• ¿Cómo funciona el cerebro adicto? ¿Es posible intervenir para disminuir la urgencia por volver a consumir drogas? Es lo que busca responder el Laboratorio de Interfaces Cerebro-Máquina y Neuromodulación de la PUC, con el apoyo de CONICYT.

En el Laboratorio de Interfaces Cerebro-Máquina, el doctor Sergio Ruiz y sus colegas del departamento de Psiquiatría y del Instituto de Ingeniería Biológica y Médica de la Pontificia Universidad Católica de Chile, utilizan lo más avanzado de la tecnología para averiguar cómo funcionan las adicciones. Allí, los especialistas interactúan directo con el cerebro de los pacientes usando procedimientos no invasivos,pero tan poderosos que podrían llegar a modificar conductas en extremo difíciles de erradicar, como el tabaquismo. 

¿Cómo lo consiguen? Parece ciencia ficción, pero los investigadores conectan un computador al cerebro de una persona para estimular ciertas áreas y propiciar conductas específicas, una técnica conocida como neuromodulación. Ahora y gracias al financiamiento de un Proyecto Anillo, entregado por CONICYT a través de su Programa de Investigación Asociativa, los expertos podrán ampliar su trabajo para entender mejor el funcionamiento de la materia gris y aportar conocimiento en la creación de nuevas terapias, enfocadas en controlar problemas como la adicción al alcohol, las drogas y el tabaco. 

“Esta tecnología permite el estudio del cerebro humano, tanto sano como en patologías, y la modulación de la actividad cerebral. No tiene efectos secundarios, pues se trata de una endoestimulación, es decir, este órgano aprende a estimularse a sí mismo mediante un entrenamiento a la persona conectada al interfaz”, explica el doctor Sergio Ruiz, co-director del Laboratorio de Interfaces Cerebro-Máquina y Neuromodulación junto al doctor Ranganatha Sitaramy, donde utilizan cascos de apariencia futurista, con muchos cables, para realizar esta conexión.

Ruiz explica que uno de los primeros avances con esta técnica fue brindar comunicación y control a pacientes con parálisis, que no podían interactuar con el mundo exterior (síndrome de enclaustramiento) para que “conversaran” a través de señales cerebrales. Sin embargo, también abrió las puertas para enseñar a dominar estas frecuencias con otros fines. “Se trata de un mecanismo de condicionamiento basado en refuerzos positivos (que pueden ser conscientes o inconscientes), y que logran una auto-regulación cerebral”, agrega el especialista.

Es de esta forma que se puede modificar la actividad mental asociada a áreas específicas, como por ejemplo el llamado “craving”, que es el deseo irrefrenable por fumar, beber alcohol o drogarse. “La tecnología ya se está aplicando, pues la habíamos desarrollado en proyectos previos. De hecho, tenemos un estudio preliminar que está en etapa de análisis de resultados en pacientes adictos al tabaco. Aquí entrenamos a personas con adicción a la nicotina con el objetivo de disminuir la actividad de las zonas del cerebro involucradas”, dice Ruiz. 

Los investigadores han comprobado en su laboratorio, pionero en el país, el potencial de los interfaces cerebro-computador para el estudio y neuromodulación en enfermedades psiquiátricas y neurológicas, como depresión y esquizofrenia, así como en víctimas de accidentes cardiovasculares para mejorar su calidad de vida. Más adelante esperan proseguir el estudio de estas metodologías y probarlas con grandes números de pacientes, para acercar su uso al público general.