¿Por qué hay tanto esmog en Santiago?

  • 12 Agosto, 2016

Colaborador: Dr. Hugo Romero, Director del Laboratorio de Territorio y Medio Ambiente de la Universidad de Chile y Premio Nacional de Geografía 2013.

Para que el aire de una ciudad se contamine son necesarias dos condiciones: características geográficas que impidan la ventilación y limpieza de la atmósfera; y  abundantes fuentes de contaminación que ensucien el aire. Santiago, lamentablemente, cumple con ambas. 

Ubicada en la cuenca de los ríos Maipo y Mapocho, esta ciudad está situada en valles encerrados por altas montañas, como la Cordillera de los Andes y la Cordillera de la Costa, lo que explica que no soplen vientos intensos y permanentes. Adicional a esto, el aire de esta cuenca no puede ascender hacia la alta atmósfera debido a la existencia de corrientes descendentes que se lo impiden, creando una verdadera “tapa” que mantiene la contaminación en las cercanías del suelo.  

A estas características se agregan las abundantes fuentes de contaminación. Se estima que la mitad de las partículas de pequeño tamaño depositadas en el aire de la ciudad son aportadas por los vehículos, los cuales contaminan el aire producto de la transformación de los combustibles, consumidos por sus motores, en gases contaminantes. Adicional a esto,  en la temporada invernal se suman los gases producidos por un sistema de calefacción no muy amigable con el ambiente, las chimeneas a leña, responsables de gran parte del material particulado en la ciudad.

Es así como se genera esta gran nube densa y gris, llamada esmog, la cual nos impide ver edificios o cerros cercanos y afecta nuestra salud, provocándonos enfermedades respiratorias y en lugares altamente contaminados incluso la muerte. Sólo cuando llueve estas masas de aire son removidas, viendo a las montañas en su plenitud y haciendo posible que la atmósfera “se lave”.

Un aspecto interesante del esmog en Santiago es que no se distribuye uniformemente, producto de características propias de los valles. Como se observa en la imagen, brisas desplazan los contaminantes desde las comunas del oriente hacia las del poniente, como Pudahuel y Cerro Navia,  sectores que son un poco más cálidos y que se ubican en la parte más baja de la cuenca.

Imágenes elaboradas por el Laboratorio de Medio Ambiente y Territorio del Departamento de Geografía de la Universidad de Chile. Fuente de los datos: Secretaría Regional del Ministerio de Salud de Chile.

A pesar de lo descrito, la contaminación atmosférica de Santiago tiene solución. Debemos reemplazar las chimeneas a leña por otros sistemas más sanos de calefacción, reducir los viajes de los vehículos y preferir el uso del transporte público. A esto debemos sumar la creación de más parques, ya que los árboles enfrían el aire y cuando estos además son nativos o sólo se encuentran en Santiago como los espinos, litres, boldos, peumos y canelos; mantienen sus hojas en invierno, las que filtran y limpian el aire, cooperando con la limpieza de la atmósfera.

 

 

 

 

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