Los kelp o huirales forman extensos bosques marinos, que proporcionan alimento y hábitat a peces, mamíferos, crustáceos, entre otros. Sin embargo, pese a su importancia ecológica, se conoce poco acerca de ellos en relación a otros hábitats. Un nuevo estudio reúne medio siglo de información dispersa sobre los bosques de macroalgas pardas alrededor del mundo. La investigación se realizó en colaboración con un equipo internacional integrado por 37 científicos, tres de ellos chilenos: Alejandro Pérez-Matus, investigador del Núcleo Milenio Centro de Conservación Marina UC, Alejandro Buschmann, de la Universidad de Los Lagos y Julio Vásquez, de la Universidad Católica del Norte. 

El estudio analizó la abundancia de las algas en 34 regiones del mundo, lo que representa 1.138 sitios monitorizados durante el último medio siglo. Los resultados obtenidos revelan que el 38% de las regiones analizadas muestran descensos claros respecto a la abundancia de los bosques de algas. También hay muchas regiones (27%) donde los huirales han aumentado y muchas otras donde no hubo un cambio neto observado (35%). El rango de variación que se observa en todas las regiones superó con creces la tasa de disminución a la escala global (1,8% de disminución por año). La investigación sugiere que esta variabilidad refleja grandes diferencias regionales en los motores del cambio ambiental a escala local. Mientras que los factores globales asociados con el cambio climático están afectando a los bosques de algas, estos efectos varían según la región en función de las especies locales donde habitan estas macroalgas, las condiciones ambientales locales y otras fuentes locales de estrés.

Uno de los lugares donde se ha observado un cambio negativo y significativo es en Chile Central, en especial en las regiones de Coquimbo y de Valparaíso. “Cualquier cambio en su abundancia puede implicar impactos en el ecosistema”, explica Alejandro Pérez-Matus, coautor de la investigación y coordinador de la data regional (Chile) en el marco del proyecto National Center for Ecological Analysis and Synthesis. Hace 10 años se recolectaban sólo las algas que llegaban a las costas desplazadas por las marejadas. No obstante, al aumentar la demanda del mercado internacional, la extracción se hace con ayuda de buzos que emplean un chuzo o barreta para desprenderlas de la roca. Actualmente se extraen alrededor de 4 millones de toneladas anuales y el efecto directo es la sobreexplotación del recurso. Si al barreteo se añade la sobrepesca, aumenta la población de caracoles, lo que a la larga conlleva a un deterioro del bosque submarino.

A pesar de que el estudio reúne la abundancia de algas marinas hasta la fecha, no se puede determinar las trayectorias de las abundancias de algas en muchas regiones porque se carece de información. “Esta falta de datos es un problema real tanto para comprender cómo han cambiado los bosques de algas de todo el planeta, y qué trayectoria tendrán en el futuro”, señala Pérez-Matus.

El estudio también destaca que estos bosques han desaparecido en algunos lugares del mundo, pero no están exhibiendo un rápido descenso a nivel global como ocurre con otras especies, como los corales o los pastos marinos. Esta diferencia probablemente se debe en parte a la capacidad única de las algas para recuperarse rápidamente frente a las perturbaciones, comenta.

Los hallazgos del equipo ponen de relieve la importancia y la oportunidad para la protección y manejo de los bosques de macroalgas a escala local. De hecho, las regiones donde se documentaron descensos fueron a menudo los que experimentan múltiples factores estresantes a diversas escalas (local y global) que actúan juntos para dañar a los bosques. Estos incluyen, por ejemplo, la combinación de la pesca y el cambio climático. El estudio también pone de relieve la necesidad de programas de monitoreo local que mantenga y se extienda como un medio para informar y entender el futuro de los bosques marino de nuestro planeta.