Hemos crecido con la concepción que el estudio de los océanos, es sinónimo de una labor de investigadores ligados al área biológica. Sin embargo, mucho de lo que podemos hacer para cambiar el mundo y con ello proteger nuestros mares parte desde la visión social, varias veces dejada de lado.
Basta con hacer un simple ejercicio. Si ponemos en la barra de Google las palabras océanos y sociedad, la cantidad de informaciones que aparecen son escasas. Es más, la gran mayoría se repite de diversas noticias que se van replicando en los medios. Si hacemos una rápida comparación, la diferencia que existe en el estudio de los océanos entre las ciencias naturales y las ciencias sociales, es abismal.
También con la revisión que se le pueden hacer a las universidades nacionales o las diversas organizaciones que trabajan por el mar. La proporcionalidad frente a los estudios sociales que se hacen del océano, es muy reducida, quedando opacada por los grandes centros de investigación que existen en Chile y que sus objetivos, en algunos casos, la comunidad no ve un mayor impacto.
Y vale la pena hacer hincapié en esto, para que no se preste en confusiones. Está muy bien que se desarrollen todo tipo de investigaciones científicas ligadas al laboratorio, análisis de datos o el determinar cómo una especie se ve afectada al momento de introducir un nuevo ser vivo a su día a día. Pero hoy, en el momento que se presenta el mundo, es importante hacer frente de que el hombre determina mucho lo que puede ocurrir en los océanos y en este caso, la mirada también tiene que estar puesta en la sociedad y cómo se va relacionando con “ese mar que tranquilo nos baña”.
Porque el daño que le estamos haciendo como seres humanos a los mares, muchas veces tiene una explicación social. Por ejemplo, el “terremoto” que puede vivir la Tierra, y que se genera al momento que un presidente como Donald Trump retira a su país del acuerdo climático de Paris, también se puede explicar por los perjuicios que recibe la sociedad.
“Es un desafío, tanto para mí como para la sociología, meternos de alguna u otra manera en la discusión sobre el mar y también dejar en claro que el océano no es sólo una masa de agua, hay gente que trabaja y sobrevive, que ha estado históricamente generando tradición, lazos familiares alrededor del mar y al existir esa mínima premisa, el sociólogo es pertinente en este tema”, explica Nicolás Zepeda, sociólogo de del Grupo de investigación de la pesca artesanal y sociedades costeras, GIPART.
Históricamente el país no ha sabido aprovechar todos los beneficios que entrega el mar, ya sea por desconocimiento, o simplemente por mitos que ha sido difícil de eliminar, la sociedad ve al océano y lo que viene de ahí, con un poco de recelo “somos una sociedad estacional, vamos a la costa en el verano. Tal vez complota el clima, pero he tenido estudiantes de otras latitudes que siempre van a la playa y realizan su vida ahí”, repasa el profesor de Historia y Geografía de la Universidad de La Serena, Sergio Paolini.
El docente continúa “La dieta marina nuestra es escasa. Se podría consumir más mariscos y pescados, pero no tenemos mucha costumbre en eso…Se da casi como un círculo: como la gente consume poco, se interesa poco en el océano. Y viceversa, las empresas o académicos que se preocupan del océano, tienen otra visión del mar. Para mejorar el consumo, hay que educar a la gente, sacarlos de las estacionalidades”.
Chile es un país rodeado de agua. Sus más de 4000 kilómetros de costa le entregan una enorme variedad de información científica para el desarrollo de investigaciones, pero también le determina una configuración social muy importante. El océano ha sido parte de la vida de miles de personas y de decenas de generaciones, quienes han crecido con el mar y han establecido su desarrollo.
“No sólo en la región, en el planeta completo la mayoría de la población vive a pocos kilómetros del mar, más de la mitad de la población vive a menos de 100 kilómetros del océano, desde tiempos históricos y en la actualidad pasa así”, afirma el profesor Sergio Paolini.
El mar se ha transformado en un espacio que invita al trabajo profesional de muchas personas. No sólo gente que viene con una formación en biología marina, acuicultura u otra actividad de pre grado. En la actualidad, el océano es determinado por un sinnúmero de factores y estos pueden ser explicados por todo tipo de personas. Desde la economía, pasando a la antropología, teniendo un paso por la sociología o también en la ingeniería. Y no podemos olvidar al turismo, los deportes y las expresiones artísticas.
“Ciencia no solamente la hacen los científicos, los biólogos o los físicos, la hacen las distintas profesiones. Para el desafío de hacerse cargo del manejo en la conservación de los recursos, se requieren abogados, sociólogos, psicólogos, gente que trabaja en química, en la biología. Por tanto, esta mirada que tiene que ser transdisciplinaria, es la que necesitamos para poder hacernos cargo de manera eficiente que hay en biodiversidad y manejo de recursos”, responde desde la vereda de la “ciencia dura” el Dr. Carlos Gaymer, Director del Núcleo Milenio de Ecología y Manejo Sustentable de Islas Oceánicas, Esmoi.
