Cuando hablamos de vida saludable no siempre existe claridad del alcance de este concepto, como tampoco que va más allá de la estética y se trata de un tema de salud pública. Y es que los índices de obesidad en nuestro país se han incrementado de forma alarmante. Según la Encuesta Nacional de Salud (2010), el 35 por ciento de los ataques al corazón está asociado al colesterol elevado y, el 32 por ciento a la hipertensión arterial. Estudios de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en tanto, señalan a Chile como el quinto país con más obesidad en el mundo (2014).
Un 38,5% de la población chilena presenta altos niveles de colesterol, factor asociado también al desarrollo de enfermedades cardiovasculares. Pero, ¿qué es el colesterol?, ¿qué significa que sea bueno o que sea malo?, ¿cómo nos puede afectar?
El colesterol es el principal esterol, una sustancia grasa natural, del organismo. Se encuentra en nuestro cuerpo formando parte de membranas celulares, lipoproteínas, ácidos biliares y hormonas esteroideas. La mayor parte del colesterol se produce en el hígado, aunque también se obtiene a través de algunos alimentos.
Es un lípido necesario para el funcionamiento del organismo que interviene en la formación de ácidos biliares, vitales para la digestión de las grasas. A partir de él se forman ciertas hormonas, como las sexuales y las tiroideas. Los rayos solares lo transforman en vitamina D para proteger la piel de agentes químicos y evitar la deshidratación.
Hay que tener en cuenta que el colesterol se produce de manera normal en el organismo, así como también se ingiere a través de los alimentos que consumimos. Existen mecanismos que regulan estos niveles. El problema surge, cuando la ingesta es excesiva o cuando hay antecedentes genéticos que dificultan este balance.
La sangre conduce el colesterol desde el intestino o el hígado hasta los órganos que lo necesitan y lo hace uniéndose a partículas llamadas lipoproteínas. Existen dos tipos de lipoproteínas:
De baja densidad (LDL): se encargan de transportar nuevo colesterol desde el hígado a todas las células de nuestro organismo.
De alta densidad (HDL): recogen el colesterol no utilizado y lo devuelve al hígado para su almacenamiento o excreción al exterior a través de la bilis.
Según esta interacción se distinguen dos tipos de colesterol:
Colesterol malo: el colesterol al unirse a la partícula LDL se deposita en la pared de las arterias y forma las placas de ateroma. Para alguien que tiene el colesterol malo, comer en exceso huevos, derivados de la leche y carnes rojas, harán que estas grasas se depositen directamente en las arterias, aumentando el riesgo a sufrir enfermedades cardíacas. Lo ideal es que esté bajo los 160 mg/dl.
Colesterol bueno: el colesterol al unirse a la partícula HDL transporta el exceso de colesterol de nuevo al hígado para que sea destruido. Se considera bueno porque nos protege contra las enfermedades cardiovasculares. Además, contiene más proteínas que grasas y por lo tanto ayuda a eliminar el colesterol malo de la sangre, evitando la acumulación de grasa.
De todos modos hay que saber que no existe ningún nivel fijo de colesterol que se ajuste a todo el mundo, ya que depende del nivel de riegos de cada persona. Por ejemplo, hay quienes tienen predisposición para que se adhiera el colesterol malo, como es el caso de los fumadores.
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