“Un virus es un microorganismo parásito intracelular obligatorio. Esto significa que requieren de una célula viva para multiplicarse y propagarse, no pudiendo realizar procesos metabólicos fuera de estas”, explica Pablo González, profesor asociado a la Facultad de Ciencias Biológicas de la Pontificia Universidad Católica de Chile e Investigador Asociado del Instituto Milenio en Inmunología e Inmunoterapia.
A pesar de que se sabe que la mayoría de las personas no sufrirá síntomas graves a causa del coronavirus o que incluso serán asintomáticas, su peligrosidad radica en que los individuos asintomáticos pueden infectar a otras personas.
Humanos y virus coexisten hace miles de años; algunos infectan a las personas de forma esporádica, mientras que otros lo hacen de forma persistente, es decir, pueden permanecer en el sistema de por vida.
La mayoría de las infecciones provocan enfermedades notorias. Sin embargo, algunos patógenos se hospedan de forma asíntomatica, sin perder su capacidad de transmitirse. “Estamos constantemente rodeados de microorganismos. Los virus (viroma) son parte de nuestra microbiota normal, la cual varía de una persona a otra a lo largo de su vida”,señala Fernando Valiente, profesor asociado de ICBM, Facultad de Medicina, Universidad de Chile.
En esa línea, Pablo González agrega que “nuestro sistema inmune es muy sofisticado y permite defendernos de numerosos virus, lo cual se facilita con la ayuda de las vacunas. Sin embargo, los virus codifican factores de virulencia que les permiten escapar a la acción del sistema inmune y evadirlo”.
La inmunidad relacionada al COVID-19 mantiene expectante a la comunidad científica. Según la revista Science Alert, se necesitan aproximadamente tres semanas para generar anticuerpos contra el coronavirus.
Por esa razón, diferentes expertos debaten los pros y contras del confinamiento, considerando el desarrollo de la inmunidad de la población, mejor conocida como “inmunidad grupal o de rebaño”. “Esta se puede lograr mediante una vacunación o que muchas personas hayan superado la infección desarrollando inmunidad ante ésta”, comenta Valiente.
Para que eso ocurra, el investigador Pablo González explica que “es necesario que una fracción importante de la población se haya expuesto al virus, cosa que no ha ocurrido con el SARS-CoV-2. Eso podría tardar largo tiempo, dado el confinamiento y el distanciamiento social en curso”.
Por otra parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) aseguró que no hay evidencia de que las personas que se hayan recuperado de COVID-19 y tengan anticuerpos, estén protegidas de una segunda infección.
“Esta pandemia nos ha mostrado lo frágiles que somos ante un microorganismo que ni siquiera podemos ver. Cuando esto finalice, debemos pensar cuáles son las amenazas que enfrentaremos en el futuro y cómo prepararnos. Sin duda debemos invertir en ciencia, tecnología y salud, no más en balas y tanques”, concluye Valiente.
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