“Veo las palabras colgadas delante de mí y no logro entenderlas, no sé quién soy y no sé qué será lo siguiente que pierda” corresponde a un fragmento de la película Siempre Alice, donde una mujer comienza a sentirse desorientada y olvidadiza, y que es diagnosticada con Alzheimer.
Según el Dr. Pedro Cisternas, investigador asociado del Centro de Envejecimiento y Regeneración de la Pontificia Universidad Católica, “el Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa que produce una falla progresiva de todas las funciones del cerebro. Tiene una alta prevalencia, principalmente en adultos mayores de 65 años”. El mismo experto comenta que “una de las primeras manifestaciones de esta enfermedad es la pérdida de memoria de corto plazo que se asocia a procesos de la vida cotidiana, lo que conlleva a una pérdida significativa en la calidad de vida del paciente y de las personas relacionadas”.
La incidencia de Alzheimer aumenta con la edad y representa entre un 60 a 70% de los casos de demencias, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). En la actualidad, nuestro país tiene una esperanza de vida de 77 años para hombres y 82 años para las mujeres. Los datos del Censo indican que nuestra población está envejeciendo: en 1992, un 6,6% de las personas tenían sobre 65 años, mientras que el 2017 esta cifra aumento a 11,4%. De acuerdo con datos del Ministerio de Salud, 200 mil personas presentan demencia.
Ante esta realidad se están desarrollando una serie de políticas que permitan prevenir y generar factores protectores relacionados con la salud y los aspectos sociales de estos enfermos. Una de ellas es que, a partir de julio de este año, el Alzheimer ha sido incorporado dentro del Plan de Garantías Explícitas de Salud, AUGE, lo que incluye su diagnóstico y tratamiento.
Cómo prevenir la enfermedad de Alzheimer
Existe una serie de factores que se asocian al envejecimiento y que podrían ser aplicados en la prevención de la enfermedad de Alzheimer, como son la actividad mental, el ejercicio y la dieta, entre otros.
Al respecto, el Dr. Pablo Toro, médico psiquiatra de la Pontificia Universidad Católica de Chile, investigador asociado del Centro FONDAP de Conicyt ACCDiS –Centro Avanzado de Enfermedades Crónicas– señala que “uno de los factores más relevantes en la enfermedad de Alzheimer es el nivel educacional. Es tan importante que se ha acuñado el término de Reserva Cognitiva, que es la capacidad que tiene el cerebro para compensar el deterioro producido por procesos como el envejecimiento. Las personas que mantienen una actividad mental permanente generan mayores conexiones neuronales a diferencias de aquellas que no, lo que conduce finalmente a la muerte de las neuronas de manera irreversible”, comentó.
Una dieta desbalanceada y falta de ejercicio no solo se encuentran asociados a enfermedades como la diabetes mellitus, el síndrome metabólico, la dislipidemia, hipertensión arterial y obesidad, sino que también se encuentran relacionados al desarrollo de la enfermedad de Alzheimer, agrega el facultativo. “Existen dietas que mejoran la reserva cognitiva, como la dieta mediterránea”, agrega Toro. Esta dieta se compone principalmente de vegetales, legumbres, frutas, cereales, una ingesta alta a moderada de pescados, una baja ingesta de productos lácteos y carnes rojas, y una regular pero moderada ingesta de vino tinto.
Por otra parte, la actividad física mejora la irrigación cerebral y facilita la conectividad entre neuronas, reduciendo su pérdida y preservando el volumen en regiones del cerebro vulnerables. Según un metaanálisis publicado en la revista Journals of Gerontology: Biological Sciences el año 2017, la ventana de oportunidad para el efecto beneficioso de la actividad física es bastante amplio y se puede extender incluso para aquellos que deciden comenzar a realizarla en una etapa más tardía de la vida.
Investigación sobre Alzheimer en Chile
El Dr. Pablo Toro participa actualmente en el primer estudio poblacional de cohorte de nuestro país en la ciudad de Molina en la región del Maule (MAUCO) del ACCDiS, lugar con altas tasas de mortalidad por diabetes, enfermedades cardiovasculares, neumonía y enfermedad de Alzheimer.
Sobre el estudio, dice que, en la cohorte, el objetivo es evaluar los factores ambientales comunes a los que está expuesta la población y que conducen al desarrollo de estas patologías. Esto se analizará durante los próximos 10 años que dura el estudio. “Estamos realizando una serie de evaluaciones mediante pruebas, cuestionarios –entre otras– para medir la atención, memoria, lenguaje, y actividades de la vida diaria que permitirán obtener resultados de la función cognitiva”, indica. Añade que este estudio es de gran relevancia sobre todo para obtener datos más cercanos a la realidad de nuestra población chilena, a pesar de que se realice en una región en particular.
El Dr. Pedro Cisternas es otro de los investigadores que se encuentra estudiando esta enfermedad. “Durante los últimos años nuestro laboratorio se ha dedicado a buscar moléculas que permitan retrasar la aparición de las primeras manifestaciones de la enfermedad de Alzheimer o que permitan recuperar las funciones cerebrales en modelos donde la enfermedad ya está establecida”, explica el académico.
“Hemos demostrado la importancia de una vía de señalización de las células y la importancia del metabolismo de glucosa en la enfermedad de Alzheimer. En este contexto hemos utilizado la molécula Andrographolide (ANDRO)”, señala, explicando asimismo que “el ANDRO es el principal componente activo de la planta medicinal Andrographis paniculate”.
Explica el Dr. Cisternas que este componente lo han probado en modelos in vitro (cultivos de neuronas del hipocampo de ratón) e in vivo (ratones transgénicos para manifestar algunas características de las enfermedades de Alzheimer). Señala que “en ambos modelos estudiamos el efecto de ANDRO sobre la actividad neuronal y si estos efectos se correlacionan con una mejor en la memoria de los animales y/o en un cambio en los marcadores de la enfermedad de Alzheimer, y hemos demostrado que esta molécula es capaz de mejorar diferentes funciones del cerebro, tales como la generación de nuevas neuronas, comunicación entre las neuronas y potenciar el uso de glucosa a nivel cerebral”.
En su conjunto, el investigador comenta que estas funciones soportan la idea de que esta molécula puede representar una interesante herramienta farmacológica contra la enfermedad de Alzheimer. Con respecto al posible uso de esta molécula en pacientes opina que “es necesario realizar más estudios para descartar efectos no deseados por el consumo crónico de esta molécula. Además, es necesario esclarecer la dosis necesaria para que esta molécula puede llegar eficientemente al cerebro”.
El Dr. Cisternas hace una reflexión sobre la importancia de la investigación en esta área. “El desarrollo de conocimiento para entender estas enfermedades es indispensable para posteriormente desarrollar terapias farmacológicas para prevenir la aparición de la enfermedad y con ello mejorar la calidad de vida de los pacientes y sus familias”, indica, a modo de conclusión.