Yessica Huenteman, ceramista: “El arte y la cultura son la carta de presentación de cualquier sociedad”

Yessica Huenteman, ceramista: “El arte y la cultura son la carta de presentación de cualquier sociedad”

Conocer a Yessica Huenteman Medina, destacada ceramista contemporánea mapuche, es también encontrarse con una parte de la historia de todas y todas, en un relato que posee encuentros, desencuentros, descubrimientos y despertares.

Nace en Collipulli, pero cuenta que su “tuwün” (origen) ancestral se encuentra en el sector de Santa Bárbara, el fütalmapu ‘wenteche’ del Alto Bio Bio. Siendo muy pequeña se traslada con su familia al sector rural de Gorbea, lugar donde aún reside.

Hace más de una década decide estudiar la carrera de diseño de interiorismo y equipamiento en la Universidad Católica de Temuco. Pero los azares de la vida –o tal vez alguna fuerza ancestral– la transportan a un viaje de descubrimientos y encuentros con la historial cultural, que no tendría retorno. “Mi camino no podía ser distinto”, asegura hoy con convicción y satisfacción.

¿Cómo surge tu gusto por el mundo de la arcilla?
Mi amor por el arte en general nace desde que era pequeña. Creo que esto se debe a que en el campo tienes más facilidad para conectarte con la inspiración, con la naturaleza, con la imaginación. Mi padre y mi madre siempre nos motivaron a crear, a dibujar, a colorear. Entonces, desde temprana edad supe que el arte era lo mío, pero desconocía la forma de canalizar esto. Recién cuando entré a la universidad y tuve mi primer taller con la cerámica, sentí que algo hizo “clic” en mí… algo me pasó al trabajar con este material.

Al parecer, hubo un antes y después de esa experiencia…
Así fue. Luego de que egresé de la universidad, el 2006, me fui a Palermo (Italia) y allá me encontré con un verdadero mundo que gira en torno a la cerámica mayólica, cerámica típica italiana. En ese momento dije “esto es el paraíso, no tengo dudas de que es lo mío”, porque es una forma de expresión distinta, muy ligada con la tierra y que perdura por milenios. Las culturas, hoy en día, son reconocidas, entre otras cosas, por el nivel de desarrollo que han tenido fundamentalmente en su alfarería, lo que también está muy ligado a la arqueología, entonces todo ello para mí fue un despertar.

¿Cómo insertas la cultura mapuche en este proceso de descubrimiento tanto externo como personal que vives en esta época de tu vida?
Fue en el momento en que me di cuenta de las posibilidades que tenía de fusionar técnicas modernas aprendidas allá, en Italia, con la esencia cultural mapuche. Y ese es precisamente el eje central de la producción que tengo actualmente.

En tu vida hay un despertar cuando descubres tu pasión por la arcilla. ¿Cómo has vivido ese encuentro con el mundo ancestral, con la historia de nuestros antepasados y antepasadas?
No siempre estuve ligada a la cultura mapuche. Cuando era niña no sabía que era mapuche y para mí esa palabra era lejana. Yo me descubrí como tal cuando entré a la universidad y cuando estuve en el Hogar Mapuche Pelontuwe de Temuco. Recién ahí comenzó este nuevo peregrinaje, este nuevo descubrimiento, el comprender qué significa ser mapuche. Estando en Italia reforcé toda esta identidad y ya de vuelta no podía tomar otro camino… tenía que ser así, como ha sido. Y hoy sigo descubriendo mi historia familiar mapuche a través de la arcilla. Por ejemplo, hace poco descubrí que antiguamente las alfareras de Quilako, en la rivera del Bío-Bío, eran de las más repujadas en Wallmapu, cuestión que viene a dar un sentido profundo a mi amor por la cerámica, ya que no tengo antecedentes de alfareras en la familia desde hace tres generaciones. Pero si escudriñara en las generaciones más antiguas, quizás qué profundas raíces con la greda encontraré… estoy aún en esa búsqueda.


Dentro de tu destacada trayectoria como ceramista mapuche, ¿cuál crees que son los hitos de tu transitar por el arte?

