Cuando hablamos de arte y ciencia, podríamos concebirlos como disciplinas muy diferentes.Sin embargo, su unión es capaz de construir poderosas herramientas para la divulgación científica. Por esta razón nació ASKXXI: Arts + Science Knowledge Building and Sharing in the XXI Century, un programa interdisciplinario e interhemisférico de aprendizaje e intercambio cultural, cuyo objetivo es fomentar la colaboración entre las artes visuales, ciencias ecológicas y tecnologías emergentes, para abordar los desafíos ambientales actuales a través de propuestas creativas que recojan lo mejor de cada área.
“La intersección de estas disciplinas nos permite ampliar la paleta de colores con la que observamos e interpelamos al mundo. Cada vez es más necesario enfrentar los problemas emergentes mediante múltiples miradas, aproximaciones, tradiciones epistémicas, metodologías y preguntas. Por ejemplo, desde hace tiempo que reconocemos que los problemas ambientales nunca excluyen a las personas, son socioambientales, por lo que saber llegar a la gente, a sus emociones, a sus valores, y a su concepción del futuro es crucial. Esa llegada puede provenir, por ejemplo, del arte o las humanidades”, explica Nélida Pohl, codirectora académica de ASKXXI y directora de Comunicaciones del Instituto de Ecología y Biodiversidad, centro de investigación de excelencia que recibe el apoyo de CONICYT.
ParaFernanda Oyarzún, investigadora de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC) y codirectora académica de este diplomado, el arte y la ciencia son distintas maneras de hacerse preguntas sobre el mundo para darle sentido. Oyarzún no solo es doctora en Biología, sino que también se desempeña como ceramista, comunicadora e ilustradora científica. “Aunque hay una intención de entender la realidad, que es común para ambas disciplinas, el arte suele explorar más, abriendo más posibilidades en términos de cuestionamientos, dejándolos sin respuestas para que el propio espectador sea quien las encuentre. Por otro lado, la ciencia está tratando de encontrar respuestas concretas que se basen en datos”, señala.
ASKXXI recibe el apoyo de numerosas instituciones chilenas y estadounidenses, como el Instituto de Ecología y Biodiversidad,la Universidad Católica de la Santísima Concepción, BiLab, CIBAS, Centro i-mar, Embajada de Estados Unidos, Universidad de Washington, Microsoft Research, entre otras.
Para seguir la línea de la interdisciplinariedad, el grupo de participantesdel programa está compuesto por profesionales de áreas como arquitectura, agronomía, biología, medicina veterinaria, diseño, periodismo, cine y fotografía de vida silvestre, entre otros. El desafío que presenta esta diversidad de personas radica en establecer un diálogo, superar barreras como la ausencia de un lenguaje común entre los distintos ámbitos, y ampliar la mirada de todos, con el fin de lograr un trabajo fructífero que pueda mantenerse en el tiempo.
El viaje de las ideas a un espacio común
Todo comenzó hace dos años, cuando una profesora de los laboratorios Friday Harbor puso en contacto a Fernanda Oyarzún y a la artista visual norteamericana, GenevieveTremblay, esto debido a la evidente afinidad de ideas y sus ganas de construir una plataforma de pensadores del siglo XXI.
Ambas residen en latitudes que superan los 40º, aunque en hemisferios distintos (una en el sur y otra en el norte), por lo que comenzaron a gestar la idea de desarrollar un programa que abordara, desde un punto de vista interdisciplinario, las problemáticas ambientales de manera interhemisférica. Tanto Oyarzún como Tremblay sabían que trabajar de manera interdisciplinaria no es sencillo ante la falta de espacios y fondos para postular a proyectos, ya que estos suelen ser disciplinares (solo de ciencia o arte), y son evaluados como tales, lo que dificulta su realización conjunta.
Luego de incontables reuniones por Skype para pensar en proyectos, sumar miembros y generar alianzas, ASKXXI tomó forma y vio la luz en mayo de 2018, cuando partió de manera oficial en Chile. Recientemente, el diplomado culminó su segunda etapa, que consistió en un viaje de tres semanas a Washington, Estados Unidos, para emprender una travesía de ideas y disciplinas desde el hemisferio sur al norte, como fue concebido desde sus inicios.
“Primero comenzamos en Friday Harbor Laboratories, la estación de investigación marina de la Universidad de Washington, que tiene más de 100 años de existencia. Allí pudimos abordar distintas preguntas, por ejemplo: ¿Cómo la ciencia y el arte pueden desplazar los límites de lo que podemos ver? Para esto exploramos distintas herramientas de visualización, desde microscopia electrónica, escaneo 3D, hasta observar formas de vida que usualmente pasan desapercibidas, como los poliquetos: gusanos marinos que se transformaron en los seres más fascinantes del viaje”, describeBelén Gallardo, directora ejecutiva de ASKXXI.
Los alumnos de ASKXXI visitaron lugares como la isla San Juan, el Parque Volcánico Mount Saint Helens, y otros laboratorios de investigación. Además, tuvieron la oportunidad de conocer a artistas que trabajan en temas científicos, y de tener acceso a herramientas visuales de última generación, como la visualización de datos de Microsoft Research y Schema, la realidad aumentada y virtual de Pixvana, Tiltbrush, Hololens, entre otras.
La siguiente fase consistirá en un viaje de dos semanas por el sur de Chile, que abarcará desde Concepción hasta el norte de Aysén.El programa finalizará con una exhibición que muestre el proceso de ASKXXI, tanto a nivel personal como colectivo, y abordará problemáticas ambientales tanto terrestres como marinas, que permitirán explorar nuevas formas de construcción del conocimiento interdisciplinario desde el enfoque de arte y ciencia.
“Las problemáticas ambientales no pueden resolverse desde una sola disciplina, porque son globales y complejas. Por eso necesitamos abordarlas de manera interdisciplinaria y global, imaginándonos soluciones que van más allá de nuestros limitados puntos de vista. El arte es muy importante para comunicar la ciencia. La literatura científica puede ser árida, aunque las historias detrás del descubrimiento sean muy emocionantes. Necesitamos emoción para abrirnos al conocimiento. Por ello la exploración del arte va a aportar a la ciencia, y la ciencia al arte, de maneras que nos cuesta imaginar ahora. Éste es uno de los aspectos fundamentales del programa”, sentencia Oyarzún.