Las denominadas “fake news” o noticias falsas, se difunden y reproducen con gran alcance a través de las redes sociales [1]. Esta situación, exacerbada por el actual confinamiento y la sensación de incertidumbre se suma a que la relación con la realidad se ve limitada por el espacio físico, provocando que la información, que por lo general se obtiene de canales formales, hoy llegue desde otras fuentes, como familiares, amigos a través de redes sociales.
Que el virus se creó en un laboratorio, comer ajo o beber infusiones hirviendo lo eliminan, que no sobrevive a altas o bajas temperaturas, que se transmite con las encomiendas o que sólo afecta a personas mayores: estos son algunos ejemplos de “noticias” que cada cierto tiempo circulan peligrosamente acompañadas de información, las que según un estudio no son detectadas por un 70% de la ciudadanía chilena.
“Es prioritario que, como sociedad, nos eduquemos en los procesos de verificación de información, especialmente durante procesos de crisis como el actual, en donde seguir una instrucción de una fuente fidedigna o seguir un rumor pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte”, señala Andrea Hoare, académica del Instituto de la Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile.
En este escenario de incertidumbre, que se ve potenciado por las fake news y la desinformación, los medios de comunicación juegan un rol fundamental a la hora de verificar y contrastar su veracidad, principio básico de la labor periodística.
Dicho rol ha sido liderado, entre otros, por el diario “La Tercera”, que realiza en su plataforma de Instagram un ejercicio de fact checking -o verificación de hechos- sobre temáticas referentes a Covid-19 en un formato de trivia: primero formulan preguntas como: “Pese a la cuarentena, ¿Algunos países permiten que la gente salga a correr?”, “¿El 70% de los chilenos se contagiará con el virus?”, y luego entregan tres alternativas de respuesta (verdadero, impreciso y falso), entregando finalmente la respuesta correcta con una explicación.
En ese sentido, para Patricio Lazcano, editor de la sección científica “Qué Pasa” del periódico “La Tercera”, combatir fake news es fundamental, ya que “este tipo de noticias desinforman, y la desinformación tiene consecuencias: pánico, temor, irresponsabilidad, ignorancia: una serie de actitudes que pueden tener repercusiones, en algunos casos, muy graves, como ocurre actualmente en un contexto de pandemia”.
Para Valentina De Marval, periodista de AFP Factual, órgano dedicado a verificar información, lo correcto es referirse a “desinformación” en vez de “fake news”, ya que “es contradictorio hablar de noticia falsa, pues una noticia nunca debiese ser falsa”. Así mismo, destaca la importancia de que la ciudadanía maneje “información basada en pruebas y respaldada y, por ende, pueda tomar decisiones y formar opiniones basadas en hechos contrastados. En el caso del COVID-19, la importancia del fact checking radica en que una persona desinformada podría tomar una mala decisión que dañe su salud; o bien distorsione su percepción en cuanto al alcance o gravedad de este virus”, sentencia la periodista.
Medios de comunicación, agencias de noticias e incluso iniciativas provenientes de la sociedad civil han elaborado metodologías o directrices para producir información verídica y realizar fact cheking, o verificación de hechos/datos.
Según el editor de “Qué Pasa”, “la principal fuente para verificar la información son instituciones establecidas: en el caso de la pandemia, clínicas reconocidas, autoridades de gobierno u organizaciones validadas como la Organización Mundial de la Salud”. Bajo esta premisa, “hay que rechazar las cadenas por WhatsApp, que no es un medio confiable, y en general, lo que se difunde por redes sociales. La mayoría de estas fuentes, son ‘un amigo de mi amiga’, ‘el tío de mi vecino’, ‘o un amigo de la jefa de mi esposo’. Es el principal reservorio de fake news”, enfatiza el editor.
En tanto, las agencias y organizaciones que se dedican a verificar información, inician el proceso cuando ésta se hace pública, desde ahí seleccionan contenidos según su nivel de “viralidad” y el peligro que pueden representar, para luego cruzar diversas fuentes válidas, serias, e independientes entre sí.
Algunos pasos necesarios para chequear la veracidad de una noticia:
– En el caso de materiales digitales, dependerá de su origen. Si es una imagen o video que podrían estar sacados de contexto, en el caso de AFP Factual, la verificación comienza con una búsqueda inversa a través de todos los buscadores que abarca la herramienta InVid WeVerify (Google, TinEye, Yandex, y más).
– Si se trata de una afirmación dentro del discurso público, el chequeo comienza en el emisor, las fuentes oficiales sobre el tema, las fuentes alternativas (ONG, fundaciones) y también se consulta con especialistas si es necesario.
– Lo básico siempre será cruzar fuentes. Por ejemplo, que una institución niegue que haya publicado un comunicado u otro material, no determina la verificación, por lo que se deben buscar más elementos.
– En toda verificación es necesario entregar un contexto, ya que ningún contenido o afirmación surge de forma aislada. Este ejercicio se debe realizar con imparcialidad y sin prejuicios.
Uno de los peligros de la desinformación es la rapidez con la que avanza el contenido, por lo que el fact checking se hace indispensable. No obstante, en ocasiones, puede ser muy tarde. “Las fake news funcionan como las mentiras: una vez que mientes, aunque después se aclare, es difícil quedarse con la versión correcta. La gente en general se queda con la primera versión, y no con la segunda”, señala Patricio Lazcano.
Según la académica del Instituto de la Comunicación e Imagen, para contrarrestar -en algún nivel- el efecto negativo que las fake news provocan en la ciudadanía “es clave educarnos en los riesgos de la vida digital y en cómo combatirlos. Una vez que una noticia falsa se viraliza se siembran dudas y no podremos garantizar que todo aquel que la haya recibido, reciba a tiempo la información correcta”, quien agrega que, especialmente en tiempos como los actuales, en los cuales la humanidad vive una crisis, es esencial “impulsar la confianza y el conocimiento sobre las fuentes oficiales, enseñar a las personas a desconfiar de aquellos mensajes dudosos o sin origen claro”.
“Reparar los daños que pueden generar las informaciones falsas es mucho más difícil que educar a las personas para que puedan diferenciar por sí mismas la paja del trigo”, enfatiza Hoare.
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[1] Fake news: Una oportunidad para la alfabetización mediática: https://biblat.unam.mx/hevila/Nuevasociedad/2017/no269/8.pdf
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