Creo que el primero lo vivo en Italia, cuando por primera vez me asumí como artista. Antes me sabía una profesional del diseño, pero como artista propiamente tal, fue sólo luego de esta vivencia. De hecho, los primeros reconocimientos de mi cultura los tuve allá, porque a ellos les fascina la riqueza espiritual de los pueblos originarios. Entonces, fue ahí donde comenzó mi vida como ceramista. Y ya de regreso, se me ha reconocido de a poco acá, apoyada inicialmente por un Fondart, luego a través de invitaciones a congresos, seminarios y la exposición de mis piezas en importantes eventos. Además, con EXPLORA he podido trabajar con los niñas y niñas de la región.

¿Cómo has vivido esta experiencia de entregar tus conocimientos y nuestro arte a las futuras generaciones?
Esta experiencia me ha permitido trabajar una parte que, en lo personal, me gusta mucho, que es enseñar e instar a niños mapuche creativos a que vuelva a florecer nuevamente esta capacidad de expresión artística que había sido casi sepultada desde el siglo XIX. Nuestra cultura se estancó hasta el siglo XX, y es sólo ahora que están comenzando a emerger nuevas tendencias y nuevas propuestas. La entrega de todos mis conocimientos, ya sea hacia niños y niñas o hacia adultos, me parece una responsabilidad que he asumido para aportar a una revuelta de las capacidades expresivas y creadoras propias de un pueblo vivo, como lo es el pueblo mapuche.

Somos hijos e hijas de una cultura que trata de subsistir en medio de procesos de encuentros (y desencuentros) interculturales a ratos muy complejos. ¿Cuál ha sido tu experiencia en este sentido?
Mi experiencia ha sido bastante buena, porque para el occidental ha sido un descubrimiento que una mapuche pueda generar nuevas propuestas estéticas. Y yo creo que cuando un o una mapuche sabe de dónde viene, sabe su historia, sabe sobre los procesos políticos que se han gatillado en el país, no quedan excusas para no enorgullecerse de ser mapuche.

En este sentido, ¿cuál es, a tu juicio, la importancia de mantener las tradiciones de la cultura mapuche?
La importancia es la trascendencia como pueblo. Al mantener las tradiciones dejamos una huella, un surco de nuestro pasar por esta tierra, una herencia a las nuevas generaciones. Por eso es importante sumergirse en lo ancestral, en lo antiguo, para luego catapultar todo ese conocimiento desde la propia expresión, la propia creatividad y poder, así, desarrollar nuevas estéticas como mapuche del siglo XXI.

En un contexto donde las artes son muchas veces reemplazadas por modelos de vida promovidos por un sistema económico competitivo, ¿qué les dirías a los niños, niñas y jóvenes que ven en tu arte u otras prácticas artísticas ancestrales un camino efectivo para desarrollarse?
La cultura mapuche aprende y se desarrolla, esencialmente, desde la madre tierra y su biodiversidad, donde cada elemento tiene un valor por sí solo, pero también relacionado con el conjunto y su territorialidad, porque tiene un rol activo dentro de ese espacio. Lo mismo pasa con nosotros: somos un biopaisaje humano, por lo tanto, en la medida que invertimos energía en “autodescubrirnos” y nutrimos lo que realmente somos, recuperamos nuestros espacios y vamos generando otros. Yo los llamaría a ser endémicos en su esencia, a no seguir los patrones
que se les impone, a acudir a su propia originalidad, a su naturaleza. Es una lucha ardua y dura, pero llena de lealtad hacia sí mismos y hacia un pueblo que atiende por sus decisiones.

Finalmente, ¿cuáles son tus proyecciones?
Yo siempre trato de generar proyectos donde la cultura se anteponga, como eje central de la economía, del turismo y de la educación. El arte y la cultura son la carta de presentación de cualquier sociedad, entonces mi apuesta, por ahora, es participar en todo espacio donde se prospecten estos valores. También quiero continuar compartiendo las nuevas técnicas para trabajar la cerámica en distintos territorios, para aportar al levantamiento de artistas alfareras y ceramistas mapuche con proyecciones sustentables de su quehacer. Nos lo merecemos.

Periodista: Carolina Nahuelpi Álvarez / Fotografía: Arturo Rubio Navarro.

 

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