“A través de nuestras actividades queremos acercar la ciencia a la sociedad, queremos contribuir a que este conocimiento sea accesible a todos y todas, para mejorar su calidad de vida y para contribuir a la toma de decisiones en base al conocimiento”.
Por: Claudia Hernández Pellicer
Encargada de divulgación científica, CEAZA.
Cuando nos encontramos en un entorno natural, ¿vemos lo que realmente observamos? ¿podemos ver más allá, podemos leer lo que nos dice el paisaje? ¿cómo cambia lo que vemos a medida que sabemos más? ¿qué historia podríamos contar?
Al mirar un cerro, unos arbustos, una quebrada, cada observador fija su atención en diferentes elementos del paisaje. Por ejemplo, mientras unos ven una zona desértica, flora nativa, diversidad, otros se preguntan si habían visto antes este lugar. También están los que ven colores y formas de la naturaleza, desde una visión estética del paisaje, o aquellos que reconocen sus elementos naturales, como la tierra, las piedras y las plantas, reflexionan sobre lo que pudo haber sido ese paisaje, tal vez, por ahí una vez pasó un río.
También están las personas que con sus vivencias locales podrán contar la historia reciente, los eventos más importantes que modelaron este paisaje: la historia de un aluvión, de un río que antes pasaba por ahí o de hasta donde llegaba la nieve en la cordillera. Muchas veces he escuchado decir que antes llovía más que ahora. Las personas sienten, a través de sus vidas, los cambios del clima y del paisaje en el tiempo.
Habrá otras personas que, al mirar el mismo paisaje, podrán contar otras historias, develar lo que no se ve a simple vista, otros secretos ocultos. Son esas historias las que el conocimiento científico nos provee. Pero este conocimiento requiere del contexto, que da el entorno y sus rastros, la historia de las personas que habitan o habitaron el lugar.
El conocimiento se nutre con cada investigación, con cada disciplina que participa colaborativamente. Así cada hallazgo científico permite poner en valor lugares, especies, contextos sociales. De aquí la importancia de comunicar la ciencia, comunicar entre científicos y científicas, entre las personas que conforman la comunidad local. Este conocimiento permitirá contribuir así con información, que será un aporte para mejorar la calidad de vida en cada contexto particular.
Una vez escuché a alguien decir que el conocer el pasado nos permite comprender el presente y proyectar el futuro. Las líneas de investigación “paleo”, son una máquina del tiempo. Son un viaje al pasado que nos permite aproximarnos a una proyección hacia el futuro. Podemos viajar hasta el Plioceno (de 5.3 a 2.6 millones de años atrás), donde el estudio del registro fósil de invertebrados y vertebrados marinos, de lugares aledaños a la costa, nos permite conocer e interpretar el ambiente en esa época. Esto nos ayuda a comprender cómo procesos y eventos ocurridos en escalas geológicas, podrían haber moldeado diversas facetas de la biodiversidad marina actual. Avanzando en esta máquina del tiempo, los estudios del registro fósil de polen del Pleistoceno (desde 2,5 millones a unos 12.000 años atrás) y del Holoceno (los últimos 12.000 años atrás), nos permiten hacer reconstrucciones del clima pasado y comprender las dinámicas ambientales presentes y futuras en el contexto del cambio climático.
En este festival de la ciencia queremos poner en valor el poder de la sencillez para comunicar la ciencia. A través de nuestras actividades queremos acercar la ciencia a la sociedad, queremos contribuir a que este conocimiento sea accesible a todos y todas, para mejorar su calidad de vida y para contribuir a la toma de decisiones en base al conocimiento. Porque el saber más nos da seguridad, nos permite comprender mejor el mundo que nos rodea y así adaptar nuestro comportamiento de mejor manera que si la ciencia no estuviera presente.
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