Dos investigadoras de nuestro país están diseñando un nuevo método para agilizar el diagnóstico de esta enfermedad, que mata a más hombres chilenos que ningún otro cáncer.

 

En nuestro país, no hay cáncer más mortal para la población masculina que el de próstata: cada año mata a 2.300 chilenos, cerca de un millar más que los que fallecen a causa de accidentes automovilísticos. Se estima que uno de cada seis hombres lo desarrollará en algún momento de su vida, y la clave para prevenirlo está en el diagnóstico temprano: si es detectado a tiempo, solo uno de cada 33 no podrá superarlo. Pero muchos no se atreven a realizarse los exámenes.

Los especialistas dicen que, a partir de los 45 años, todo hombre debe realizarse periódicamente un chequeo de próstata. El primer paso es un examen de sangre para medir los niveles de antígeno prostático específico, una sustancia secretada únicamente por la próstata, que se filtra en el torrente sanguíneo de los pacientes cuando están enfermos. Pero esa prueba no es muy certera: cuando arroja positivo para cáncer, muchas veces está detectando alguna otra patología. Por eso, también se hace un examen de tacto rectal, y si alguna de las dos pruebas sale alterada, el paciente debe pasar por una biopsia, en la que se extrae un pequeño trozo de su próstata.

Las investigadoras Catherine Sánchez y Eliana Andahur.

Para acortar ese largo camino hasta un diagnóstico, una dupla de investigadoras de la Clínica Las Condes está desarrollando un nuevo método, con el que pretende aumentar la eficiencia y abaratar el proceso. Se trata de Catherine Sánchez, doctora en Ciencias Biomédicas, y Eliana Andahur, ingeniera en Biotecnología Molecular, quienes están diseñando un prototipo, financiado por Corfo, que busca evitar las biopsias, mejorando el proceso de detección de células malignas.

—Hoy no es simple llegar a un diagnóstico, y del total de hombres que se hacen la biopsia en Chile, el 60% sale negativo —explica Andahur, de 30 años—. Eso significa que más de la mitad de los pacientes debe realizarse un procedimiento que es muy invasivo, sin tener cáncer. Esto hace que los hombres no se hagan los exámenes y que la detección sea muy tardía.

El desarrollo del proyecto comenzó en marzo de 2018, cuando descubrieron que la presencia de un componente, en la sangre y la orina de los pacientes, podía estar relacionado con la aparición de células cancerígenas. Se trata de un tipo específico de micro-RNA —las moléculas que controlan la expresión de los genes—, que se manifestaría en los hombres cuando tienen cáncer a la próstata. Concretamente, en sus exosomas: un tipo de vesículas que liberan las células para comunicarse entre ellas y que llegan al torrente sanguíneo, donde se pueden analizar.

—Nadie había asociado este tipo particular de micro-RNA con el cáncer a la próstata —dice la biotecnóloga—, pero lo que hemos observado con nuestras investigaciones es que se trata de un biomarcador para esta enfermedad con una especificidad de entre un 70% y 80%.

En países con mayores recursos económicos, cuenta Andahur, los pacientes que arrojan positivo en el test de antígeno prostético específico suelen realizarse una resonancia nuclear magnética, un procedimiento para detectar células cancerígenas que en Chile tiene un valor superior a 200 mil pesos. Por eso, en nuestro país es más común utilizar como método de detección la biopsia.

 

“Esta es una enfermedad con buen pronóstico de sobrevida si se descubre a tiempo. Si logramos obtener un diagnóstico certero de manera más simple, lograremos que más hombres se hagan el chequeo a tiempo”, dice Eliana Andahur.

 

Las dos investigadoras, sin embargo, aseguran haber asociados tres marcadores distintos de micro-RNA para detectar la presencia de cáncer, aunque no pueden dar muchos más detalles: actualmente están en proceso de patentar su técnica. El examen, señalan, se aplicaría a los pacientes que den positivo en el antígeno prostático específico, con el fin de reducir la cantidad de hombres que llegan hasta la biopsia: la idea es que sólo quienes obtengan positivo en ambos exámenes tengan que someterse a la extracción de tejido prostático.

El próximo paso, para el cual actualmente están evaluando opciones de financiamiento, será realizar una prueba masiva en pacientes, un proceso que podría durar hasta dos años.

—Esta es una enfermedad muy tratable, y con buen pronóstico de sobrevida si se descubre a tiempo. Si logramos obtener un diagnóstico certero de manera más simple, lograremos que más hombres se hagan el chequeo a tiempo —dice Andahur—. Podremos salvar muchas más vidas.

 

Texto: Natalia Correa