Desde la antigua Grecia hasta la época actual, el ser humano ha utilizado la palabra para exponer sus ideas y convencer a otros. No obstante, es innegable que beneficia la construcción de conocimiento. La académica de la Facultad de Educación UC, Alejandra Meneses Arévalo, profundiza el rol de los debates en el aprendizaje de la ciencia.
Los debates pedagógicos fomentan por una parte, que los estudiantes elaboren un discurso más extendido, con ideas distintas y con un vocabulario y una sintaxis más amplia. Y, por otra parte, promueven una dimensión de razonamiento y de argumentación donde tienen que plantear sus ideas, escuchar los argumentos de otros, integrarlos y contrargumentarlos, lo que conlleva a adoptar distintos puntos de vista para la construcción de conocimientos. “Por lo regular, los debates están ligados a temas que causan controversia por lo que los estudiantes tienen que identificar qué es lo que causa polémica. Luego necesitan recopilar información para poder entender y fundamentar sus distintas posiciones. En esa búsqueda de información, se construye una determinada posición, luego tienen que desarrollar una serie de ideas que justifiquen esa posición, aproximarse a cuales pueden ser otras perspectivas y anticiparse para poder contraargumentar”, explica la Dra. Meneses.
Si bien el tema de la argumentación aparece declarado en el currículo de Educación Media y las y los profesores son conscientes de la necesidad de impulsarla, en la mayoría de las ocasiones las actividades argumentativas se vinculan a la materia de lenguaje. No obstante si se extrapola a la ciencia veremos que la explicación y la argumentación son habituales de la práctica científica porque potencian una dimensión de cuestionamiento causal que permite construir el conocimiento, no sólo haciendo experimentos sino confrontando ideas. De ahí el rol que juegan los torneos de debates para el aprendizaje de la ciencia, como los que organiza cada año el PAR Explora de CONICYT RM Norte.
Indagación y lenguaje académico
Desde el año 2015, la profesora Alejandra Meneses trabaja junto a Maximiliano Montenegro, Marcela Ruiz, Nicolás Pedro Sánchez, en un proyecto Fondecyt Regular “Los desafíos del lenguaje académico para aprender ciencias: evaluación e intervención con estudiantes de 4° básico”. Durante el primer año de ejecución del proyecto se desarrollaron materiales en colaboración con los profesores; en 2016 se implementaron los materiales en cinco aulas y en 2017 se aumentó a ocho aulas. Ahora hay alrededor de 300 niños una unidad sobre cómo se mueve el brazo y el antebrazo y otra sobre cómo cambia la materia de estado sólido a líquido.
“Con el trabajo con niñas y niños hemos observado que el tipo de unidad favorece que integren el conocimiento base y el lenguaje académico más específico. Al comparar sus explicaciones iniciales y finales, ellos utilizan palabras determinadas de la unidad, conectores causales así como el uso de evidencia científica. También hay progresos de razonamiento, lenguaje y en el proceso de construcción mismo. Las y los profesores, en cambio, utilizan cada vez más el tiempo en el aula no sólo para realizar actividades de indagación, sino para dar oportunidades para que sus estudiantes exploren, analicen sus propios errores, así como el trabajo con experimentos con método”, concluye la académica.