El científico Guido Garay, doctor en Astronomía, Premio Nacional de Ciencias Exactas 2017, efectuó una serie de charlas para distintos públicos en el área rural y urbana de la ciudad de Arica, invitado por el Proyecto Explora de la Universidad de Tarapacá.
Son las ocho de la mañana, y Guido Garay, Premio Nacional de Ciencias Exactas 2017, se dirige a la Escuela España, una de las más alejadas del valle de Azapa en Arica, donde no imagina que los estudiantes de sexto año básico; hijos de padres residentes de procedencia peruana y boliviana, más los chilenos que habitan y cultivan este valle de agua dulce; van a preguntar desde el choque de planetas hasta extraterrestres. La sala de la escuela, ubicada en el kilómetro 28, mantiene el silencio de la multitud, hasta que parten las preguntas y ahí todo se activa.
¿Cómo se adapta con sus charlas de astronomía a los distintos públicos?
-Para los alumnos de educación básica preparé una charla sobre nuestro sistema solar, donde les mostré lindas imágenes enviadas por los nuevos satélites espaciales que han hecho prospecciones en los planetas, para cautivar la imaginación y el interés por la ciencia de los niños.
Para las personas más adultas hice una charla en otro tema, que me atinge más a mí, que es el de la formación de estrellas, pero también cautivándolos con imágenes y exponiéndoles los nuevos procesos físicos que se han logrado detectar con las observaciones.
¿Qué le parece que los niños le hicieran tantas preguntas?
-Hoy los niños tienen menos temor a hacer preguntas y quieren que se las respondan, encontré que todas eran muy buenas; aunque no tengan que ver mucho con el sistema solar, es interesante cuando te preguntan por los hoyos negros, o extraterrestres. Seguro que hay vida en muchos planetas de nuestra galaxia, entonces no es malo preguntarse si existen los extraterrestres, porque sin duda existen, ahora que hayan venido a la Tierra es muy difícil.
Y otra pregunta de los universos paralelos, demuestra que los niños están conscientes de estas cosas. Es fantástico encontrar en un lugar perdido del último extremo de Chile del valle de Azapa, a niños que sepan del tema, a mí realmente me impresiona y agrada muchísimo, porque estamos inculcando el pensamiento científico y cautivando su atención e interés por la astronomía como lo hicieron conmigo.
¿Cómo se inicia su historia vinculada con la astronomía?
-Cuando niño no sabía que me iba a dedicar al estudio de la formación de estrellas, pero sí que quería hacer una astronomía que no fuera visible, porque eso fue lo que mi profesor de matemáticas del Instituto Nacional nos contó, que con los nuevos telescopios se abría una astronomía a otras longitudes de onda, a otros rangos que no eran visibles. Cuando me fui a Harvard a estudiar sabía que quería hacer radioastronomía. En mi trabajo de tesis doctoral tuve la suerte de detectar con un poderoso radiotelescopio un montón de nuevos objetos que correspondían a estrellas que se están formando, de ahí mi interés.
Guido Garay, conecta su niñez con el barrio Independencia de Santiago donde creció con sus tres hermanas, con las que junto a sus padres veraneaban un poco más al sur y veía en las noches el firmamento tridimensional debido a estrellas con tantos colores y brillos que parecía un arbolito de pascua. Su padre, que era un lector erudito, no lo dejaba muy convencido con sus respuestas cuando le preguntaba sobre el firmamento. Así continuó con las noches estrelladas, con preguntas y el deseo que se empezó a incubar respecto a su futura dedicación al tema al que ha dedicado gran parte de su vida.
Estudió en el Liceo Valentín Letelier y luego en el Instituto Nacional, se sacó buenas notas y entró a la Universidad de Chile al plan común de ingeniería. Le gustaba la matemática y la física, el profesor de Algebra Raúl Bravo lo llamaba el ayudante 777, porque se había sacado nota final siete en algebra, en algebra lineal y en complemento de algebra lineal. Hizo su tesis de Licenciatura en Astronomía en el cerro Tololo con un astrónomo norteamericano, de ahí a Harvard sólo hubo un paso. Como es romántico, en la película “Love Story”, el actor principal estudiaba en Harvard, lo que fue suficiente para que dijera “ahí me quiero ir”.
PREMIO NACIONAL
¿Qué cambió en su vida con el premio nacional?
-Nada, sólo estar más ocupado con entrevistas y actividades. Es un honor ser reconocido por el país al que uno ha aportado, a estos premios nos postulan colegas, pero si no lo obtenía me daba exactamente lo mismo.
¿Cree que el ego de los investigadores se ve afectado con un premio como éste?
-Eso es afín al ser humano en general, a todas las áreas, gente que es arrogante y cree que tiene charretera científica, pero el creer que uno es superior porque sabe dos cositas más que el resto de los mortales es algo absurdo, es una estupidez humana.
Los premios nacionales que conozco como María Teresa Ruiz y José Maza son gente maravillosa, jamás se les han subido los humos a la cabeza, le responden de la misma manera e interés al Presidente de la República que al mozo de un restaurante, su inteligencia es enorme y su humanidad fabulosa.
Yo no me creo superior a nadie, creo que todos somos iguales, lo que pasa es que unos usan las oportunidades mejor que otros… me gusta lo que decía Da Vinci: “El producto final de un trabajo bien hecho es 99 por ciento de transpiración y uno por ciento de inspiración”, o sea, hay que trabajar.
DIMENSIONES AMADAS
¿Qué tuvo que sacrificar para ser astrónomo?
-Nada, porque a mí me gusta mucho leer y aprender de diferentes aspectos de la vida. No dejaba de tener polola porque al tener hermanas era privilegiado ya que siempre hay amigas alrededor; además tenía que ir a sus fiestas casi por obligación porque mi papá decía que ellas podían ir solamente si yo las acompañaba.
Actualmente dedica bastante tiempo a la casa, y junto a su esposa se preocupa de sus hijos y de sus tareas; cocina porque le encanta, hace las compras en la feria y el supermercado. En sus dos matrimonios tuvo cinco hijos. “Uno desafortunadamente dejó este planeta, pero fue un niño maravilloso que está todos los días en mi mente”.
¿Cree en el más allá?
-Soy un convencido que existen otras dimensiones y en ellas siento a mi hijo porque él siempre está conmigo, siento su amor todos los días…
¿Siente que es feliz?
-Por supuesto, me siento realizado, si naciera de nuevo sería astrónomo, sin duda, feliz con mi carrera, también con mis hijos y mi señora y la vida en general, a pesar que mi hijo se fue cuando tenía 20 años, es una pérdida que seguiré sintiendo cada día, una tristeza infinita.
Este estudioso de la formación estelar, dice que si él si pudiera haber elegido originarse de una estrella, habría decidido que fuera la estrella O del Trapecio de la nebulosa de Orión, la más masiva, la más luminosa, la más abrazadora, porque la energía y los abrazos son necesarios.
