Fabián Jaksic Andrade (66) tuvo sus primeros acercamientos con la ecología cuando era un niño, época en que coleccionaba insectos, estampillas, revistas y rocas, y que utilizó para crear su primer insectario. Recuerda que, de pequeño, su gran entretención era ir al campo, ya sea por el día, a acampar, cazar o vacacionar. En aquellos años, no conocía la palabra ecología, pero sí sabía mucho de zoología, por formación autodidacta y un profundo interés.
Licenciado en Biología de la Universidad de Chile, doctor (PhD) en Zoología de la Universidad de California-Berkeley, el investigador es, además, especialista en ecología comunitaria, biodiversidad y especies invasoras. Actualmente, se desempeña como académico del Departamento de Ecología de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Católica.
El pasado 27 de agosto fue galardonado por el Ministerio de Educación con el Premio Nacional de Ciencias Naturales 2018 por “su gran labor y aporte al país”. “A nivel personal y profesional me siento muy agradecido por el reconocimiento hacia mi persona y a nuestra ciencia, la ecología. Ser escogido por mis pares entre muchos científicos aspirantes al premio es un honor difícil de procesar. Dado que yo me considero pionero de esta disciplina en Chile, pienso que este galardón también se le otorga al desarrollo vertiginoso de la ecología en el país”, agrega.
Bajo su liderazgo, se creó en la PUC el Centro de Estudios Avanzados en Ecología y Biodiversidad (CASEB), actual Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad (CAPES), apoyado por CONICYT a través de su Programa de Investigación Asociativa, que ha aglutinado a más de cien investigadores, dedicados al impacto del cambio global sobre la biodiversidad.
Además, durante su carrera profesional el doctor Jaksic ha participado en 18 proyectos Fondecyt. “Todami trayectoria como científico la he desarrollado gracias a ese financiamiento. Imagino que sin estos fondos habría tenido que dedicarme solo a la docencia, repitiendo lo que dicen los libros de texto, sin experiencia directa de cómo se genera el conocimiento”, manifiesta.
El científico integra el Consejo de la Sociedad Civil de la Superintendencia del Medio Ambiente, desde donde propone algunas mejoras ambientales para Santiago, destacando que uno de los grandes avances sería que se cumpla el Plan de Descontaminación en la Región Metropolitana. Para él, “con esto, ya habríamos dado un gran paso. Por cierto, necesitamos más áreas silvestres protegidas y es muy urgente cuidar nuestros humedales de la expansión inmobiliaria”.
Consultado sobre cómo se podría crear un equilibrio entre la ciudad y las especies biológicas presentes en ella, comenta que “lo primero es reconocer que esas especies son habitantes, tal como lo somos nosotros y que todos tenemos que evitar degradar nuestro ambiente urbano. Dado que las otras especies no tienen nuestra capacidad de raciocinio, tenemos que ser guardianes de ellas y gestionar sus poblaciones; estudiar los tipos de relaciones que establecemos con ellas y el medio, es decir, investigar más en ecología urbana”.
La ciencia está en la curiosidad
El ecólogo descubrió esta disciplina por iniciativa propia, cuando de niño se interesaba por los animales, las plantas y el medio ambiente y la relación que estos establecían entre ellos. Desde esa experiencia y la de docente, explica su visión sobre cuál es la mejor metodología para fomentar el interés de los niños y jóvenes por la ciencia: “hay que hacerles ver que no se trata de memorizar conocimientos pasados, sino que una actividad permanente de detectar hechos que causan curiosidad, de enunciar hipótesis explicativas, de ponerlas a prueba y comprobar su veracidad. Es decir, que la ciencia es una manera de entender el mundo donde vivimos”.
Jaksic impulsó la creación de la Sociedad de Ecología de Chile en 1992 y hoy es el único ecólogo sudamericano reconocido como Senior Ecologist por la Sociedad de Ecología de Estados Unidos, respaldado con su participación en más de 300 publicaciones, 57 proyectos de investigación y su continua colaboración con el Estado.
El investigador es oriundo de Punta Arenas y recuerda a su región con mucho cariño, sin embargo, lamenta que cuando alguien emigra en búsqueda de nuevas oportunidades, es mal visto por los magallánicos, lo cual afecta a las brechas de conocimiento. “Allá hay una cierta mentalidad que si uno abandona la región en busca de conocimiento es una especie de traidor a ella, sin embargo, considero que deberían considerarnos como aliados o una especie de embajadores. Es decir, la diáspora magallánica es frecuentemente soslayada por los locales, en circunstancias que cada uno de nosotros estaríamos dispuestos a dedicar tiempo a ayudar al desarrollo de la ciencia regional”, dice.
¿Qué cree que hace falta en Chile para aumentar la divulgación científica?
Que haya más apoyo financiero y que las autoridades universitarias valoren de mejor maneraesta actividad, aparte de la investigación, docencia y administración, que son rigurosamente evaluadas.