Este tipo de actividades más ligadas a las ciencias sociales, son un gran aporte para ayudar a salvar los mares del mundo. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo afirma que “los océanos se deterioran rápidamente. Los recursos marinos están cada vez más amenazados por actividades humanas como la pesca excesiva y la contaminación causada por la basura que se arroja al mar”.
Por lo mismo convocaron a los Estados miembros de la ONU y a representantes de la sociedad civil a la Conferencia Mundial sobre los Océanos, que se celebró del 5 al 9 de junio en Nueva York. Para ellos es muy importante que las autoridades y la sociedad en general, sean los primeros en cuidar estas grandes porciones de agua y no esperen que un experimento o una investigación solucionen los problemas que hay en la Tierra.
Nuestro país tiene una cultura vinculada al mar que es inmensa. Desde los pueblos costeros de la antigüedad como Changos, Selknam o Chonos, pasando por la rica mitología chilota vinculada a sucesos que ocurren en las aguas, hasta una base gastronómica con productos del océano que es apetecida por el mundo entero. No podemos negar la importancia de la sociedad para fomentar esto, sobre todo porque nos da a conocer
cómo somos y cómo ha sido nuestra historia.
Tal como lo afirma Leonardo Ocares, presidente de la Federación de Pescadores Artesanales y Buzos Mariscadores local, FEPEMACH, quien destaca que a través de una serie de prácticas ellos pueden visibilizar su vida ligada al mar “Para los pescadores es importante mostrar lo que nosotros hacemos, nuestra cultura, nuestra forma de vida a la gente. De qué vivimos, qué es lo que hemos hecho, lo que hacemos bien, mal, o cómo fuimos capaces de exterminar algunos recursos, cómo hemos ido aprendiendo a trabajar”.
El dirigente afirma que “nosotros entregamos nuestra forma de vida, lo que hemos hecho por años y sobre todo los cambios conductuales que hemos tenido. Nos hemos ido dando cuenta que no sólo la naturaleza nos puede proveer, también hay que ayudarle un poco”.
Nicolás Zepeda de Gipart refuerza lo planteado por Ocares, al manifestar que su trabajo se ha visto beneficiado, ya que las personas que trabajan y viven inmersos en los océanos necesitan dar a conocer su vida, “hay distintas agrupaciones de personas que están trabajando en una línea para visibilizarse. Entonces cuando nosotros trabajamos bajo una línea de sociología o la antropología, hay muy buena recepción, porque justamente ellos están haciendo estos esfuerzos para mostrarse y darle relevancia a su historia; y al ver que nuestro trabajo los complemente, les ayuda, nos han recibido muy bien”.
Más allá del deseo que tiene las comunidades costeras para mostrarse, es importante que la sociedad pueda conocer un poco más sobre el mar, por sobre los experimentos que día a día se realizan en ella. Para algunos los océanos puede ser algo cotidiano, un sonido agradable de olas, una fuente de esparcimiento veraniego, pero junto a eso, es una importante área de estudios sociales y de desarrollo de los países.
Es por esto que iniciativas como las que tiene el Programa Explora de CONICYT son importantes. El declarar que este 2017 es el Año de los Océanos, releva la trascendencia de estos lugares para el desarrollo humano. Conocer nuestro mar, saber qué factores lo amenazan y cómo protegerlo, además de entender su valor patrimonial, es parte de la “cultura oceanográfica” que el Programa busca relevar durante este periodo.
Pero no es una tarea simple, no es sólo mostrar un resultado de una investigación o las consecuencias de un experimento. El conocer el patrimonio social, la historia, la memoria que se va gestando en torno a los océanos es una ardua tarea, un difícil desafío que bien explica el sociólogo Nicolás Zepeda, “hasta el momento hemos estado mirando mucho tiempo hacia el interior. Ya es hora de mirar hacia los pueblos del mar, hacia la costa, que no han sido visibilizados y están un poco olvidados por nuestros medios de comunicación. Hoy en día hablamos de minería y agricultura, si hay agua o no y estamos olvidando estas culturas ancestrales, olvidando estos actores políticos que son fundamentales. Entonces hay que voltear la mirada a los pueblos del mar”.
Esas son las tareas que debemos enfrentar como sociedad. Acercar el océano y su historia a la comunidad, valorar su importancia diaria, desde el plano económico al cultural, desde el mundo científico al área social; es necesario destacar el poder que tiene el mar, el Pacífico que baña las costas y que es mucho más que una porción de agua.
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