Desde tiempos inmemoriales, la humanidad ha mirado al cielo en busca de respuestas e inspiración. Sin embargo, algunos no las reciben de inmediato. Así sucedió con Bárbara Rojas-Ayala, un referente de las nuevas generaciones de la astronomía chilena. Lejos de un relato romántico sobre cómo los astros la cautivaron desde el primer momento en que los contempló, ella es directa al declarar: “Yo nunca pensé en ser astrónoma. Cuando estaba en el colegio quería ser abogada.”
Para definir su rumbo, ingresó al plan común de la Universidad de Chile, en la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, y fue allí donde apareció frente a ella su actual profesión. “Me encantó que nosotros podamos entender lo que pasa en el universo solamente con la luz. No necesito viajar a tomar una cucharadita de la atmósfera para poder entender qué ocurre ahí. Con ella, puedo saber la masa de una estrella, no tengo que ir a pesarla. Me gustó mucho esta idea de dejar al universo que siga prístino. Solo cuento la historia de lo que nos llega”, relata Bárbara, quien actualmente se desempeña como profesora asistente de la Universidad Andrés Bello e investigadora del Centro de Astrofísica y Tecnologías Afines (CATA), institución de excelencia que recibe el apoyo de CONICYT. Además, es experta de Hay Mujeresy directora de la Sociedad Chilena de Astronomía (SOCHIAS).
¿Qué te llevó a escoger las estrellas de baja masa, las enanas marrones y los exoplanetas como áreas de estudio?
Cuando decidí estudiar astronomía, empecé a hacer la práctica con María Teresa Ruiz. El proyecto de ella era sobre estrellas viejas y ya había obtenido el premio nacional por las enanas marrones. Empezamos a trabajar en conjunto y me di cuenta de que había un problema no resuelto para estas estrellas y es que no se sabía su composición.
Después, hice mi doctorado en la Cornell University, en Estados Unidos. Como me interesaba la astrofísica estelar, busqué proyectos y escogí a mi supervisor. Él me ofreció dos problemas y yo tenía que elegir cuál resolver. Uno de ellos era sobre las estrellas conocidas como “enanas M’”o “enanas rojas”. Justo en ese tiempo, habían salido unos artículos contradictorios respecto a su abundancia. Eso tiene una relación con los exoplanetas, pues debíamos averiguar qué tipo de planetas tenían estas estrellas.
Además, las enanas conforman alrededor del 70% de las estrellas de la galaxia. El problema es que, como son más frías que el sol, era costoso observarlas. Luego, se empezaron a encontrar objetos que eran aún más fríos, las enanas cafés. Todos se fueron a las estrellas de masas más bajas y a los exoplanetas, entonces las enanas rojas quedaron en el limbo. No se exploraban antes, porque eran muy ‘débiles’ y ahora no se estudiaban porque no eran tan exóticas como las enanas cafés. Actualmente, con esto de encontrar planetas similares a la Tierra, todas estas búsquedas han determinado que, con las técnicas actuales, es mucho más probable encontrar una segunda Tierra alrededor de una de estas estrellas.
Es decir, aún hay muchas cosas por descubrir…
Sí, muchos creen que se conoce todo sobre las estrellas, pero, en realidad, hay varias cosas de la astrofísica estelar que no entendemos. Por ejemplo, si bien se han estudiado los cielos durante milenios, la estrella Próxima Centauri, la más cercana al sistema solar, fue descubierta recién a principios del 1.900 y nadie de las culturas antiguas la pudo observar porque es invisible a nuestros ojos desnudos. Tenemos que verlas con un instrumento. Siempre se van descubriendo cosas, imagina lo que podríamos descubrir ahora que vamos a tener ojos enormes en Chile, como el telescopio gigante de Magallanes y el Extremely Large Telescope de la ESO.
Chile posee algunos de los cielos más limpios del mundo y un potencial enorme para el desarrollo de la astronomía. ¿Cuáles son los principales temas de interés que ocupan a los científicos que se encuentran en el país?
La diversidad de astrónomos que están en Chile es super grande. Algunos se dedican a investigar las guarderías estelares, que es donde nacen las estrellas; otros tratan de saber cuál es la geometría que realmente tiene el universo, etc. Hay muchas cosas que no sabemos aún, eso es común en la ciencia.
Por eso es bueno utilizar bien el método científico, es decir, no intentar comprobar lo que queremos ver, sino tratar siempre de refutar nuestra idea. Un ejemplo reciente es que, hace poco, se encontró este posible lago de agua líquida en Marte. En el artículo original, los investigadores intentan todo para comprobar que no es agua y, finalmente, no se probó ninguna de las otras alternativas que tenían, por lo que no pueden descartar que sea agua. Eso, también abre las posibilidades de que podría ser otra cosa, pero hasta el momento, no se puede desestimar. Sin embargo, los medios difundieron la noticia de que hay agua líquida en Marte, pero en realidad el texto lo que dice es que no podemos descartar que sea eso.
