Frente al explosivo avance del Covid-19, gran cantidad de países han implementado diversas medidas para enfrentar la pandemia y adecuarse a este complejo escenario. Uno de los primeros resguardos tomados por las autoridades para proteger a los grupos de riesgo entre los que destacan los niños, niñas y jóvenes, fue la suspensión temporal de las clases en aulas para todos los niveles.
Esta medida, según los expertos, es la más eficiente a la hora de evitar los contagios, pero trae consigo algunos efectos colaterales comomodificar las rutinas, actividades, hábitos y lugares que los estudiantes estaban acostumbrados a visitar, produciendo en muchos casos, desde aburrimiento hasta estrés.
Para los especialistas cualquier cambio de rutina puede ser catalizador de episodios de estrés, angustia y ansiedad en menores. Esto queda de manifiesto en un estudio de la Huaibei Normal University (China) y la National University Health System (Singapur) realizado en 194 ciudades de China tras el brote del COVID-19 en diciembre, donde el 53.8% de los encuestados calificó el impacto psicológico del virus como moderado o severo.
“En Chile la situación no es diferente”, expresa Vania Martínez, doctora en Psicoterapia de la Pontificia Universidad Católica y directora del Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes (Imhay), agregando que “la situación que actualmente vivimos como país es de incertidumbre e inédita, por lo tanto, es esperable que haya cierto nerviosismo y preocupación en la población”.
Se recomienda que los adultos estén atentos y preparados para identificar signos de estrés o irritabilidad que los menores demuestren, ya que “todos los síntomas de estrés dependerán de las condiciones que los menores tengan para vivir la cuarentena. Por ejemplo, será más difícil para ellos si es que deben permanecer en un espacio pequeño con más personas. También dependerá de si hay más niños en la casa, o si el adulto que está a su cuidado necesita hacer teletrabajo y no puede propiciarle toda la atención necesaria”, señala Martínez.
Para María Fernanda Pérez, psicóloga infanto juvenil y terapeuta de juego, estrés y ansiedad, si las condiciones de cuarentena no son las mejores para niños y niñas, es muy probable que “se pongan mucho más demandantes e irritables. Estén constantemente pidiendo atención. Algunos podrían llegar a mostrar síntomas psicosomáticos como dolores de estómago, cabeza o ponerse regresivos. Retroceden algunos años, actúan como bebés, se ponen más regalones, quieren dormir con los papás, pueden presentar terrores nocturnos, o hacerse pipí de nuevo”, enfatiza.
Las afecciones mentales en menores de edad son más comunes de lo que se imagina, tanto así que la Organización Mundial de la Salud señala que 1 de cada 5 niños o niñas sufre estrés o depresión. En este sentido, “son precisamente ellos quienes están en mayor riesgo frente a la cuarentena. Para quienes ya venían con grados de estrés o depresión, la recomendación es seguir en contacto con los equipos tratantes y no descontinuar tratamientos”, añade la psicóloga.
Estar atentos a las condiciones y comportamientos de niños, niñas y jóvenes es primordial para poder llevar una cuarentena tranquila. Entre los principales cambios que se reflejan cuando la población escolar presenta síntomas de estrés, están el insomnio o mal dormir, conductas agresivas o comportamientos irritables. Vania Martínez, directora de Imhay, señala que “estas pueden crecer al nivel de ponerse violentos con ellos mismos o con otras personas. Nunca serán normales las ideas de suicidio o hacerse daño, y si se detectan, hay que consultar a un especialista de inmediato”. Y agrega: “en los niños va a depender de cómo los adultos manejan la situación. Es importante conversar al interior de la familia, planificar una convivencia mejor, y ver cómo podemos distribuir nuestros horarios y tareas”.
Para disminuir las posibilidades de estrés los especialistas recomiendan:
– Crear rutinas con horarios establecidos para alimentación, aseo personal, estudio y sueño.
-Motivar la actividad física.
-Generar espacios de conversación y esparcimiento familiar.
-Incluir espacios de calma, contención y cariño.
-Limitar el uso de redes sociales y cuando se utilicen, guiar la interacción.
-Fomentar redes de contactos. Invitarlos a que hablen con sus amigos y familiares por videollamada.
Al encontrarnos en una situación irregular que afecta a la sociedad en su conjunto,”es importante la flexibilidad, que la rutina no sea motivo de estrés, es decir, si no se comió toda la comida, si la casa está más desordenada, lo aguantamos”, recomienda la psicóloga María Fernanda Pérez, quien concluye que “si necesitas ayuda, pídela. Esta es una instancia para hacer las cosas de forma distinta y es importante pasar por todos los estados emocionales porque no los podemos negar”.
El Centro CUIDA de la Pontificia Universidad Católica de Chile desarrolló la “Guíapara apoyar las emociones de niños y niñas frente a la situación actual por Coronavirus”, que te invitamos a revisar en el siguiente enlace.
ETIQUETAS:
COMPARTE: