El ser humano sueña con resolver el problema de encontrar vida en otros mundos, pero aún no es capaz de resolver los desafíos que plantea su propia civilización
Por Dr. Juan Carlos Ramírez Flores
En estos años, el mundo de la ciencia me ha dado grandes satisfacciones, aunque también algunos pocos “disgustos científicos” producto de las inevitables diferencias de opinión que surgen cuando se tratan ciertos temas que generan opiniones muy contrapuestas. Estas diferencias pueden acentuarse si los científicos involucrados son padre e hijo, como en mi caso. Lo que comenzó como una visita dominical, derivó nuevamente en una vehemente discusión científica sobre un tema acerca del cual aún mi padre y yo no estamos de acuerdo: ¿existe vida en otros mundos?.
A diferencia de otros temas, las respuestas posibles a este dilema son únicamente dos, y muy sencillas de deducir: sí o no. Existen argumentos sólidos tanto a favor como en contra de ambas respuestas: no podemos estar solos, ya que existen miles de millones de sistemas estelares en el universo. Por otro lado, también es posible que la vida en la Tierra deba su existencia a la confluencia de un número ingente de casualidades que confluyeron en el momento y lugar indicado.
Si bien hace algunas semanas la NASA declaró sentirse optimista respecto a la posibilidad de encontrar evidencias definitivas de vida extraterrestre dentro de unos 30 años, el problema para zanjar este tema reside en que encontrar una civilización en otros rincones del espacio no depende exclusivamente de nosotros y nuestra tecnología para encontrarla: también depende si alguien más está buscándonos. Incluso si este encuentro llegara a ocurrir en el futuro, mantener una conversación fluida sería poco menos que imposible considerando la enorme escala de tamaño del universo.
Las diferencias entre mi padre y yo respecto a este problema parecen disminuir cuando nos planteamos el tipo de vida que el ser humano podría encontrar, si acaso ello ocurriese: lo más probable es que, de encontrarse vida fuera de la Tierra, esta sea más parecida a protozoos o bacterias que a nosotros. En este caso, de todas maneras una comunicación fluida entre nosotros sería imposible.
Podríamos durante muchas horas discutir sobre el tema sin conciliar una respuesta (¡prepárense si acaso desean hacerlo querido lectores!), pero tal vez el verdadero problema sea aquello en lo que precisamente no hemos pensado por estar embebidos en nuestra sociedad, cada más individualista y ajena a los grandes problemas actuales: ¿qué consecuencias tendría para nosotros, tanto como individuos y como sociedad, si hoy confirmáramos que sí existen otros mundos habitados, o por el contrario, nos damos cuenta de una vez y para siempre de que estamos solos en el universo?.
En un punto sí estamos de acuerdo con mi padre: confirmar la existencia de vida en otras partes de cosmos haría que nuestra visión de las cosas que hoy consideramos “importantes” en nuestra sociedad, cambie radicalmente. Por el contrario, si estuviéramos solos, ¿no sería nuestro mayor deber moral el tratar de convertirnos en una sociedad justa y ecológica, preocupada por salvar lo que queda de biodiversidad?. Más del 99% de las especies que han existido en la Tierra ya están extintas, y cada día desaparecen cerca de 100 especies adicionales. Esta joya, nuestro planeta, único o no, se desangra día a día producto de nuestra indolencia, ¿cuántas voces desde el espacio profundo se requerirán que nos lo recuerden para que tomemos conciencia de ello?.
El Dr. Juan Carlos Ramírez F. es Ingeniero Forestal (Universidad Austral de Chile), Magíster en Ciencias Mención Silvicultura (Universidad Austral de Chile) y Doctor en Recursos Naturales (Universidad de Hannover, Alemania). En la actualidad es docente del Departamento de Ciencias Químicas y Recursos Naturales y del Departamento de Ciencias Forestales de la Universidad de La Frontera.