“En una sola noche el Telescopio LSST va a producir 20 millones de Megabytes de datos. ¿Cómo encontrar la información relevante en ese océano? Para eso hay que desarrollar técnicas estadísticas, algoritmos, software, para poder encontrar los objetos que te permitan responder las preguntas astrofísicas de interés. Ya sea la búsqueda de exoplanetas, de planetas con posibilidad de vida o bien averiguar qué es la energía y la materia oscura”
La descripción de Dr. Mario Hamuy es elocuente. La astronomía mundial tiene a cuestas un desafío mayor, y la comunidad científica nacional se prepara para lograr mayor protagonismo en este hito que se proyecta en territorio chileno. El norte del país tiene las mejores condiciones ambientales para la observación, pero ¿qué tan preparados estamos cultural e institucionalmente para asumir mayor liderazgo en este campo?
El profesor Hamuy es optimista. Sin tenerlo en agenda, su aporte en el área de supernovas permitió que se corroborara la expansión acelerada del Universo. No ganó el Nobel, pero confía en que las nuevas generaciones tendrán mayor reconocimiento. Para ello propone pasos concretos. El Instituto Milenio de Astrofísica (MAS), centro de investigación que dirige, es uno de ellos. Desde ese espacio pretende colaborar con investigación de excelencia, en la formación de nuevas generaciones de especialistas y en el desarrollo de instrumentación astronómica.
En este proceso, Hamuy plantea que la creación de un ministerio de Ciencia y Tecnología es fundamental para definir lineamientos y prioridades de investigación. También cree necesario que los científicos aterricen y salgan a terreno a contarle a los jóvenes por qué el hacer ciencias es entretenido, intelectualmente interesante y un motor para el desarrollo del país.
Más de fondo, el Dr. Hamuy cree en el fortalecimiento de la educación pública. “Yo tuve muchas oportunidades y espero que también las tengan en todos los rincones de Chile. En eso estoy trabajando ahora”, enfatizó.

 

EL MAS Y EL MINISTERIO

Mario Hamuy 03Usted que tiene contacto con la comunidad científica internacional. ¿Cuál es la imagen país de Chile respecto del desarrollo científico?
Hoy Chile concentra el 40% de la infraestructura de observación que hay en el mundo, así que obviamente, dentro de la comunidad astronómica mundial, Chile es un referente, es muy conocido. No sólo por albergar los telescopios extranjeros, sino que además porque la investigación que se hace en Chile desde las instituciones chilenas es de un nivel de excelencia.

¿Chile podría llegar a liderar en algún momento el escenario de investigación astronómica? ¿De qué depende eso?
Actualmente, Chile concentra el 40% de la capacidad de observación global y en una década va a llegar al 70%. Chile tiene una gran oportunidad para liderar, pero hay que dar ciertos pasos, hay que hacer algunas inversiones, hay que tomar algunas decisiones estratégicas para realmente situarnos en la frontera del conocimiento.
Parte de esa estrategia está en el Instituto Milenio de Astrofísica (MAS), financiado por el Ministerio de Economía, que lleva un año de existencia y que tiene como objetivo preparar a la comunidad chilena para los desafíos de la próxima década, en la era de la Big Data.

¿Qué esperan lograr en el MAS al 2023, año para el cual proyectaron el financiamiento inicial?
El MAS pretende formar a las nuevas generaciones de astrónomos para los desafíos que vienen en la era de la Big Data. Para eso hay que formar astro estadísticos, gente del mundo de la estadística y de la informática para ser capaces de transportar grandes volúmenes de datos, almacenarlos y analizarlos.
También el MAS quiere ir más allá, y está pensando en construir instrumentos chilenos, diseñados y construidos por ingenieros chilenos, para sacarle mucho mejor provecho a la instrumentación astronómica que viene a Chile en la próxima década.
Pensando que la investigación astronómica se proyecta a largo plazo, ¿Cómo se priorizan las preguntas de investigación?
Hay un trabajo hecho por la Academia de Ciencias de Estados Unidos, hace unos pocos años, se llama el proyecto Decadal Survey, donde se preguntan qué hacer en los próximos diez años. Dentro de las preguntas relevantes que emanan de ese informe están: ¿Qué es la materia oscura?, ¿qué es la energía oscura?, ¿existen planetas habitables?, ¿cuál es el origen de las supernovas?, entre algunas otras más. Ese ejercicio también se puede hacer desde Chile. También deberíamos hacerlo, porque ya estamos logrando importantes niveles de madurez en la comunidad nacional, aunque probablemente las respuestas no van a ser tan distintas al ejercicio que hicieron en Estados Unidos.

