Durante los últimos meses, Christopher Cáceres y Gerson Molina lograron saltar del anonimato a la palestra pública. Donaciones, voluntarios y cientos de peticiones invadieron sus vidas universitarias, todas estas reacciones de la gente frente a “ProMedical”, su empresa Tipo B cuya misión es ayudar a gente con discapacidad imprimiendo en 3D prótesis de manos a bajo costo.
Para muchos una carrera meteórica, sin embargo, estos emprendedores sitúan el inicio de su trabajo años atrás, en la sala de un instituto técnico de Pudahuel transformada en un “Maker Space” por César Díaz, su profesor y mentor. Aquí es donde conocieron la robótica y viajaron a EEUU a mostrar sus proyectos, donde diseñaron el auto “Batallos” con el cual ganaron el segundo lugar en la Carrera Solar Atacama, y donde, principalmente, se dieron cuenta que tenían la capacidad de solucionar problemas, especialmente los de su entorno.
“Nuestro profesor creía que los estudiantes de educación media tenían el potencial para realizar proyectos de ingeniería, por lo que creó este laboratorio. Aquí el nos desafiaba planteándonos problemas sin tener él una solución, lo que nos motivaba a trabajar en grupo para hallar una respuesta. Gracias a esta experiencia nos dimos cuenta que queríamos y debíamos trabajar en algo que nos gustará, que nos apasionara, más allá del dinero”, rescata Molina.
Con esta convicción, y estudiando ya en la universidad, los chicos se embarcaron en la impresión 3D, donde comienzan a ver las potencialidades de esta nueva tecnología. Indagando en su uso se enteraron que el científico chileno, Jorge Zúñiga, había desarrollado una prótesis de manos articulada mecánicamente y que había diseñado planos para ser impresa en 3D, planos que había liberado.
Interesados en el impacto social de esta innovación, la pareja de inventores se dedicaron de lleno a este proyecto. “Investigamos profundamente los planos de estas prótesis, la kinesiología y la terapia. Cuando comenzamos a desarrollar las mejoras nos dimos cuenta que la búsqueda de ellas en la naturaleza para nosotros era algo intrínseco” señala Gerson.
“Observamos mucho como una persona flexiona su muñeca y cierra sus dedos, contrastando este movimiento con el de otros animales, como el sapo y la gallina, para que nuestros usuarios pudieran hacer este movimiento de forma más eficiente, con menos fuerza. Otro mejora basada en la naturaleza fue el usar la estructura de panal de abejas, lo que ha vuelto más flexible nuestro modelo y más resistente a golpes”, resalta Cáceres.
Este trabajo constante les permite tener hoy una considerable lista de clientes, quienes disfrutan de sus prótesis únicas, personalizadas en la mayoría de los casos con sus superhéroes preferidos. “La impresión 3D es como una plastilina con la cual puedes hacer lo que quieras. Tal como puedes diseñar una prótesis mecánica que funciona con la muñeca, también la puedes personalizar, conteniendo en ellas los gustos, historia y personalidad de la persona que la usará”, destaca Christopher.
Con este trabajo personalizado, la iniciativa busca aportar al cambio de percepción de personas con estas características, tratando de borrar el estigma que cargan sobre sus capacidades. Gerson destaca que “muchas de estas personas no se sienten mal con su condición, sino que es la sociedad quien les hace sentir que es una deficiencia. Por eso para nosotros fue impactante entregar la primera prótesis, porque nos dimos cuenta que volvimos a ese niño en un superhéroe para sus compañeros, creando una inclusión social y borrando el morbo”.
Última foto Diario La Hora.