Las jóvenes, estudiantes de Nutrición y Dietética en la UCN Coquimbo, han estudiado sobre la parosmia, condición que genera que los olores, para los demás normales, sean percibidos de forma desagradable entre quienes padecen la enfermedad.
A más de 2 años de la llegada del Covid-19 al país y el consecuente cambio que implicó para nuestras vidas, hemos ido descubriendo nuevos datos respecto a este virus, sus mutaciones y las consecuencias para el organismo de quienes lo han padecido. Diversos estudios nos han sorprendido, principalmente, con algunas de las secuelas posteriores que deja la enfermedad, sin embargo, ¿hay alguna indagación respecto a qué ocurre con las personas y su relación con los alimentos?
Buscando una respuesta a esa interrogante, un grupo de estudiantes de cuarto año de la carrera de Nutrición y Dietética de la Universidad Católica del Norte (UCN) sede Coquimbo, han emprendido la investigación “Cambios en la alimentación causados por parosmia post COVID-19”, que aborda una condición que genera que los olores de la comida, para los demás normales, sean percibidos de forma desagradable en quienes padecen la enfermedad.
¿Y qué es la parosmia? Manuela López, Francessca Rivera, Alejandra Rivera y Rocío Torres, las autoras de la investigación que se encuentra en la etapa de análisis de resultados y que es el primer estudio realizado en Chile, explican que, según los resultados iniciales, es una condición que afecta mayoritariamente a mujeres, quienes muestran un mayor rechazo a alimentos altos en proteínas como carnes, embutidos, lácteos y legumbres.
Indagaciones previas y probables causas
Previamente, las jóvenes indagaron sobre investigaciones realizadas al respecto, encontrando resultados que les podían indicar ciertos cambios en la alimentación. “Uno de ellos era un mayor rechazo en el grupo de las carnes por lo que esperábamos que se repitiera un patrón similar en Chile. Sin embargo, no esperábamos que existiera una prevalencia tan alta de personas que desarrollaran parosmia post COVID-19 y que afectara mayoritariamente a mujeres”, indican.
¿Y cuál sería la causa de esta distorsión en el olfato respecto a los alimentos? Existen varias teorías, sostienen, y una de ellas se asocia a una afección neuronal inducida por el virus, “y de manera secundaria podría relacionarse con una disminución en el volumen del bulbo olfatorio y una pérdida significativa de la materia gris. También se ha visto que en pacientes con parosmia existe una mayor activación del tálamo y putamen, estando este último relacionado con la percepción del asco. Pese a esto, es importante mencionar que faltan estudios que confirmen estas teorías”, añaden.
Con esta condición, algunas personas han dejado de realizar sus preparaciones, debido a la poca tolerancia a los olores de los alimentos que consumían frecuentemente, y asimismo, otras mencionaron que no podían consumir sus alimentos favoritos. Sin embargo, las estudiantes aclaran que el estudio no se enfocó en cambios en el estado nutricional, “debido a los sesgos que podría conllevar adquirir el peso en el contexto de pandemia, pues algunos participantes mencionaron que existió una disminución del peso durante la secuela”.
La importancia de la ciencia
Su trabajo les ha permitido refrendar el rol clave que ha tenido la ciencia en estos 2 años de pandemia, “puesto que se han buscado las medidas necesarias para proteger y cuidar a la población en base a evidencia científica. Es lo que se puede observar en los profesionales de la salud, tanto como en la comunidad científica que desarrolló las vacunas”, destacan.
Asimismo, resaltan lo gratificante que les resulta, como futuras profesionales de la salud, la realización de un estudio que permitirá explorar un campo poco investigado y sacado a la luz por la comunidad científica y profesionales de la salud, y conjuntamente, señalan que es importante que se visibilice el tema y que se puedan buscar alternativas para evitar un deterioro en la calidad de vida, abordando a cada persona de manera integral con un equipo de salud multidisciplinario.
Igualmente, mencionan la importancia de que la ciencia esté al servicio de la comunidad, más cuando una investigación nace de evidencia científica, y por tanto, es una fuente confiable surgida a partir de profesionales que trabajan bajo principios éticos. “Esto se ha visto desde hace siglos, en donde ha existido un continuo servicio a la comunidad, buscando alternativas para mejorar la calidad de vida y diversos tratamientos ante muchas enfermedades que afectan a la población”, agregan.
Estado nutricional y la importancia de investigar
Por su parte, la docente guía de las estudiantes, Giannella Leonelli Neira, indica, respecto a los primeros resultados de la investigación, que lo más llamativo o preocupante es como esta alteración ha generado cambios importantes en el estado nutricional de los afectados, “por ejemplo, disminución de peso y de la masa muscular. Si bien en esta investigación no lo evaluamos, resulta interesante conocer si estos cambios en la alimentación han resultado en mayor riesgo de desarrollar déficit de alguna vitamina o mineral”.
Igualmente, la profesional aporta otro dato: se estima que entre el 30% y 40% de los enfermos con Covid-19 desarrollan algún grado de parosmia, y en la mayoría de los casos, el olfato se recupera a los 3 meses. “Sin embargo, hay casos en que esta condición se mantiene y son en quienes debemos colocar mayor atención, ya que sin la ayuda profesional adecuada se pueden desarrollar deficiencias nutricionales de relevancia como: anemia, déficit de vitaminas y minerales que conlleva alteraciones en la inmunidad, crecimiento y desarrollo, entre otras”.
Asimismo, destaca el rol investigativo del área de la nutrición, donde existe un abanico amplio de campos de investigación: desde qué tipo de alimentación es la más adecuada para una enfermedad, hasta como la alimentación influye en el comportamiento, considerando que comer dejó de ser una acto de supervivencia y pasó a convertirse en un espacio social, de disfrute, que está fuertemente influenciado por el componente cultural.
“En este sentido, al ser la alimentación un proceso dinámico, hace necesario que exista investigación; por ejemplo, en la actualidad la gran presencia de migrantes hace necesario conocer cómo su alimentación influye en la nuestra y viceversa, o cómo la llegada de nuevos alimentos impactan sobre nuestra salud”, añade finalmente.
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