La astronomía en lo cotidiano
Actualmente, existe un mayor interés en la divulgación de la ciencia para los públicos no científicos. La astronomía goza de una gran popularidad en nuestro país y también en el extranjero, lo que se vio reflejado, por ejemplo, en el monitoreo de la prensa internacional realizado por Imagen de Chile. El análisis reveló que las noticias de ciencia y tecnología de Chile fueron el tema más destacado en el exterior. De todos los temas, las ciencias físicas y astronómicas fueron las que obtuvieron mayor visibilidad.
Sobre la comunicación de la ciencia, Barbara asegura que hay varios estereotipos por vencer. “Muchos creen que el científico tiene que ser alguien que no habla mucho, inteligente y serio. La ciencia tiene mucha diversidad y creatividad, pero eso, no se representa. También hay que desmitificar a la ciencia como algo exclusivo para los científicos. A diario, interactuamos con elementos relacionados con ella. Desde pequeños, queremos entender el mundo que nos rodea, y la ciencia nos ofrece eso desde las diferentes áreas que existen”.
¿De qué manera podemos acercarnos y empaparnos de la astronomía en la vida diaria?
Lo primero, es mirar, a ojos desnudos, el cielo diurno. En Santiago y otras ciudades es algo difícil por la contaminación lumínica, pero se puede ir a sitios oscuros o, tratar de reconocer en la cordillera dónde está saliendo el sol. La persona que lo haga se dará cuenta que ese punto se corre y ,eso, lleva a preguntarse por qué ocurre. También, se pueden utilizar binoculares, pero si el interés es mayor, es buena idea invertir en un telescopio.
Hay gente a la que le gusta mucho la astrofotografía, lo que entrega una oportunidad de aprender bastante. También, hay libros de divulgación de científicos chilenos y extranjeros; y cursos para distintos públicos, como los impartidos por universidades o instituciones como SOCHIAS, la cual ha utilizado el lenguaje de señas para ser inclusivos y acercarse a una diversidad del públicos. Todos nos podemos maravillar con la ciencia.
Hoy, las aplicaciones tecnológicas ofrecen la oportunidad de aproximarse y aprender sobre astronomía. Un ejemplo es el programa Stellarium, un pl
anetario virtual que muestra al firmamento como si la pantalla del computador fuera un telescopio. Otra aplicación es el Asteroid Watchde la NASA, que permite monitorear los asteroides alrededor de nosotros, indicando la distancia en la que se encuentra y si es del tamaño de un avión o automóvil.
Uno de los temas que está en la palestra es la equidad de género en ciencias. ¿Cómo se vive la brecha entre hombres y mujeres en la astronomía?
Hay que reconocer que, efectivamente, existe. Lo bueno es que, por lo menos en la astronomía, yo veo una mayor presencia de mujeres, muchas de las cuales se destacan o lideran instituciones. Cuando yo estaba en el doctorado, varias estudiantes conversábamos acerca de ser mamás y un profesor señaló que debíamos elegir entre ser mamás o científicas. Le pregunté si tenía hijos. Me respondió que sí. Le insistí acerca de que si tuvo que decidir entre ser padre y astrónomo y contestó que no, que en el caso de nosotras, era distinto. Ese tipo de pensamiento es propio de la sociedad actual y es necesario cambiarlo. Todos somos bienvenidos a hacer ciencia, no es una cosa de hombres.
Por ello, es fundamental acabar con los estereotipos. En el Día del Niño una multitienda no encontró nada mejor que mostrar una publicidad con una niña y su cocina rosa, y a un niño con un microscopio y el sistema solar. Eso no lo necesitamos. Todos tenemos un lugar en la ciencia. A las científicas y científicos los invitaría a integrar y hacer divulgación: ir a colegios, dar charlas públicas, darse a conocer, para que se exponga la atractiva diversidad dentro de la ciencia. De esa manera, una niña o niño puede decir “yo me identifico con ella o con él”.
¿Cuáles son las coordenadas para encontrar a las futuras estrellas de la astronomía chilena?
Se necesita impulsar la creatividad de niñas y niños, sin estereotipos. Es importante que experimenten y pregunten de todo. Si les gusta la ciencia, que vayan a lugares donde se desarrolla. Si les interesa la astronomía, están todos invitados a participar. Puede ser desde el área de la investigación, en el manejo de datos, en la construcción de instrumentos, que no limiten su mirada. Tenemos los mejores observatorios del mundo para estudiar el universoy de dónde venimos. Si bien, varios astrónomos dicen que somos hijos de las estrellas, en realidad somos hijos de la Tierra y nietos de las estrellas, como afirman investigadoras como Millarca Valenzuela. Como sea, lo importante es que exploren y cuestionen el mundo que los rodea.