producción de melatonina y ello, puede repercutir en el estado de ánimo de las personas. ¿Cómo enfrentar la depresión estacional? El doctor Behn explica que “el tratamiento de primera línea es la exposición a luz artificial de manera dosificada y durante la mañana, porque los estudios indican que es más efectiva si se utiliza a primera hora del día”.
El investigador del MIDAP destaca que en el tratamiento es importante la frecuencia y, también, la dosis, porque pueden existir contraindicaciones. De ahí que es fundamental la prescripción por parte de un especialista. La luz en este caso funciona como un medicamento y debe ser considerado como tal.
No hay ninguna razón para quienes sufren de desánimo, desesperanza, anhedonia (pérdida de la capacidad de disfrutar), culpabilidad e insomnio, entre otros síntomas de la depresión estacional, tengan que sufrir lo mismo el próximo invierno. “Lo importante en este caso, es que al ser estacional es predecible, con estrategias de prevención que se han estudiado bien, con tratamiento de luz y, eventualmente, con medicamentos y psicoterapia, tiene buenos resultados. Por ello, es importante contar con un diagnóstico e intervención, a tiempo”, destaca el doctor Behn.