El océano ha sido un gran modelador de nuestra identidad como país, tanto como fuente de supervivencia como escenario de conflictos, estando presente en diversos hechos históricos que son importantes de analizar, para así ir comprendiendo las diversas dimensiones que  estrechan nuestro vínculo con ese mar que tranquilo nos baña.

Para ir desenmarañando la historia de conflictos en el que el mar ha sido protagonista, conversamos con el abogado e historiador, académico de la Facultad de Derecho de la UC, Cristóbal García-Huidobro, quien nos hizo un completo repaso de la relación de Chile con su mar, desde una perspectiva histórica.

 

¿Cuál ha sido la vinculación histórica de nuestro país con su mar?

El mar siempre ha tenido importancia en la historia de nuestro país. En primer término, desde la época pre histórica, cuando bandas de cazadores recolectores vivían en lo que hoy es Chile. Pueblos como los kawésqar o los selknam sacaban su sustento del mar. 

En la época de la presencia española en Chile, el mar juega un rol importantísimo, no solo como un medio de intercambio territorial, también como medio de transporte por excelencia. El mar, entendido como un lugar para extraer riquezas, ha estado presente en la historia de Chile desde un principio, desde la perspectiva económica, como transporte; pues no existen carreteras en el país hasta entrado el siglo XIX, y también para sobrevivir. 

¿Por qué el océano es un lugar de conflicto tan importante?

Se tiende a pensar que el océano es un espacio vacío, donde solo hay agua, pero lo que hay es una vasta riqueza, desde el punto de vista mineral, pesquero y de biodiversidad. A lo largo de la historia de la humanidad siempre ha habido pugnas y luchas por dominar los mares. 

El caso de Gran Bretaña se recuerda porque su flota debía ser la suma de las flotas que le seguían en tamaño. En el siglo XVIII y XIX el dominio de los mares se convierte en una de las grandes carreras por el dominio mundial. El mar es un espacio abierto igual que la tierra, la diferencia es que no podemos caminar sobre él, pero sí se puede combatir sobre él. 

Indudablemente, el dominio marítimo implica dominio sobre las riquezas de ese espacio. No podemos poner en tela de juicio el mar como escenario de guerra, por desgracia, una actividad bastante común entre seres humanos. 

La Guerra de Malvinas, por ejemplo, no es solo por reclamación territorial, también porque argentinos y británicos sabían de yacimientos de gas natural, petróleo y prospecciones estratégicas que aparecen como puerta de entrada del Estrecho de Magallanes y el Océano Pacífico. En el caso de La Guerra del Pacífico, el dominio de los mares tenía que ver con quien controlaba la costa, pero en realidad lo que se peleaba tenía que ver con el territorio y no con el mar como fin. 

Respecto al conflicto limítrofe entre Perú, Bolivia y Chile ¿Qué ganaron y perdieron, en materia marítima e histórica, estos países?

Respecto al caso del primero, que en resumidas cuentas no dejó contento a nadie, aunque el desencanto fue mayor en Chile, tenía que ver con un tema económico de recursos pesqueros y minerales. Estos factores convierten al mar en una zona de disputa por el control de esos recursos. 

En el caso de Bolivia, y a diferencia de Perú, existe un diferendo que sí estaba zanjado. Tenemos el Pacto de Tregua de 1884, así como el Tratado de 1904, que son precisos respecto al territorio que queda a disposición de nuestro país. Bolivia quiere negociar una entelequia jurídica que no se sostiene realmente. Negociar de buena fe es una obligación que ningún país tiene, además, implicaría que nosotros sí armemos negociaciones, pero quedemos en punto muerto. 

A Bolivia le interesa fundamentalmente el tema marítimo porque hay todo un resabio histórico que culpa al atraso de la república boliviana en la falta de mar, lo que es un absurdo, porque existen países mediterráneos que nunca han tenido salida al mar y son ejemplos de desarrollo económico.  

Bolivia tuvo salida al mar durante un tiempo y no la explotó, teniendo solamente dos ciudades: Calama, en el interior, y Antofagasta, como puerto de salida, donde para 1879 la mayor parte de la población boliviana era chilena reconocida por los censos bolivianos. 

Fue el impulso chileno el que desarrolló la industria en Antofagasta. Eso no quita que ese territorio no haya pertenecido al departamento del litoral boliviano, más allá de los diferendos, pero, producto de la Guerra del Pacífico, Bolivia pierde esa zona y se convierte en un territorio eminentemente mediterráneo, históricamente siempre lo ha sido. Bolivia reclama mar que escasamente alguna vez dominó y que por otro lado perdió. 

¿Y en materia económica?

Es difícil tratar de sopesar que gana y pierde Perú después de la Guerra del Pacífico. Creo que no perdió tanto respecto al dominio del mar, quizás involucrarse en la guerra le llevó a una crisis política bastante grande de la que recién logra salir entrando al siglo XX. Por otro lado, la flota que tenía la pierde casi por completo. De ahí en adelante tiene una vocación marítima bastante clara, en la que logra explotar sus recursos bastante bien. No así Bolivia. 

Es difícil hacer historia de ficción respecto a lo que podría haber perdido Bolivia. En mi opinión no pierde mucho. Es un país que siempre ha mirado hacia el interior, a sus enormes recursos, tanto humanos, como minerales, que hicieron muy rica a la elite boliviana en la primera parte del siglo XX.  Al perder el mar, Bolivia no perdió nada, simplemente encontró su verdadera vocación que era desarrollar el territorio que actualmente posee y efectivamente, debería ser a lo que debería dedicarse incluso después del probable triunfo de Chile en La Haya. 

¿Existen motivos que pueden detonar nuevos conflictos vinculados a los océanos?

Sí, graves y urgentes problemas que es necesario resolver. Existe un conflicto entre ciernes, entre China, Japón y Las Filipinas, por una serie de atolones y pequeñas rocas que se encuentran en el mar de China y Japón. Lo mismo ocurre en la zona entre Taiwán, Filipinas y Japón. 

Si bien parecen ser circunstancias lejanas, estamos hablando de países, especialmente en el caso de China y Japón, que concentran una buena parte de la producción de manufactura y que llevan a cuestas, especialmente el primero, la economía mundial. 

Pueden rebrotar conflictos sobre el control marítimo, indudablemente, sobre todo en países que no tienen bien demarcados sus límites. En ese sentido hay mucho trabajo por hacer todavía. Yo creo que las organizaciones internacionales, como Las Naciones Unidas o diferendos limítrofes en instancias internacionales, como el Tribunal de La Haya, son buenos espacios para resolver estos problemas sin la necesidad de derramamiento de sangre o conflictos bélicos. 

En el futuro se predice que vendrán tiempos de escases, especialmente en productos de primera necesidad, como el agua. Pero el agua del mar se puede remineralizar para volverla potable. Lo mismo va a pasar con los recursos pesqueros e incluso vegetales que se encuentran dentro del mar. Así los incluiremos en nuestra dieta, cuando otros sean limitados. 

Puede que esta situación se transforme en “una papa caliente” si no se trabaja con buena fe y ahínco en resolver estos problemas limítrofes. Ojalá que se actúe cuanto antes.