“Los pueblos de mar en Chile son la clave para el futuro de nuestro Océano, y he ahí la intención de volver a mirar al mar y conocer nuestro pasado”, señala el autor.
Por Rodrigo Díaz Plá
Director Grupo de Investigación de la Pesca Artesanal y Sociedades Costeras, GIPART.
“El Programa Explora de CONICYT ha declarado este 2017 como el Año de los Océanos. Esta proclamación nos llama a reflexionar respecto al presente y el futuro de nuestra biodiversidad marina, tomando en consideración su fragilidad ante la constante amenaza de la interacción con el ser humano moderno. Este punto es importante de destacar. Sin hacer una declaración alegórica ni romántica al respecto, quiero poner énfasis en cómo nos hemos desarrollado históricamente en nuestra relación con el mar y sus recursos, fuente de inspiración para culturas ancestrales que persisten a través de oficios, tradiciones, relatos, saberes y prácticas.
En un país como Chile, que cuenta con alrededor de 85.000 kms. de costa tanto en territorio continental como insular, no es casualidad que diversos pueblos hayan convivido en constante interacción con el Océano. De norte a sur, pueblos tales como los changos, lafkenches, chonos, entre otros, establecieron sociedades y grupos humanos dedicados a la pesca, recolección y extracción de recursos marinos. Muchas de estas culturas del mar, con la llegada de los españoles en un comienzo y luego con el establecimiento del Estado-nación y su modernidad, comenzaron lentamente a desaparecer, al menos a la vista del ciudadano común.
No obstante esta aparente desaparición no fue sino un proceso de invisibilización y marginalización: los pueblos de mar aún existían, pero la sociedad chilena ya no miraba al mar. Los ojos del desarrollo económico se posaron sobre la fértil y rica tierra de Chile. La minería, la agricultura y el negocio forestal se alzaron como grandes polos de desarrollo, convirtiéndose en el sustento de la economía nacional en los albores del siglo XX. Casi como en una historia paralela, pequeños poblados se establecían en el litoral, traspasando de generación en generación el legado de los antiguos: las técnicas de captura de peces; los elementos necesarios para recolectar determinados moluscos; las variaciones de mareas y las direcciones de los vientos que determinaban si se salía o no a la mar. Saberes y conocimiento empírico, que habían traspasado la barrera de los años y los procesos grandilocuentes que se iban forjando en las altas esferas.
Los pueblos de mar en Chile son la clave para el futuro de nuestro Océano, y he ahí la intención de volver a mirar al mar y conocer nuestro pasado, en donde la ciencia debe poner en diálogo los saberes ancestrales con el conocimiento técnico en pos de un futuro próspero y sustentable”.
Fotografía: http://apuntes-de-derecho.webnode.cl
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