¿Esta madurez de la comunidad científica carece de una institucionalidad que la acompañe?
La Presidenta Bachelet acaba de anunciar la formación de un comité de asesores para establecer un ministerio de Ciencia y Tecnología y les puso plazo en junio de este año. Me parece sumamente pertinente porque la institucionalidad científica del país está demasiado dispersa, hay programas en Conicyt, en Corfo, en el Ministerio de Economía y en varias otras agencia gubernamentales. Entonces, es importante darle coherencia a los instrumentos que fomentan y promueven el desarrollo de la ciencia chilena.
Un ministerio además permitiría elaborar políticas de largo plazo, independiente de los gobiernos de turno. Un ministerio podría priorizar áreas en las cuales Chile tiene ventajas naturales, como puede ser la astronomía, la geofísica o el mar. Es muy pertinente la iniciativa de ordenar el sistema científico-tecnológico del país. No podemos seguir pretendiendo dar el paso al desarrollo, el paso al Chile tecnológico, al Chile científico, si no tenemos una institucionalidad sólida.

¿Es solidaria la comunidad científica nacional?
La comunidad nacional tiene claro cuáles son sus objetivos y trabajamos todos en pos de lograr una mayor inversión en Ciencia y Tecnología por parte del Estado, que es muy baja. Chile hoy invierte un 0.4 por ciento de su PIB en CyT, está dentro de los más bajos de los países de la OCDE, que tiene un promedio de un 2 por ciento de su PIB. Todavía deberíamos quintuplicar nuestra inversión si quisiéramos llegar al promedio. Está claro que tenemos que dar ese paso, y el ministerio de Ciencia y Tecnología sería el espacio para crear una visión de futuro compartida por la comunidad chilena. Una vez que tengamos esa visión compartida con sus prioridades estratégicas, veamos cuántos son los recursos que el país requiere para llegar a cumplir esa visión.

¿Genera impaciencia la proyección a largo plazo del desarrollo científico?
No hay impaciencia en la comunidad científica, hay más bien impaciencia en las autoridades económicas del país que quieren ver cómo se transfiere ese conocimiento a la sociedad, en temas culturales y de productividad de mayor valor agregado a los productos. Por eso lado veo más impaciencia. Nosotros sabemos que nuestros objetivos se logran a escalas de tiempo que van más allá de los cuatro años de gobierno, que muchas veces no tiene un efecto
aplicado, y otra veces sí tiene efectos insospechados. Hay que trabajar junto a las autoridades para buscar la mejor manera de aportar a la ciencia básica, y a su vez que quienes quieran ver efectos prácticos nos ayuden con recursos adicionales para focalizar nuestra investigación hacia áreas donde hay mayores oportunidades de gran impacto en la sociedad, la economía y la cultura.

 

LA REFORMA ESPERADA

En la charla inaugural del año escolar de Santiago, usted dijo que ya no hay tantos niños que coleccionen insectos, que miren al cielo. ¿Qué cambió?
Hay que darles espacio a los niños desde jóvenes en la escuela para que desarrollen su creatividad y la curiosidad. Yo creo que están abrumados por tareas. Hay que dejarles espacio para que ellos puedan desarrollarse en lo que más les interese. Y ahí es muy importante la formación de los profesores. La reforma educacional no sólo se hace sólo con plata. Se hace con buenos profesores, por supuesto con infraestructura, pero con ideas de qué queremos enseñarles a los jóvenes.
Parte del debate que viene es cómo cambiar el currículo para que dé espacios para que los jóvenes se puedan desarrollar plenamente. Hay tremendo potencial científico repartido entre nuestro jóvenes de Arica a Magallanes, y hay que darles las oportunidades estando en contacto con buenos profesores de ciencias.

¿Qué le recomendaría a los profesores para motivar a sus alumnos?
No soy pedagogo, y soy el menos indicado para decir qué tienen que decir. Recuerdo con gran emoción los momentos en que el profesor de física y química llegaba a la sala y nos hacía experimentos, y uno podía ver con sus propios ojos por qué y cómo ocurrían las diferentes cosas. No era sólo tiza y pizarrón, era ciencia con las manos. Yo creo que eso se puede rescatar, a los niños les va a interesar siempre mirar por un telescopio.

¿Qué les diría a los niños en formación? ¿Cuál es la clave?
Lo primero es identificar aquello que los satisfaga más. Si es la música, que se desarrolle plenamente en esa dirección. Si alguien siente que estudiar los insectos es lo que más le motiva, que se desarrolle en aquello. No es fácil encontrar la vocación, pero para eso están las oportunidades que da la escuela. La Educación pública debiera dar ese abanico de oportunidades para que los jóvenes puedan identificar el ámbito donde puedan desarrollarse mejor. La educación pública es central para que la gente pueda encontrar su genuina vocación más allá de cuánto puedan ganar más adelante cuando sean profesionales.

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