Las frases “cambio climático”, “efecto invernadero”, “sustentabilidad”, son como la canción del verano, que muchas veces repetimos, sin saber muy bien de qué se trata el tema.
Por tal motivo, conversamos con Pamela García, agrónoma y profesional de apoyo de la Seremi de Agricultura, quien nos explicó cómo afectarán estos cambios en el clima, en particular a la región.
“Mucha gente no quiere hablar de cambio climático, sino de variabilidad climática, que es propia de un ciclo donde se producen estos aumentos o bajas de temperatura y cuyos fenómenos se registran históricamente. Sin embargo, hay corrientes que defienden el cambio climático porque es un efecto medible, por ejemplo, puedes ver cómo la curva de concentración de Dióxido de Carbono (CO2) ha ido creciendo en el tiempo”, sostuvo.
Según explicó, estos gases se acumulan sobre la tierra, generando una especie de capa protectora, –tal como se hace en un invernadero— que permite la radiación solar a la superficie terrestre, pero no puede ser remitida desde la Tierra hacia el espacio exterior, lo que genera una serie de variaciones en el ciclo del mar, el medioambiente, el clima, por mencionar algunos.
Uno de los efectos inmediatos en el clima, explicó la profesional, es la estacionalidad de los fenómenos climáticos del niño y la niña, que se están dando cada vez con mayor frecuencia.
Así con el fenómeno de la niña (es fría), “tenemos esta condición de sequía especialmente en la zona central, ya que refuerza o expande el Anticiclón del Pacífico, impidiendo el paso de los sistemas frontales. De esta manera, las heladas comienzan más temprano y son mucho más severas, afectando a paltos, cítricos y frutales de hoja resistente”, comentó.
En estos casos, las pérdidas pueden ser importantes, pues si el frío afecta a la parte leñosa del árbol, los rebrotes se ven afectados, y hay que esperar su recuperación incluso en más de una temporada.
En cuanto al fenómeno del niño es “cálido”, genera más precipitaciones, y un exceso de humedad del sistema, “lo cual es bueno por una parte porque podemos reponer la escasez de agua, pero por la otra, hay frutales de hoja caduca, como las pomáceas (peras y manzanas) que necesitan una cierta cantidad de horas de frío, y si esto no sucede, no se genera el fruto por ejemplo, o simplemente puede que no haya floración”, dijo.
Este año estaría afectado por un niño tardío, lo que puede traer consecuencias en los frutales si las lluvias se generan durante la floración.
Otro de los problemas que genera el cambio climático es el alza de las temperaturas, lo que a su vez tiene una serie de consecuencias: “La demanda hídrica aumenta, por otro lado hay especies y variedades que no se adaptan a mayor calor; así en la región, algunas variedades de manzanos ya han debido trasladarse más al sur; el escenario es buscar especies o variedades que se adapten con un menor requerimiento de frío”, indicó García.
En cuanto a la oscilación térmica, es decir la diferencia entre las temperaturas máxima y mínima, en un determinado período de tiempo, es una variable que, a juicio de la profesional, también debe ser tomada en cuenta, ya que “en la medida que este diferencial se vaya acortando, se reduce la generación de pigmentos, por ejemplo si vas a Brasil a comerte una naranja, verás que es medio verdosa; como en Chile la oscilación es alta, su color es maravilloso, y eso en la fruta nos da un plus en el mercado, pero si ese diferencial se va acortando, pudiera afectar también en el futuro algunas zonas productivas.”
Hay otro tema que se está discutiendo, como el aumento de plagas y enfermedades: “El ciclo de reproducción de los insectos se hacen más cortos y más frecuentes, se multiplican más rápido, tienes en el mismo espacio de tiempo, que se triplica la población, así hay que ver los sistemas de control. La región depende mucho de los productos químicos, pero qué vamos a hacer y cómo lo vamos a enfrentar, es un escenario que debiéramos resolver”, sostuvo.
A pesar de que el escenario no se ve muy alentador, la profesional indicó que nuestro país es privilegiado, pues tiene la corriente marítima de Humboldt, que enfría el océano Pacífico y que nos deja mejor parados ante el escenario de cambio climático.
Sin embargo, recomendó a los agricultores tomar conciencia, aprovechar y utilizar la tecnología para programar los cultivos; “por ejemplo si se sabe que habrá menos precipitaciones, en el caso de hortaliza o en los cultivos tradicionales, se debe ver la superficie que se va a plantar, de tal manera de asegurar un perímetro que pueda ser regado”.
En este sentido aconsejó continuar mejorando los sistemas de riego y el almacenamiento de agua, ya sea desde la acumulación de aguas lluvias, hasta la construcción de embalses. Destacó el trabajo de las organizaciones de regantes, que se han capacitado en el tema; y valoró el trabajo del Instituto de Investigaciones Agropecuarias, INIA, que realiza investigación para mejorar los métodos de riego, y el desarrollo de nuevas variedades más resistentes a los requerimientos actuales.
Nota: Carla Morales
Fotos: Esteban Reyes