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Experiencia desde la Química: Especialista propone que uso de tecnología en clases mantiene a estudiantes activos

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  • 18 Febrero, 2015

Xavier Prat-Resina está convencido de que esto permite saber quiénes están pendientes de la clase y quiénes no. Su teoría no es avalada por todos.
 
“El bueno, el feo y el malo del aprender con tecnología” y “estrategias web para el aprendizaje en química” son los nombres de las dos charlas que dictó Xavier Prat-Resina, docente de la University de Minnesota Rochester, Estados Unidos, cuando visitó la Universidad Andrés Bello (Unab) sede Concepción.
 
Ambas charlas formaron parte del curso orientado a profesores, tanto universitarios como secundarios, con el fin de entregarles competencias tecnopedagógicas para la enseñanza de la química, que dictó esta casa de estudios con sede en el Biobío.
 
Histriónico y con una personalidad única, Prat-Resina es capaz de cuestionar y argumentar si el hecho de que la tecnología irrumpa la universidad perjudica o favorece la enseñanza.
 
“Algunas son buenas, otras son malas y para qué sirven (porque ciertamente hay una revolución) es lo que explicaré. Y no es sobre todo que la tecnología cambie el cómo hay que enseñar, sino que hay que usar tecnologías para hablar más con el alumno, interaccionar más con él y mantenerlo más activo dentro de la clase”, explicó el especialista.
 
Pero, qué tan eficaz es esto, cuando también existen corrientes que señalan que la tecnología no aporta a la educación. Al respecto, Xavier Prat-Resina mencionó que “depende. Hay tecnologías que son perniciosas y otras que se sabe que son beneficiosas y hay otras que aunque se sabe que no benefician, están aquí para quedarse. Por ejemplo, uno podría tratar de aislar toda la telefonía móvil, fuera del aprendizaje, se trata de educar al ciudadano sin la telefonía móvil, pero todo el mundo lo tiene. Por lo tanto, si nuestra educación tiene que servir para ciudadanos en una sociedad actual, tienen que saber cómo implementar estas nuevas tecnologías que se sabe que quizás distraen, pero hay que saber usarlas para que aporten”.
 
A simple vista, lo que plantea este español pareciera ser un desafío, pero no imposible, ya que él se vale de la tecnología para potenciar sus clases de química.
 
Tecnología + aprendizaje
Mezclar ambas cosas es la propuesta que trae el experto y que ya implementa la sede local de la Unab por medio de Clickers, dispositivos electrónicos que permiten de manera instantánea a los estudiantes interactuar con el profesor, cuando éste realice alguna consulta.
 
Pueden votar, indicando sí o no, cuando el profesor pregunta si han entendido el contenido que recién les enseñaron. Así se sabe qué materia repasar, porque no todos captaron el mensaje.
 
“Uno puede estar hablando durante una hora, y todos los alumnos pueden estar perdidos, no saben, no siguen al profesor, en cambio, al utilizar estos aparatos, uno habla durante 5 minutos, les hace una pregunta y votan con el móvil. Así el profesor puede saber rápidamente si lo que ha dicho hasta ahora, los alumnos lo han entendido o no, y si no lo han entendido, el profesor puede repetirlo, y aumentar la comunicación con los estudiantes”, detalló el especialista.
 
Y agrega: “Se sabe quién está en clases, quien participa, quien escucha. Ya no pueden ir sólo a sentarse al final de la clase a dormir, porque se sabe quién no esta atento”.
 
Sin embargo, también cabe cuestionarse, entonces, ¿en qué casos la tecnología no aporta? Ante esto, Prat-Resina contó que, en primera instancia, el docente debe plantearse el semestre, saber con claridad qué contenidos pasará en clases, hacia donde quiere llevar a los alumnos. De esta forma también sabrá qué dispositivos móviles le servirán para pasar el contenido en el aula.
 
Los métodos que utiliza con sus alumnos son dos. El primero se trata de una interacción 3D con moléculas, para aprender química por medio de tablets. La otra es que debido a la gran cantidad de información que existe en internet, él desarrolló un sitio web para sus alumnos, donde sube material para la clase, con el fin de que cada uno seleccione los manuales de química que más les acomode.Ver algunos modelos.
 
“Con las tablets, por ejemplo, el estudiante puede manipular las moléculas que todavía con el ratón es menos intuitivo, menos sensitivo. Entonces, también hay una componente quinemática de motor, que es mejor que si uno está sólo escuchando cómo el profesor conduce la molécula. Eso es un aprendizaje menor, porque incluye menos sentido de mi cuerpo, de allí que las pantallas sensoriales de un smartphone o una tablet son muy útiles. Hay tecnologías, sobretodo en química, para que conduzcan este aprendizaje y aporten”.
 
Tecnología y química 
 “En el campo molecular hay páginas web que son muy interactivas, yo soy químico, pero programo también, y ya he hecho páginas donde el alumno puede interaccionar con la página web y así aprender”.
 
Y agregó que “la ventaja de la tecnología es esa, que las distracciones aportan cosas nuevas y a veces no son distracciones. Por esto se deben convertir esas distracciones en conexiones. Si uno el Facebook lo usa para tonterías, es una tontería, es una perdida de tiempo, pero si uno usa el Facebook para conocimiento, solo son herramientas. Con la tecnología se abren un montón de posibilidades para bien o para mal. Hay que aprovecharlas”.
 
Fue enfático al señalar que también existen limitantes, aspectos en los que se debe tener cuidado y considerar, ya que no es lo mismo aplicar su método a estudiantes secundarios, debido a su grado de madurez.
 
Al ser consultado por cuándo no aporta, contó que “acostumbrarse a la tecnología cuesta mucho, por ello es que se necesita cierta madurez. Las situaciones en que no ayuda es cuando la persona que la utiliza no tiene la madurez para sacarle provecho a la tecnología. Por ejemplo, cada alumno de la Universidad de Minessota v
iene con su computador portátil, porque a veces durante la clase les digo que voten o escriban algo en el sistema que conecta respuestas”, acotó.
 
 

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