La contaminación del aire es un problema a nivel mundial, según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) 91% de la población vive en zonas donde la contaminación del aire excede los límites seguros y las muertes anuales por esta causa asciende a 4,2 millones de personas, donde el 29% de los fallecidos son por cáncer pulmonar, 25% por enfermedades cardiovasculares y 43% por accidente vascular y enfermedades pulmonares.
Un reciente trabajo publicado en la revista científica Environmental Research, relacionan la polución ambiental con el desarrollo y muerte por diabetes mellitus tipo 2, a esto se suma otro estudio publicado en la revista científica Science of the Total Environment, donde se demuestra una asociación entre la exposición a altos niveles de dióxido de nitrógeno y el desarrollo de la depresión.
En Chile, según el Ministerio del Medio Ambiente, se reconocen tres fuentes principales de la contaminación del aire, las cuales son: los medios de transporte, las actividades industriales y la calefacción de las viviendas mediante la combustión de leña, siendo las regiones del centro y sur del país las más afectadas por la mala calidad del aire.
Contaminación del aire y su relación con el COVID-19
Recientemente la revista Science of the Total Enviroment, también publicó otro estudio en el que se muestra que los niveles de dióxido de nitrógeno presentes en el aire estarían contribuyendo con las muertes por COVID-19. En este trabajo se estudiaron 4 países: España, Italia, Francia y Alemania, donde se observó que las zonas del norte de Italia y centro de España, que son las que presentan mayores niveles de dióxido de nitrógeno en el aire, concentraban el 78% de las muertes por coronavirus.
En esta línea, la doctora en Físico Química María Rosa Bono, Inmunóloga del Instituto Pasteur de Paris, directora de la Asociación Chilena de Inmunología y profesora de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, explicó que “la polución del aire ya sea exposición crónica a gases o material particulado afecta el sistema inmune, produciendo enfermedades respiratorias como el asma, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (conocida como EPOC) y cáncer de pulmón”. En este sentido, es importante entender que el pulmón es un órgano vulnerable a la polución ambiental, ya que fácilmente entra en contacto con estas substancias a través de la respiración”.
La doctora Bono, también comentó que la respuesta inmune que se produce frente a los contaminantes es una respuesta inflamatoria, donde se reclutan células inmunes capaces de eliminar compuestos gaseosos y partículas contaminantes, de la misma manera que lo harían con microorganismos como bacterias o virus que entren al pulmón.
Por otro lado, la revista The Lancet , recientemente indicó que un grupo de pacientes graves contagiados con COVID-19 desarrollarían lo que se conoce como “tormenta de citoquinas” que se refiere a una respuesta descontrolada del sistema inmune. Al respecto, la Dra. Bono señaló “en el caso de los pacientes positivos al virus, un porcentaje de ellos puede presentar una enfermedad respiratoria severa. Esto ocurre por la incapacidad del sistema inmune de eliminar el virus eficientemente, lo que produce una respuesta inflamatoria exagerada, ocasionando la destrucción de los tejidos del pulmón y la deficiencia respiratoria. Por lo tanto, la polución del aire solo puede agravar a aquellos pacientes con COVID-19 que presentan una enfermedad severa”.
Hasta la fecha no existen terapias o tratamientos para prevenir o tratar el COVID-19. El manejo actual incluye prevenir el contagio entre las personas, controlar los parámetros clínicos en los pacientes hospitalizados y cuidados intensivos con el soporte de oxígeno y ventilación mecánica para los casos más graves. Por lo tanto, existe la urgente necesidad a nivel mundial de encontrar tratamientos efectivos contra COVID-19.
Al respecto, la Dra. Bono también agregó, que “cuando se produce esta inflamación descontrolada del sistema inmune se genera gran cantidad de citoquinas inflamatorias y aunque actualmente, existen reactivos que permiten ayudar a eliminar estas moléculas, desgraciadamente son muy caros, porque su desarrollo requiere producir anticuerpos monoclonales contra cada una de estas citoquinas inflamatorias. Estos reactivos son solo producidos en animales de laboratorio y para ser usados en el hombre deben ser humanizados, para lo cual se requiere investigación de alto nivel tecnológico, son reactivos muy escasos y difícilmente podría ser usados a gran escala”, explicó la experta.