Claudio Salas
Ing. Agrónomo Dr. en Entomología Agrícola
Director Regional INIA Intihuasi
La región de Coquimbo posee gran importancia para la producción de hortalizas, principalmente, debido a favorables condiciones edafoclimáticas. Junto a lo anterior, destaca la producción diversificada y escalonada de una importante cantidad de especies y variedades. Desde la perspectiva fitosanitaria, el rubro hortícola, año a año, debe lidiar con incrementos poblacionales de insectos y ácaros plagas, los cuales son regulados por los agricultores, independiente de su estratificación económica y casi en forma exclusiva, a través del uso de plaguicidas sintéticos. Lo anterior, si bien es cierto resulta en reducciones positivas de las especies plagas, ha provocado una grave simplificación de los agroecosistemas, con el consecuente impacto ambiental, provocando que hoy en día gran parte de la superficie hortícola regional se caracterice por ecosistemas productivos homogéneos y carentes de agentes de control natural. Además, en algunos casos, con presencia de residuos de plaguicidas.
La pandemia Covid-19 trajo consigo dos conceptos que han influido en la percepción de los consumidores respecto de los sistemas agrícolas intensivos, estos son: soberanía y seguridad alimentaria, conceptos que promueven el derecho a contar, entre otras cosas, con alimentos inocuos y generados en sistemas productivos compatibles con la naturaleza y que rechazan los monocultivos. De esta forma, el paradigma productivo que debe resolver la horticultura regional es lograr alimentos sin daños, inocuos y producidos bajo sistemas agrícolas diversificados, lo cual implica profundos desafíos para los productores, investigadores, gobierno y entorno asociado. Es indiscutible que, si el rubro hortícola de la región de Coquimbo logra asociar en una ecuación este paradigma, obtendrá ventajas competitivas relevantes.
Frente a este escenario la gran pregunta que surge es ¿cómo resolverlo? Al respecto, INIA Intihuasi, desde 2015, viene desarrollando un trabajo piloto con productores de hortalizas del sector de Pan de Azúcar, buscando disminuir dichas brechas respecto al manejo sustentable de plagas para la obtención de productos con diferenciación productiva, a través de la capacitación sistemática a agricultores y técnicos en temas tan relevantes como: aspectos bioéticos en el control y aplicación de plaguicidas; incorporación de monitoreo sistemático de plagas y con escalamiento de tecnologías; control biológico y manejo del hábitat; sistemas de detección temprana y control de bajo impacto ambiental de plagas. Como resultado de la gestión sostenible de plagas, los agricultores han logrado reducir hasta en 80% el uso de plaguicidas químico-sintéticos. Esto ha permitido la apertura de nuevos mercados, logrando tener un abanico de posibilidades más amplio para la comercialización de su producción, generando mejores retornos y volviendo más competitivo al sector, adecuándose, además, a los nuevos requerimientos de los consumidores.
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